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Las 11 cosas sobre la crianza de los niños que asustarían a la Virgen María si levantara la cabeza

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Virgen

Han pasado 2015 años desde que el Niño Jesús naciera y desde que la Virgen María fuera madre y los tiempos han cambiado mucho desde entonces hasta el punto que uno no sabe decir si hemos evolucionado o si hemos involucionado. En muchas cosas hemos ido hacia adelante, sin duda, pero en otras, que queréis que os diga, me da la sensación de que vamos para atrás. Estas son las once cosas sobre la crianza de los niños que asustarían a la Virgen María si levantara la cabeza.

1. No en todas partes se puede amamantar libremente

Porque te dicen que eso no puedes hacerlo ahí y deberías irte o meterte en el lavabo o porque te dicen que si lo quieres hacer te tienes que tapar, que puedes incomodar al resto, alucinaría viendo que ha pasado el tiempo y los bebés no pueden ser alimentados ahí donde lo requieran.

2. Muchos padres siguen pegando a sus hijos para educarles

Que seguro que por entonces ya se hacía, y que algunos padres eran quizás mucho más agresivos, a tenor de lo que puede leerse en La Biblia, pero oye, que han pasado más de 2.000 años y sigue sucediendo. Seguro que dejaría caer los brazos y diría algo así como "Madre mía, ¿pero es que en tanto tiempo no han sido capaces de encontrar métodos más inteligentes de enseñar a los niños lo que está bien y lo que está mal?"

3. Que muchos padres apenas pasan tiempo con sus hijos

Porque tienen que trabajar más horas que un reloj para sacar su casa adelante, porque no tienen que trabajar tanto pero les dedican poco tiempo, porque alguien les ha dicho que están mejor en una escuela infantil, porque...

4. Que como no pasan tiempo, les llenan de regalos para demostrarles "su amor"

Asistiría sorprendida a una escena en la que los padres se quitarían de encima la culpabilidad de pasar poco tiempo con sus hijos haciendo regalos a los hijos, que acabarían por dar un valor exagerado a esas pertenencias y acabarían por creer que es eso lo que da la felicidad, tener cosas.

5. Que muchas mujeres critican a otras por su manera de criar a sus hijos

Por cómo les alimentan, por cómo les tratan, por cómo les cuidan, por lo que hacen, por lo que dejan de hacer, por cómo les hablan, por cómo no lo hacen, por cómo les llevan, por cómo no les llevan, por ser madres que se arreglan, por ser madres que no se arreglan, por trabajar, por no trabajar, por dormir con los niños, por no hacerlo, por respirar, por no respirar...

6. Que los niños no se relacionan con los animales ni con la naturaleza

Jesus

Se sorprendería al ver que los niños conocen a los animales por los dibujos animados, que los caricaturizan, y que aprenden el sonido que hacen por las "aplicaciones educativas" de las tablets, pero que apenas se relacionan con ellos, como no lo hacen con la naturaleza, hasta el punto de no apreciarla y, en muchos casos, ni siquiera respetarla.

7. Que los niños no aprenden según sus ganas de aprender, sino que se les llena la cabeza de cosas que no les interesan

Vería asombrada que en vez de poner al alcance de los ojos de los niños escrituras, y niños más mayores leyendo y comentando lo que leen para despertar en ellos las ganas de aprender a descifrar las letras, se les obliga a leer cuando aún no tienen el interés por hacerlo.

Y vería que en vez de enviar mensajes escritos a los niños para que los lean y pedirles que respondan, y así aprendan a escribir, se les obliga a repetir cada letra 30 o 40 veces de manera mecánica y aburrida, para que sepan escribirla, como si no se hubiera descubierto otra manera de enseñar en tantos años.

Y así con todo, llenando sus cabezas de cosas interesantes de manera obligada, antes de que tengan interés por aprenderlo, transformándolas en consecuencia en cosas aburridas.

8. Que los niños comen más cosas que se fabrican que cosas que se cultivan

También alucinaría al ver qué les damos de comer. Que en vez de beber leche de la vaca les damos una cosa llamada "Actimel", que en vez de darles fruta les damos "Zumo", que en vez de darles pan les damos bollitos, que en vez de darles un filete de carne o de pescado les damos nuggets y barritas de merluza y vería asombrada que los niños de ahora no solo comen rarísimo, sino que muchos tienen un serio problema de sobrepeso y obesidad.

9. Que los niños no tienen apenas sitios para correr ni jugar

Se asustaría viendo que el mundo que conoció ya no existe, o al menos que apenas está habitado, pues la gente ahora vive en lugares grises, llenos de asfalto, humo y grandes edificios, donde los niños no tienen apenas sitios para correr ni jugar, por ser ya peligroso. Peligroso porque las ciudades se han olvidado de los niños y su seguridad y peligroso porque parece que cada día hay más loco suelto.

10. Que aunque los tuvieran, muchos no los utilizarían

Y entonces vería cómo viven los niños en sus casas y se horrorizaría al ver que, aunque tuvieran sitio para correr y jugar en las calles, muchos no los utilizarían por estar abducidos por tablets, consolas, teles y móviles, hasta reducir el tiempo de ejercicio, el tiempo de correr, de sudar, a unos ratitios llamados "Educación Física" en el colegio.

11. Que los niños no tienen las mismas oportunidades en la vida

Algo que ya sucedía por entonces, pero que sigue sucediendo ahora y que le entristecería: ver que los niños de ahora no tienen las mismas oportunidades unos que otros, dependiendo del lugar en el que nazcas, la familia con la que vivas, el apellido que tengas o el colegio al que vayas.

Y seguro que hay más

Del 12 en adelante os lo dejo a vosotros. Seguro que se os ocurren muchas cosas que harían estremecer a la Virgen María hasta el punto de ver que en 2015 años no solo no hemos ido hacia adelante, sino que hemos empeorado en muchas cosas. ¿Os animáis a seguir con el listado?

En Bebés y más | Las 11 cosas que debéis tener en cuenta para ser buenos padres, El Papa Franciso recomienda a los padres "perder el tiempo" con sus hijos, La absurda guerra de las madres: dejemos de juzgar cómo cada una cría a sus hijos


¿Crees que no decirles a los niños la verdad sobre Papá Noel y los Reyes Magos es mentirles? La pregunta de la semana

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No decir la verdad es sinónimo de mentir, pero cuando se trata de los niños y la Navidad, hay un matiz mágico. A mí no me gusta hablar de mentir, sino de "alimentar una ilusión", pero hay muchos padres que no son partidarios de que sus hijos crezcan creyendo en personajes como Papá Noel o los Reyes Magos.

La pregunta de esta semana es muy interesante y puede llegar a ser un buen debate para aquellos padres que tienen dudas sobre cómo hablar de la Navidad con los hijos, así que os preguntamos:

¿Crees que no decirles a los niños la verdad sobre Papá Noel y los Reyes Magos es mentirles?

Por favor, responded a la pregunta haciendo click en el enlace de arriba. Os dirigirá a nuestra sección Respuestas, donde podréis ver las demás opiniones.

La pregunta de la semana pasada

Por su parte, y también sobre temática navideña, esperando haberos inspirado para elegir los regalos para los peques, os hemos preguntado ¿Cual ha sido el juguete que más le ha gustado a tu hijo?

anamare nos contaba:

Mis hijos con los juguetes que más han jugado es con los playmobil y con los utensilios de la cocinita (no tengo una cocinita supergrande sólo utensilios y comida, juegan en el suelo o en cualquier rincón). A los mayores como juego de mesa el que más les gusta es el Monopoly (eso de tener billetes les encanta). También juegan mucho con la Play Station, les gusta mucho el minecraft y aunque yo era de las que no los quería frente a una pantalla he de reconocer que este tipo de juegos también tiene su parte "positiva", ayuda a mejorar la percepción espacial y fomenta la creatividad. Sin embargo, muchas veces los veo jugando con cualquier cosa que no son juguetes: cajas de cartón, cuerdas, haciendo cabañas con las sábanas, y un juguete "estrella" han sido unas ruedas del carro de bebé que iba a retirar. Son del casualplay, las dos de delante que van juntas y son grandes. Parecen un torno de cerámica, se sientan encima y las hacer rodar. Creo que lo podían patentar como juguete, un éxito seguro.

Por su parte, taniagarcia1 nos decía:

El juguete que mas usa ( todavia ) es un buho del ikea que es una tonteria que le regalamos cuando tenia creo que 2 años y medio, es tipo marioneta. Bueno, pues es como su hijo, porque duerme con el, juega con el, si juega a otra cosa ahi esta el buho con ella !! Esta ya gastado despues de 3 años con él, pero intenté cambiarselo por otro nuevo, y no lo quiere, solo quiere a su buhin como ella le llama :)

Ahora la nueva pregunta para esta semana ya está disponible y recordad que tenéis una semana para responderla. Hacedlo por favor en la sección de “Respuestas” y no respondiendo a esta entrada, si respondéis aquí no las podremos tener en cuenta para la semana que viene.

Foto | iStockphoto
En Bebés y más | Mentiras piadosas que les contamos a nuestros hijos

Los mejores posts sobre crianza del 2015

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Criar sin castigos

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Una pareja de mamás lesbianas convierte en viral las imágenes de cómo crearon su familia

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14 razones por las que deberías tener más de un hijo

Dos o más hijos

¿Estáis en esa fase en que os planteáis si aumentar la familia o no? Este artículo os puede ayudar, ya que presenta 14 razones para tener más hijos, desde las más profundas a las más "prácticas", seguro que encontráis un buen motivo... ¡y dispuestos a aumentar la tasa de natalidad!

27 cosas que han de saber los niños a los 12 años (y mejor que las conozcan por ti)

Lo que los niños de 12 años deben saber

En este post se habla de amistad, de machismo, de drogas, de sexo, de felicidad... Temas importantes que los niños deberían conocer antes de crecer demasiado y, cómo no, mejor que los conozcan por los padres. ¿Cuáles de estos 27 asuntos consideras imprescindibles?

Un estudio confirma que los niños se portan peor con las madres que con el resto de adultos

Los niños se portan peor con mamá

Se trataba de un estudio falso, como os confirmábamos dos días después de publicarlo, pero no os perdáis lo que decía porque casi todo parecía real, ¿o no os pasa a vosotros que vuestros niños se portan mejor cuando están en compañía de otros adultos?

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 Siete potentes razones por las que jamás debes pegarle a un niño

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Sin perder el control es posible educar, pero gran parte de la sociedad todavía acepta o permite los castigos físicos hacia los hijos. Pero os ofrecemos potentes razones por las que no debemos pegar a los niños, práctica reprobable que puede ocasionar consecuencias tanto físicas como psicológicas en los más pequeños. Hay alternativas al cachete, se puede educar sin pegar.

Fotos | Thinkstock, iStock

¿Qué contestarías si te llamaran pedófilo por colgar una foto bañándote con tu hija?

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Lo bueno de las redes sociales es que puedes compartir con los demás momentos bonitos de tu día a día. Lo malo, es que no a todos les parecen bonitos esos momentos, y que por el mero hecho de hacer pública tu vida, los demás se sienten con el derecho de criticar y opinar libremente.

Esto es lo que le pasó a Torben Chris, un cómico que quiso compartir con sus seguidores un momento que consideró tierno, bañándose con su hija de dos años, y que acabó siendo criticado por ello, acusado de pedófilo. ¿Qué contestarías si te hubiera sucedido a ti? Esto es lo que contestó él:

Me han comentado que algunos me tachan de pedófilo porque me baño con mi hija de dos años. Otros me dicen que incito a la pedofilia y que no es apropiado que mi hija me vea desnudo o que me vea orinando. Oigan, un adulto y un niño pueden estar desnudos y juntos. No hay nada de malo en que un padre lave la vagina o el culo de su hija cuando es una cría. Por el contrario, es totalmente asqueroso si nadie la lava y descaradamente injusto si sólo puede hacerlo su madre. Si no pudiéramos estar juntos desnudos, naceríamos con ropa. El desnudo junto a tu hija no es obsceno sino natural. Un padre con su hija en la ducha no es pedofilia, sino diversión.

¿El cuerpo desnudo sigue siendo tabú?

La imagen que ha compartido Torben no es una imagen que yo habría compartido, precisamente para ahorrarme los comentarios absurdos de mucha gente, pero no puedo criticarle porque estoy completamente de acuerdo con él. No hay nada obsceno en estar desnudo y creo que es muy sano mostrarnos así a nuestros hijos e hijas.

Vamos, en mi casa el desnudo es de lo más normal y de igual modo que los dos nos hemos duchado con nuestros hijos, lo haríamos igual si fueran niñas (y yo lo haría también, obviamente). Sé que muchos padres no ven bien que sus hijos les vean desnudos, o no se sienten cómodos, pero yo, de verdad, no veo nada malo en ello, precisamente porque ni los adultos tenemos intenciones obscenas ni, por supuesto, los niños.

De hecho, les sirve para conocernos más, para saber cómo son los cuerpos adultos, para que sepan cómo serán ellos de mayores y para que vean que estamos cómodos con nuestro cuerpo, a pesar de sus "imperfecciones".

¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo pueden vernos desnudos? No sé, ¿hasta siempre? No creo que haya una edad máxima a partir de la cual tengamos que empezar a escondernos de nuestros hijos, aunque el tiempo hace que cada vez nos vean menos porque ellos empiezan a ducharse solos, por ejemplo. Quizás sea un buen momento si el niño dice "Papá, ¡que vas desnudo!", aunque yo respondería "Sí, ¿y?". Hablo de ese momento en que sales de la ducha y te vas a vestir, no de sentarte a comer o a ver la tele desnudo, que quizás lo hagan algunos padres pero a mí me parece demasiado, y no por ellos, sino por mí.

Siempre y cuando los padres estén cómodos

Ahora va la pregunta clave: ¿Y si los padres están incómodos mostrándose desnudos? Pues entonces que no lo hagan. La desnudez es natural, pero tienen que estar cómodas todas las partes, así que si los padres no quieren que sus hijos les vean desnudos pues igual es mejor que no suceda, aunque si por accidente les vieran, lo recomendable es no montar una escena: los niños no deben ver la desnudez como algo negativo o a esconder, pues deben aprender a amar sus cuerpos, sean como sean.

Vía | Yahoo
En Bebés y más | Cuando tu bebé nazca es mejor que lo bañes tú (o podrían hacerle esto), ¿Puedo bañar a mi hijo si está enfermo o le han vacunado?

Cómo y cuándo decir la verdad a los hijos sobre Papá Noel y los Reyes Magos

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Estamos a solo dos días de que llegue Papá Noel a los hogares de millones de niños y a un par de semanas de que lleguen los Reyes Magos, y de que los niños vivan, en consecuencia, la "magia" de la Navidad. Son dos tradiciones muy arraigadas en nuestro país y es habitual que los niños crezcan creyendo en todo ello, hasta que llega una edad en que lo descubren por sí solos o los padres optan por revelar la verdad: ¿Cómo y cuándo decir la verdad a los hijos sobre Papá Noel y los Reyes Magos?

Le mejor edad según los psicólogos

Dicen los expertos que los niños son capaces de pensar de manera abstracta a partir de los 7 años, y que por lo tanto la edad en la que pueden entender mejor que Papá Noel y los Reyes no son reales ronda los 7 a 11 años, que es en realidad cuando la mayoría lo descubre o se entera por sus padres.

¿Nunca?

En contraposición, hay quienes, como yo cuando era niño, hubiera preferido que no me lo dijeran nunca. Al menos por cómo me lo tomé. Era la Navidad del 89 y yo tenía ya 10 años. ¡Diez años! Los 10 años de entonces no son los 10 años de ahora, y además yo fui un niño muy introvertido que llegó a alucinar tanto con la Navidad, a interiorizarla de tal manera, que negué toda posible evidencia de que todo fuera una invención y llegué hasta esa edad convencidísimo de que Papá Noel y los Reyes Magos existían (por esta y otras cosas mi mujer sufre cuando me intentan "vender" algo, porque cree que diré que sí, o incluso que algún día acabaré absorbido por alguna secta).

El caso es que con mis diez años, y hablando con mis abuelos para explicarles con toda mi ilusión lo que me habían traído los Reyes, mis padres consideraron que la cosa había ido ya demasiado lejos y me cogieron a un lado para explicarme que todo era una ilusión que habían creado desde siempre y que como ya era muy mayor tenían miedo de que los niños se rieran de mí por seguir creyendo en ello. Como dicen en Faros, la revista digital del Hospital Sant Joan de Déu:

Hasta ahora, ningún estudio psicológico ha indicado que los niños padezcan secuelas o guarden rencor a los padres, por haberles ocultado la verdad tanto tiempo.

Pues bien, ese día, en ese momento, solo tuve ganas de coger los regalos y metérselos por... bien, mejor no lo digo. Me enfadé muchísimo, me sentí engañado, pero tampoco dije nada porque acababan de regalarme varias cosas que me hacían muchísima ilusión. No dije nada, pero me quedé helado, inexpresivo, y me abrazaron, y trataron de explicármelo de otra manera, con más abrazos, pero yo ya no oía nada. Mi mente se quedó ahí, en ese instante, petrificada, y recuerdo el momento, pero no sé qué pasó el resto del día. Probablemente jugué con menos ilusión que nunca. Y todo por el engaño, por sentirme estafado, por haber creado castillos en mi imaginario y luego derribarlos de una patada.

Así que si por entonces me dijerais cuándo es el mejor momento, diría: "Nunca". Pero entonces yo habría llegado, quién sabe, a los 11 y los 12 años, me habría enterado no sé cómo, y quizás me habría enfadado más por un engaño de tanto tiempo, o menos, por ser más mayor, a saber. Vamos, que ahora les entiendo, pero por entonces les odié, y mucho.

No hay una mejor edad

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Por eso tengo claro que no se puede decir cuándo es la mejor edad. A mí quizás me hubiera faltado un añito más de cocción, a pesar de mis 10 años, y mi hermano pequeño, por ejemplo, se enteró a los 7 años y no le supuso mayor problema. Tengo que decir, también, que con 7 años di un aviso a mi madre porque un niño me dijo la verdad: "mamá, hoy un niño me ha dicho que los reyes sois los padres, ¿es verdad?" y ella me aseguró que el niño me había mentido. Esto hizo reafirmar mi convicción en ellos y, obviamente, aumentar mi cabreo posterior.

Digamos, pues, que lo aconsejable no es marcar una edad en el calendario, sino crear la magia, la fantasía, la tradición, y esperar a que tu hijo te vaya dando señales o pistas. Hay padres que a los 6-7 años se lo dicen a sus hijos para que no se enteren por boca de otros niños y, sin quererlo, convierten a sus hijos en "esos niños que van contando a los demás la verdad". Por eso, vale más no descubrirlo de manera impactante, cuando no sospechan nada, contrarrestando sus creencias de manera brusca de modo que quieran revelar el secreto a otros niños, sino dejar que suceda poco a poco:

  • Si un día te pregunta porque ha oído algo, no le mientas, no le digas que es mentira. Pregúntale qué cree, y así sabrás hasta dónde llegan sus sospechas.
  • Si ves que lo tiene clarísimo, no le des más vueltas, le aclaras que es una tradición, que se hace para mostrar a los niños que hay personas buenas que disfrutan haciendo felices a los demás sin pedir nada a cambio y le explicas cómo pueden ser las Navidades a partir de ese momento (si hay niños más pequeños guardando el secreto, haciendo también regalos para los demás, preparándolo todo si quiere, etc.).
  • Si ves que no lo tiene muy claro ("mamá, creo que es imposible que hagan magia y lleguen a todas las casas del mundo"), puedes jugar aún con la tradición explicándole que a veces hay ayudantes que hacen que sea posible, y que incluso a veces piden ayuda a los padres para que les echen una mano.
  • Si se enfada, acepta su opinión y su sentimiento, no se lo niegues, y permítele que se exprese y pregunte, y le explicáis que lo último que queríais era mentirle y hacerle enfadar, y que todo responde a un juego, a una leyenda, a una tradición que se hace con los niños para que entiendan la época como de amor, de felicidad, de dar a cambio de nada, y que habéis disfrutado mucho haciéndole feliz cada año.

Yo nunca les he mentido

No sé si fue la mejor opción, o si podríamos haberlo hecho de otra manera, pero en mi casa decidimos no tener que decirles nunca la verdad, no diciéndoles nunca la mentira. Celebramos Papá Noel y les dejamos regalos como si fuera el grandullón con renos, al igual que celebramos los Reyes, pero no exageramos la película ni nos escondemos al comprar las cosas (si lo hacemos es para que sea sorpresa), ni creamos más leyenda ni magia alrededor de los personajes. Por eso Aran (el mediano) sabe desde los 4 años quién les regala las cosas y Jon (el mayor) supongo que desde una edad similar. Guim tiene tres años y sinceramente, aún no sé qué cree. Pero de esto os hablo mañana, por si queréis guardaros todavía las opiniones al respecto (buenas y malas, que yo las acepto todas siempre y cuando se hagan con respeto).

Fotos | iStock
En Bebés y más | ¿Crees que no decirles a los niños la verdad sobre Papá Noel y los Reyes Magos es mentirles? La pregunta de la semana, Cuento de los Reyes Magos: cuando toca hablar con los hijos sobre la Navidad, La espiral de mentiras navideñas

Cómo celebramos la Navidad en mi familia no creyente

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Ayer hablamos de cómo y cuándo explicar a los niños la verdad acerca de la Navidad y al final os dejé una pincelada de cómo lo hacemos en mi casa. No quise extenderme porque para eso estoy hoy aquí, para daros una muestra de cómo celebramos la Navidad en mi familia no creyente y cómo tratamos el tema de las tradiciones y la "magia" de Papá Noel y los Reyes Magos.

En mi casa no tenemos belén

Hay muchas personas no creyentes que ponen belén en casa por tradición. En mi casa no. No, porque eso supondría tener que explicar a los niños quién es esa familia, y como no creemos que en realidad existiera, para nosotros no merecen estar ahí más que otros personajes de ficción que igual nos gustan más, nos caen mejor, ni más que personajes históricos que quizás sí hicieron algo importante y nadie les recuerda.

Pero sí tenemos árbol, con sus luces y adornos. Un árbol pequeño, iluminado en base a una tradición que se inició en Alemania en los hogares de clase alta, poniendo velas en los árboles, allá por el siglo XVIII. Cuando se inventó la bombilla, Edward H. Johnson, un inventor socio de Edison, decidió poner unas bombillas especiales en el árbol de Navidad de su empresa, en 1882, y décadas después empezó a extenderse su uso hasta nuestros días, y extendiendo la iluminación al hogar de cada uno. Vamos, que lo hacemos por tradición: árbol, algunas luces, alguna figura, motivos relacionados con Papá Noel y para de contar.

Comidas y cenas

El día de Navidad nos juntamos todos en casa de mis padres y celebramos la Navidad. Nos decimos Feliz Navidad, cuyo significado viene a ser el mismo que "pásalo bien estos días, que te vaya todo genial". El día 26, en casa mis suegros, otra comida. No celebramos la nochebuena de ninguna manera especial con el resto de familia (hace años sí, pero si nos vamos a ver el 25 y el 26, para qué?), así que hacemos una cenita en casa unos años más especial y otros años menos, según sean las ganas. Y el día 6 celebramos el día de Reyes en casa de mis suegros comiendo todos juntos de nuevo.

O sea, hay Papá Noel y hay Reyes, pero tan mágico es el gordinflón de la barba blanca y el traje rojo como mágicos son los Reyes, y si saben que vienen porque en su día le trajeron regalos al Niño Jesús lo sabrán por otros, porque nosotros no les explicamos esa historia, a menos que nos pregunten. Para nosotros, y para ellos, representan a la ilusión de dar algo a alguien a cambio de nada, que no tiene por qué ser algo material, sino tener un detalle, ser un poco mejor persona, regalar sin que importe demasiado el qué.

Su carta de Papá Noel y Reyes

Esto no es algo en lo que hayamos pensado, pero nuestros hijos no hacen carta. Unos años habían hecho, pero desde hace dos o tres años no. Les vamos preguntando un poco qué quieren y ellos mismos van seleccionando qué prefieren. Al final, unos días antes, les decimos a ver qué les hace más ilusión y este año todo ha quedado en una cosa el mayor, dos el mediano y el pequeño, bueno, lo quiere todo (todo lo que ve en la tele "¡yo lo quiero!"), así que se conformará con lo que sea.

Pero no les regalaremos una sola cosa. Hemos ido hablando estas últimas semanas y al regalo o regalos que han pedido añadiremos las cosas que nos hace ilusión regalarles o pensamos que pueden necesitar.

De magia y personajes inventados

En Cataluña tenemos al Tió, que es un tronco de madera sonriente al que, según la tradición, se le alimenta durante diciembre con restos de comida y fruta y, en nochebuena o Navidad, se le da con un palo cantando una canción para que cague turrón, chocolate, algún juguete, etc. Hay familias que solo hacen el Tió y es el que trae todos los regalos, pero en nuestro caso solo trae alguna cosilla pequeña, por hacer la gracia.

En Navidad viene Papá Noel y el día de Reyes, los tres magos, pero como expliqué ayer, ni les mentimos ni les decimos la verdad. Llevamos a cabo la tradición sin explicarles historias mágicas e imposibles. ¿Por qué? Pues porque no les queremos mentir y porque tampoco queremos luchar contra la tradición. Nos gusta que lo vivan con ilusión y además es muy difícil luchar contra lo que toda la sociedad ha creado. Por ejemplo, Guim tiene 3 años y no sé qué cree, pero ahora mismo me costaría trabajo convencerle de que Papá Noel no existe, ni los Reyes, y que somos los padres los que lo regalan todo. De hecho, probablemente no entendería mucho de lo que le explicara, así que le dejo que se haga él mismo la película que quiera y cuando me pregunte, le diremos la verdad.

Se la diremos como se la dijimos al mediano cuando a los 4 años preguntó si éramos los padres (normal, teniendo en cuenta que muy disimulados tampoco éramos). "¿Tú que crees Aran?". "Yo creo que sois vosotros porque nos preguntáis qué queremos para Navidad". "Pues sí, cariño, pero jugamos a que lo trae Papá Noel y los Reyes. Ah, y no se lo digas a ningún niño, que hay niños que creen que son ellos y se pondrían muy tristes si se lo dijeras". Hasta la fecha, dos años después, no tengo constancia de que haya dicho nada a nadie.

¿Que por qué lo hacemos así? Pues porque yo lo pasé muy mal cuando me dijeron la verdad. Pillé un cabreo de libro, y mira que yo no me enfado fácilmente. Fue tal el desengaño que me llevé que a pesar de la ilusión de cada año, el dolor me hizo sentirme decepcionado, sobre todo porque cuando tuve dudas me mintieron y me convencieron de nuevo de que todo era como me decían ellos.

Por eso y porque a Miriam nunca le mintieron tampoco. Ella me dijo que desde pequeños se ponían cosas en el árbol unos a otros y que recuerda esas Navidades con mucho cariño porque igual que los padres regalaban a sus dos hijas, ellas también regalaban para ellos cosas que pensaban y preparaban desde días y semanas antes. Me pareció tan bonito que quise también eso para mi familia.

Foto | iStock
En Bebés y más | ¿Cómo le explico a mis hijos que habrá una reina maga en la cabalgata?, ¿Traen los Reyes Magos todo lo que piden los niños en sus cartas?, Cuento de los Reyes Magos: cuando toca hablar con los hijos sobre la Navidad

El emocionante vídeo en el que hacen elegir a niños con pocos recursos entre un regalo para ellos o para sus padres

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Juguetesexperimento

No todos los niños van a tener mañana los mismos regalos que los nuestros. Lo tenemos ya todo preparado para mañana y pensado el menú para celebrar con los nuestros la Navidad, pero hay familias donde comerán lo de todos los días y donde muchos niños no tendrán apenas regalos, por no decir ninguno.

Para tratar de concienciar sobre ello se ha llevado a cabo un experimento en el que se pregunta a varios niños con pocos recursos qué querrían para Navidad si pudieran pedir cualquier cosa y qué creen que querrían sus padres, para finalmente decirles: "Solo puedes quedarte con uno de los regalos... ¿cuál eliges?". No os perdáis el emocionante vídeo en el que dan respuesta a esa pregunta.

¿Qué harían nuestros hijos?

Seguro que todos os estáis preguntando lo mismo: ¿qué harían nuestros hijos en la misma situación? No os torturéis: harían exactamente lo mismo. Si fueran niños de una familia sin problemas para llegar a fin de mes probablemente escogerían lo mismo, el regalo para los padres. Quizás alguno dijera que se queda con el suyo, pero tampoco habría mayor problema, al ser el niño consciente de que a los padres no les falta nada.

Pero en la misma situación, todos harían lo mismo, ceder en favor de los demás. Los padres elegirían el regalo de los hijos y los hijos elegirían el regalo de los padres.

Así que si esta noche cuando estéis cenando con vuestra familia, o mañana en la comida, os preguntáis qué estáis celebrando en realidad, pensad en esto: celebráis el tiempo con la familia, poder reuniros con ellos, poder sonreír, levantar vuestras copas y desearos que en la próxima Navidad podáis volver a pasarlo bien todos juntos, comiendo, abriendo regalos y compartiendo risas y amor.

Vía | La voz del muro
En Bebés y más | Cuatro maneras de enseñar empatía a los niños, Por qué algunos niños de hoy en día acaban siendo adolescentes problemáticos, Los 12 errores más frecuentes que cometemos al comprar juguetes a los niños

Si vas a castigar a tu hijo cuidado con lo que se te ocurre: un padre mató sin querer a su hijo sentándose encima

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Castigos peligrosos

A menudo hemos comentado en Bebés y más que el castigo es un método reprobable tanto a nivel educativo, por lo poco útil que es, como a nivel relacional, porque los padres se convierten en jueces y ejecutores de penas a veces desiguales (unos días te cabreas más y otros menos y el castigo es más o menos bestia), a veces motivadas por causas nimias (según tu paciencia, unos días no castigas y otros sí) y a veces humillantes para con los niños, erosionando una relación que debería alimentarse de cariño y no de aspectos negativos.

Vamos, que lo ideal como adultos es tratar de educar sin castigos, pero si no eres capaz de hacerlo, o si crees, a pesar de lo que aquí explicamos, que sí hay que castigar a los hijos, al menos ten cuidado con qué se te ocurre como castigo, porque muchos padres han producido quemaduras serias a sus hijos al meterlos en agua caliente como reprimenda y porque hace unos días un padre mató sin querer a su hijo al sentarse encima porque no se quería ir a dormir.

El nombre del padre es James Dearman, de 31 años, y está acusado de homicidio imprudente después de sentarse encima de su hijo de 6 años como castigo por no irse a dormir. Sucedió en Englewood, Florida, donde James estaba jugando a un videojuego con su novia.

Al parecer, según leemos en Diario Sur, les dijo a sus dos hijos que se fueran a la cama, a dormir, y estos le dijeron que no. Quizás no tenían sueño, quizás querían seguir despiertos para estar con su padre y su novia, pero la negativa no le sentó bien al padre y decidió ponerlos de cara a la pared.

Uno de ellos, el pequeño, se lo tomó como un juego y se dedicó a ir girándose para ver lo que hacían. En ese momento, al padre no se le ocurrió otra cosa que invitarle a que fuera al sofá con él, donde lo tumbó para sentarse encima y, de ese modo, tenerle controlado.

Lo que no pensó el hombre es que sus 122 kilos serían demasiados para el tórax del niño, que no fue capaz de expandirlo para respirar (no sé si alguna vez se os ha puesto bastante gente encima, pero la sensación de no poder coger aire es bastante horrible). El poco aire que pudo coger lo usó para chillar y forcejear, pero su padre ignoró sus quejidos.

Llegó un momento en el que el niño no dijo nada más y Dearman lo interpretó como una rendición del pequeño. Momentos después se iba con su novia a fumar un cigarro al garaje y al volver se dieron cuenta de que el niño no estaba respirando.

Hay que ser...

Pues sí, hay que ser lo que se os ocurra poner detrás de la frase para hacer algo así, pero hay gente que tiene estas ideas, y todo porque activa "el modo automático", ese en el que pierde la paciencia y da rienda suelta a la pena que se le pasa por delante con el fin de molestar, humillar o hacer ver al niño quién es el que manda o cuál es la lección que debería aprender enseguida.

Pero si no castigamos, ¿cómo educarles?

Castigos

Pues ejerciendo de adultos. ¿Qué quiere decir eso? Pues siendo imaginativos y buscando la manera de no emplear el maltrato físico ni psicológico. Para ello hay que explicarles las normas, lo que esperas de ellos, lo que consideras que está bien y lo que consideras que está mal, cómo te sientes cuando hacen algo que no te gusta y cómo te sientes cuando hacen algo que te gusta.

Digamos que el diálogo debe servir para ir cimentando unos valores que deben ir interiorizando poco a poco, a medida que se los explicas y a medida que ven cómo te comportas como padre y como persona. Al final, lo importante es que ellos sean buenas personas porque sientan que deben ser así y no que lo sean para evitar un castigo, porque la motivación será mucho más débil que la propia.

Cuando uno está motivado a ser de cierto modo, cuando cree que debe ser humilde y respetuoso lo será de adulto con mucha más probabilidad que si está motivado a tener un buen comportamiento a ojos de los demás porque, de no serlo, recibirá un castigo. En el segundo supuesto bastará con buscar un momento y un lugar sin vigilancia para hacer lo que quiera sin temor a una posible reprimenda. Y bastará con mentir ("yo no he sido") para intentar salvarse de la pena. Esto, además, aleja a padres e hijos, porque la mentira provoca distancia y porque el daño que provoca un castigo, como he dicho, es capaz de hacer mella en una relación.

Por contra, la confianza, el diálogo, el establecer unas normas claras y explicarlas, y sobre todo, el pasar mucho tiempo con los hijos, haciéndoles sentir respetados, sirve como semilla para que ellos respeten a los padres y respeten también a los demás.

En cualquier caso, si no sabéis cómo empezar, os dejo con esta entrada que escribí hace un tiempo con seis consejos para empezar a educar sin castigos, porque ya sé que la mayoría de los que castigan jamás se sentarían encima de sus hijos, pero eso no hace que el resto de castigos sí sean realmente efectivos y positivos.

Hace muchos años que deberíamos haber erradicado los castigos de los "librillos" de cada maestrillo porque una sociedad se crea desde abajo, desde los niños, y hay que empezar a hacerlo de otro modo para cambiar nuestra sociedad. Pero como no ha sido así, como aún estamos con ello, seremos muchos los que, de vez en cuando, recordemos que podríamos hacerlo diferente, probablemente mejor.

En Bebés y más | "Pensando en los demás": imprescindible documental que muestra que se puede educar sin castigar, Los menores de 6 años no podrán ser castigados en clase, Cinco pasos básicos para criar en positivo y sin castigos


Un niño de 8 años quería aprender a maquillar y su madre le regaló una lección con un maquillador profesional

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Maquillaje

El mundo está cambiando, en muchos sentidos para mal, no me cabe duda, pero en muchos otros para bien, porque los padres de hoy en día están mostrándose mucho más liberales en cuanto a las preferencias de sus hijos de lo que lo fueron los nuestros.

Un niño de 8 años quería aprender a maquillar y cuando lo más habitual en muchas casas habría sido tratar de quitarle la idea de la cabeza ofreciéndole otras alternativas, explicándole que maquillarse y maquillar es algo que hacen básicamente las mujeres o simplemente un "sí, algunos hombres maquillan, pero espera y con el tiempo ya verás si quieres hacerlo o no", su madre le regaló una lección con un maquillador profesional.

El niño se llama Ethan Wilwert y su sueño, hoy por hoy, es convertirse en un artista de maquillaje profesional. Su madre, Season, decidió apoyarle completamente en su sueño y ofrecerle un regalo para que empezara con ello: una lección de maquillaje con el estilista nominado el Emmy Joey Killmeyer.

El maquillador trabajó sobre un lado de su cara para que Ethan viera cómo lo hacía y entonces le cedió las herramientas para que fuera él quién se maquillara el otro lado. El niño disfrutó tanto, se lo pasó tan bien, que su madre dijo, tal y como leemos en Bored Panda, que no recordaba la última vez en que le vio tan feliz y seguro de sí mismo. Era tal su pasión que incluso hubo clientes en el establecimiento que pidieron que fuera el niño quien les maquillara.

El mismo Killmeyer compartió la historia en su Facebook

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Joey Killmeyer, el maquillador, compartió la historia de Ethan en Facebook y no dudó en mostrar su admiración hacia el niño y hacia la madre:

Él lo hizo taaaan genial. Es un chico con mucho talento y espero que sea un gran artista en la vida. Estaba tan emocionado que su madre me dijo que eso le dio confianza para dejarle ser él mismo (...) Esto me muestra que el mundo está cambiando con respecto a cuando tenía su edad y que hay esperanza para los niños que son diferentes. Y si es gay o no, quién sabe. Pero respeto mucho a la madre por dejarlo ser él mismo y descubrir quién es y qué quiere hacer en la vida.

La mirada de la madre lo dice todo

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La madre explicó también que el hacer el curso de maquillaje no define su identidad de género ni su preferencia sexual, pues solo es un niño que está explorando sus gustos y deseos y que ellos como padres deben simplemente animarle a cumplirlos.

Y en cualquier caso, el que hacer un curso o no le definiera sexualmente es irrelevante, porque no cambia nada. Un niño no es gay por hacer dicho curso y no lo es si no lo hace. De hecho, es que da igual que lo sea o deje de serlo. Es un niño con una ilusión y una madre haciéndola posible.

Por eso con lo que yo me quedo y con lo que todos deberíamos quedarnos es con la mirada de la madre, que lo dice todo. Y no me refiero a su mirada en esta foto, sino en la que podemos imaginarnos al verle siendo maquillado y maquillándose cuando dice eso de "no recuerdo la última vez en que le vi tan feliz y seguro de sí mismo". ¿Cómo negarle algo así?

En Bebés y más | ¿Crees que tienes un hijo diferente a los demás y eso te da miedo? No te pierdas este excelente videoclip de HollySiz, El conmovedor vídeo de Ryland y de cómo sus padres aceptaron que era transexual

Los 14 momentos en los que sonríes a tus cuñados cuando teneis hijos y en realidad querrías estrangularlos

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Los cuñados cuando tienes hijos

Acaban de pasar las fiestas de Navidad y eso quiere decir que ahora llegan unos meses de tranquilidad y sosiego, lejos de las miradas y el juicio de tus cuñados. Unos meses (o quizás semanas), porque con mucha suerte no volveréis a compartir mesa hasta la próxima Navidad y con poca suerte os veréis en un cumpleaños dentro de poco, o peor, cualquier fin de semana comiendo en casa de tus padres o de los padres de tu mujer.

¿Que de qué estoy hablando? Sí hombre, ya sabes, de los 14 momentos en los que sonríes o te muerdes la lengua cuando te hablan tus cuñados cuando ahí dentro, en tu cabecita, la sangre hierve y en tu imaginación les estás estrangulando hasta verles agonizar.

1. "¿Y no les dais biberón, con lo bien que va?"

Sucede al principio, cuando sois primerizos y os quieren demostrar que además de primerizos sois unos pardillos y, de paso, justificar la opción que ellos escogieron aleccionándote: porque ellos saben lo que hacen, y hacen lo mejor. "Que sí, que la lactancia materna es lo más natural, pero oye, al final es un rollo porque solo se lo puede dar la mujer y con el biberón se crían igual y ella puede descansar. Además, eso de darle tú el biberón es una pasada, ¿no crees?".

Y tú crees que sí, que seguro que es una pasada, pero que ya que el niño se coge bien al pecho, está engordando bien y la mamá, aunque cansada, está contenta y no quiere cambiar, pues que siga con la lactancia. Y aunque les dices que va bien de peso y tal, te insisten en "lo cómodo que es lo otro, que sabes cuánto toma y lo controlas, en vez de tener que estar dando teta cada dos por tres y en cualquier lado sin saber si ha comido mucho o poco".

2. "¿No crees que lo cogéis mucho en brazos? Al nuestro apenas le cogemos y es mucho más independiente"

"Porque te va a destrozar la espalda y se te van a quedar los brazos hechos polvo, amén de las muñecas, que no veas cómo duelen... el nuestro al principio quería muchos brazos, pero ya le hemos ido enseñando que ni hablar, que tiene que aprender a estar solo porque no va a tenerlo todo en la vida. Míralo, ahí está solo en el cochecito y tan tranquilo".

Y claro, contestas que no te ves capaz de dejarle llorar, que prefieres atenderle, que has leído que es mejor que no lloren... "Eso dónde lo has leído, ¿en internet? Porque ahí no te puedes fiar de nadie, escribe cada lunático...". "No, en un libro de crianza". "Pff, pues vaya tontería. Los niños, de toda la vida, han tenido que aprender que son ellos los que van a tener que sacarse las castañas del fuego y que no pueden depender siempre de sus padres para todo, y cuanto antes lo sepan mejor".

Así que te lo dicen de ese modo, con tal convencimiento, que sí, les estrangularías para no seguir discutiendo. Nunca más.

3. "¿En serio duerme con vosotros? Jajaja, qué mal: este lloró un par de días y ahora es súper feliz durmiendo solo"

"Lo que me faltaba... tener que dormir con el bebé dentro de la cama. Ahí dándome patadas y poniéndome la mano encima. ¡Si es que además eso no puede ser bueno! Mira, de verdad que creo que sois un poco blandos en este sentido. Los niños tienen que dormir en su habitación, en su cuna. ¡Claro que lo pasan mal unos días! Pero luego se les pasa y lo agradecen. No tiene sentido tenerlos siempre en la cama porque mira el hijo de la panadera, que nos explicaba el otro día que tiene pavor a la oscuridad y con 13 años muchas noches va a dormir con ella. ¡Trece años!".

Que tú no le has preguntado cómo lo hacen ellos. Que es que además no te interesa. Que te han preguntado ellos qué tal duerme, y para no mentir has dicho la verdad, que se despierta bastante y que menos mal que lo tienes en la cama, porque si no dormiría peor. Pero no, resulta que ellos saben mejor que tú que tu hijo dormiría mucho mejor solo.

4. "¿Que le habéis puesto las vacunas opcionales? Qué tontería, si son opcionales es porque no son importantes"

"De hecho, es que yo odio los pinchazos... no me gustan nada las vacunas, ni las analíticas ni nada. Lo paso yo peor que mi bebé, así que si pudiera no le ponía ni una. Pero como ahora te dicen mala madre por todo, pues le hemos puesto las que tocan. Pero oye, esas opcionales ni de coña, que he leído por ahí que si no las ponen en el pediatra es porque no serán tan importantes. Además, ya ves... no las lleva y no le ha pasado nada".

Y te dan ganas de decirle "por ahí dónde, ¿en internet?", pero no, te muerdes la lengua otra vez mientras intentas hacer una mueca similar a una sonrisa y te piensas si decir "bueno, nosotros es que hemos pensado que es mejor que no coja una neumonía o una meningitis y que si no están en el calendario es porque no hay dinero en el estado para eso" pero al final te callas y no dices nada para no seguir con el tema.

5. "Pero deja de darle el pecho ya, mujer. Mira el nuestro, está majísimo con el biberón y además duerme como un bendito"

Porque claro, el tuyo se sigue despertando por las noches y el suyo es de museo. Un bebé de museo que, según dicen, todo lo hace bien.

6. "¿Hasta los seis meses sin darle nada más de comer? Pfff, menudo pediatra... este come cualquier cosa que le eches"

Porque no le dan de comer, le echan de comer. Y además, qué más da lo que diga la OMS, la AEP, UNICEF, tu pediatra, tu enfermero y quien sea. Eso de hasta los seis meses leche materna es una barbaridad para ellos: "mi madre con 3 meses me daba de todo, y mira qué bien estoy". "Ajá" (ahora entiendo por qué eres tan capullo). "Así que ya ves, desde los cuatro meses le damos cereales, potitos, fruta y mi madre más de una vez le ha dado verdura, carne, pescado, lentejas ¿verdad, cari? Y sin que nos lo haya dicho nadie. Hasta natillas le di el otro día... ¡¡no veas cómo se las come!!"

(Ya, ya... yo es que al mío sólo le damos teta porque lo que queremos es que se muera de inanición...).

7. "¿Y aún no dice 'mamá' ni 'papá'? Yo lo llevaría al pediatra, porque al nuestro ya le he oído decir muchas cosas"

Cuñadas con sus hijos

No solo es un bebé de museo, es que además es el más listo de los bebés del parque. Tú no le has oído decir nada, pero según ellos sí, habla por los codos. Y quizás sea verdad, pero coñe, eso no quiere decir que el mío sea un lelo solo porque aún no ha dicho mamá y papá cuando aún es un bebé. De verdad, que es que parece que se estén repartiendo las medallas y ellos estén pidiendo a gritos una para su hijo.

8. "¿Y no le castigas con la rabieta que te acaba de montar? Pues vais listos. Yo a este no le dejo pasar ni una"

Porque claro, cuando hay gente los niños a los que se les permite demostrar sus sentimientos pueden llegar a hacerlo, montarte una rabieta porque están nerviosos, o porque no les estás haciendo caso, o porque en ese momento quieren algo, y ahí las miradas de los demás se clavan en tu nuca esperando tu reacción, a ver cómo le castigas.

Y no haces nada que no hagas en otras ocasiones (o lo intentas, porque la presión es importante). Le atiendes, vas con él a ver qué quiere, le explicas las cosas, tratas de encauzar la situación de manera adulta, porque aunque él es un niño, tú eres un adulto, y cuando por fin lo tienes todo solucionado y el niño calmado, resulta que, o has sido muy blando o has tardado demasiado tiempo en solucionarlo: "Buff, anda que yo iba a tener paciencia para eso. Le castigas y listo... anda que no va bien eso de sentarles en un rincón. O le metes el broncazo y ya verás como no lo repite... y si no, le pegas en el pañal".

9. "Pues a mí me pegaron y ya ves, aquí estoy"

Que sería lo que sigue al punto anterior, cuando les dices que no tienes intención de castigarle ni de pegarle, porque no crees que sea un buen sistema educativo. "Pues sigue así, con el diálogo, que ya verás dónde acabas. Mira, al mío no le dejo pasar ni una y ahí lo tienes, que me obedece un montón". "Ya, pero es que yo no quiero un niño que obedezca a todo lo que le digo... quiero que sea un niño con criterio propio". "¿Qué? Jajaja. Eso que lo has leído, ¿en el libro ese de crianza? Pues ya ves que muy bien no te va: mira cómo se ha puesto por una tontería".

(Ahora mismo me estoy viendo apretando tu cuello con todas mis fuerzas mientras golpeo tu cabeza contra el suelo una y otra vez, pero no, parece que es todo fruto de mi imaginación porque te sigo viendo beber de tu vaso con aire de suficiencia).

10. "¿Pero por qué le sigues dando el pecho si ya tiene un año? ¡Si dicen que eso ya no les sirve para nada!"

Y le explicas lo de que sí sirve, que aún alimenta, que aún aporta defensas, que dicen que es muy positivo a nivel de vínculo con el niño... "¿Vínculo? Bah, qué tontería. Mírame a mí con mi hijo: ¡más vínculo imposible!". (Ya veo, ya, que no le haces ni puto caso en todo el día y solo te diriges a él para decirle lo que tiene que hacer o lo que tiene que dejar de hacer). "Lo que vas a conseguir con eso es que se convierta en un mimado y consentido, y que no sepa calmarse solo... porque se lo das cuando llora y entonces no le permites desahogarse, y eso es malo, porque se queda con el estrés dentro".

(Yo sí que tengo el estrés dentro... yo sí que necesito desahogarme...).

11. "No entiendo por qué no lo lleváis a la guardería. ¿Vais mal de dinero o algo? Porque el nuestro se está espabilando que no veas"

"Y lo dejamos todo el día. Mira que a mediodía lo podría coger porque estoy en casa y ya no hago nada más, pero aprovecho para comer tranquilamente, me echo una siesta y todo y luego lo voy a buscar. Sí llora un poco por la mañana, pero sale contento..." (lo ideal sería que entrara contento y saliera contento, o incluso triste por irse, pero nada, tú sigue...). "Y anda que no está aprendiendo cosas. El otro día un niño le quitó un juguete en el parque y se lo quitó y le pegó... anda que no aprenden a defenderse".

(Pues sí, es estupendo que sepas valorar que tu hijo arregla las cosas pegando).

12. "Hemos pensado llevarle al psicólogo, porque es muy movido y no sabemos si puede tener hiperactividad o que es superdotado. ¿El tuyo qué tal, ya habla?"

(Sí, claro que habla, subnormal, si le miraras cuatro segundos verías que hay ratos en los que habla conmigo y con otras personas, y si le preguntaras algo, quizás hasta te contestaría, pero nada, tú cuéntame lo de tu hijo, que me interesa una barbaridad).

"En casa no para, está que lo toca todo y últimamente un poco rebelde, hemos leído que muchos niños superdotados tienen problemas para relacionarse y estamos pensando en llevarle al psicólogo, porque podría ser hiperactivo o superdotado... ya sabes que desde bien pequeño habla mucho, y sabe los colores, los animales... ¡Mira hijo, ¿cómo hace la vaca?! ¡Muy bien! ¿Y cómo hace el pato? ¡Bravo! ¿Y cuántos añitos tienes?".

(Dios, que se acabe esto ya...).

13. Cuando ves que tu hijo juega con el suyo y su hijo pega al tuyo y no deja de quitarle cosas y ridiculizarle...

En ese momento no te están diciendo nada. Pero ves que su hijo está tratando mal al tuyo. Ves que el niño perfecto, el de museo, el superdotado, el bien educado, está abusando del tuyo, el mimado y consentido que ha tomado teta hasta convertirlo en un despojo humano que no es capaz ni de hablar. Y no sabes qué hacer más allá de coger al tuyo y alejarlo de ese niño al que le echas una mirada de "a la próxima...". Ese momento en el que no sabes si ir a sus padres y decirles lo que está haciendo su hijo, a riesgo de que te digan que "es imposible" o "habrá empezado tu hijo" o callarte y estrangularles una vez más en tu imaginación, como si eso sirviera de algo.

14. "Es que vosotros habéis tenido mucha suerte con el tuyo, que se porta genial. Nosotros, ya ves, está hecho un trasto"

Y así hasta que un buen día se dan cuenta de que no parece ser superdotado, no parece ser hiperactivo, pero el niño se porta como los mil demonios. Tú solo ves a un niño mal educado (que no maleducado), al que le han sobrado órdenes y le han faltado abrazos, al que le ha sobrado exigencia y le ha faltado amor. Un niño que no deja de llamar la atención porque siente que no es feliz, que algo falla en su vida, que todo podría ser diferente, pero que no es capaz de reflexionar para llegar a la conclusión de que todo podría haber sido diferente si sus padres no le hubieran tratado como si fuera un experimento y le hubieran tratado como a un niño.

Y tú ahí, murmurando "os lo dije, cabrones, que lleváis años dándonos por culo con el niño, que lo estábamos haciendo mal, que vosotros lo estábais haciendo genial y ahora no soportáis lo que habéis creado... y encima os pensáis que es porque ha nacido así, y resulta que nosotros hemos tenido suerte y a vosotros os ha tocado el niño con carácter, y os convencéis de que si no lo hubierais educado así sería todavía peor... que si os pillo ahora os estampo contra el suelo y...". "¿Estás diciendo algo? Parece como que murmuras...". "No, no... digo que sí, que menos mal que hemos tenido la suerte de que nos haya tocado un niño cariñoso y comprensivo. A ver qué os dice el psicólogo... ojalá vaya todo bien." "Eso espero, tío, porque estoy que hay días que no puedo más con él".

Fotos | iStock
En Bebés y más | Qué duro es ser padre cuando el entorno no te apoya (I) y (II), ¿Saco a mi hijo de la guardería?, Cuando a lo de criar con apego le llega la fecha de caducidad

Los elogios pueden perjudicar a los niños: cómo elogiarlos para que sean mejores

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Los elogios hacia los niños son necesarios. Son una manera de demostrarles que los valoramos, ayudan a mejorar su autoestima y refuerzan su personalidad, pero ojo con los elogios hacia los niños, porque aunque las intenciones sean buenas, no todos valen. La forma en que elogiamos a los hijos es muy importante, pues creyendo que estamos sembrando en ellos la semilla de la motivación, podemos provocar el efecto contrario y perjudicarles.

Carol Dweck, profesora de psicología de Stanford, pionera en predicar que hay que elogiar a los hijos, cree que los padres no estamos entendiendo el punto. Ella se basa en la idea de que hay que elogiar a los niños por su esfuerzo mejor que por su inteligencia. Los niños que son alabados por su inteligencia renuncian a asumir nuevos riesgos, en cambio, los niños que son alabados por su esfuerzo, son motivados a mejorar. Hablaremos entonces de cómo elogiar a los hijos para que sean mejores.

¿Qué es la mentalidad de crecimiento?

"Todos podemos cambiar con esfuerzo" es el lema de Carol Dweck, autora del libro Mindset. La mejora siempre es posible. Y esto es aplicable a todos los niveles para cualquier niño (y cualquier persona).

No es lo mismo decirle a un niño "Eres el mejor, sigue así" que " Te felicito por el esfuerzo que has hecho". El niño que no comete errores es alabado por su inteligencia innata. Lo elogiamos por lo listo que es, por lo que el niño se quedará con esa percepción que tenemos de él y no tendrá interés por ir más allá. Desarrolla una actitud mental conformista, Dweck lo llama, una mentalidad fija.

En cambio, un niño que comete errores, que fracasa, desarrolla la capacidad de aprender de sus errores. El miedo al fracaso inhibe el aprendizaje, pero un niño que saca provecho de esos errores y se esfuerza por mejorar y aprender, evoluciona. Dweck lo llama una mentalidad de crecimiento.

Elogiar el esfuerzo, no la inteligencia

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Dweck realizó un experimento con más de 400 niños de doce escuelas de Nueva York: les sometía a una prueba muy fácil consistente en un puzzle. Una vez terminado, se le decía la nota a cada niño, seguida de una frase de elogio. La mitad de los niños eran elogiados por su inteligencia; la otra mitad, por su esfuerzo.

A continuación, se les permitía escoger entre dos pruebas diferentes. La primera opción se describía como una serie de puzzles más difíciles, pero se decía a los niños que si lo intentaban, aprenderían mucho. La otra opción era un test fácil, parecido al que ya habían hecho.

Una simple frase de elogio pareció tener mucha influencia en los resultados: del grupo de niños felicitados por su esfuerzo, el 99% escogió el conjunto de puzzles difíciles: un reto más, intentarlo es lo bueno. Por su parte, la mayoría de los chicos elogiados por su inteligencia se decidieron por el test más fácil.

Pero no se trata sólo de esfuerzo

Pero ojo, una mentalidad de crecimiento no se trata sólo de esforzarse. El esfuerzo es la clave, pero no es lo único. Está muy bien empatizar y felicitar el esfuerzo, pero tras el esfuerzo, tiene que haber una reacción. Es importante darles herramientas para que busquen nuevos enfoques, que prueben nuevas estrategias y así puedan conseguir el objetivo, que es aprender.

De otra manera, estamos alabando la persistencia, pero no estamos fomentando la mentalidad de crecimiento. No es consolarlos, sino motivarlos a mejorar.

La clave para inculcar una mentalidad de crecimiento es enseñar a los niños que el cerebro es como un músculo que se fortalece con el esfuerzo y la perseverancia.

En lugar de decirles, por ejemplo "No todos somos buenos para las matemáticas", un maestro o un padre debería decir: "Tal vez las matemáticas no son tu punto fuerte, todavía". El poder del "todavía" deja la puerta abierta al aprendizaje.

Pongamos un ejemplo: Si tu hijo de 2 años está encastrando bloques de construcción para hacer una torre y no lo consigue, debemos motivarle a seguir intentándolo y elogiar su esfuerzo. Pero no quedarse solo en ese paso, porque con los elogios no conseguirá construir la torre.

Lo importante es enseñarle posibles caminos hacia la consecución de su objetivo. "No lo has conseguido todavía, pero prueba a dar vuelta el bloque o prueba con uno más grande". Cuando crezca, será él mismo quien seguirá intentando soluciones para conseguir sus objetivos.

En un estudio longitudinal que ha realizado Dweck en colaboración con la Universidad de Chicago encontraron que los niños cuyos padres enfocaron sus elogios al esfuerzo cuando tenían uno, dos y tres años, cinco años más tarde eran más propensos a asumir retos difíciles y a intentar mejorar que los niños que habían recibido elogios enfocados en su personalidad como "Eres el mejor", "eres la más inteligente".

Elogiar el proceso, no el resultado

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¿Entonces no elogiamos a nuestros hijos porque puede ser contraproducente? A todos nos gusta que nos alaben, y de hecho las alabanzas pueden ser muy positivas, pero hay que hacerlo con sabiduría.

No tenemos que elogiar en nuestros hijos la inteligencia o el talento, sino, como dice Dweck, "elogiar el proceso en el cual el niño se involucra: su esfuerzo, sus estrategias, su enfoque, su perseverancia, su progreso. Alabando el proceso se crean niños fuertes y resistentes."

Es decir, no quedarse en el "Muy bien, te has esforzado" o "Has hecho tu mejor esfuerzo", sino motivarles a progresar con un "Te felicito por tu esfuerzo, ¿qué puedes intentar ahora?"

El poder de creer que se puede mejorar

Para profundizar más en la teoría de la mentalidad de crecimiento de Carol Dweck podéis escuchar esta interesante Ted Talk titulada 'El poder de creer que se puede mejorar'.

Vía | QZ
Más información | Escuela con cerebro
En Bebés y más | Las alabanzas exageradas pueden ser contraproducentes en niños con baja autoestima, Las alabanzas en la escuela, ¿mejor en público o en privado?

No debe ser fácil: los padres de Luken le apoyaron para ser Lucía, ¿lo harías tú?

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La pequeña Lucía, de cuatro años de edad, se ha convertido en la menor más pequeña de España en conseguir un cambio de nombre. Al nacer fue bautizada como Luken (Lucas en euskera) por ser un niño, pero su género le ha preocupado siempre tanto, y ha sido tal su ilusión por ser una niña, que sus padres decidieron apoyarle para que fuera Lucía.

A continuación os explicamos la historia de este niño que quiso ser una niña y de cómo los padres lo afrontaron, y para reflexionar un poco sobre el tema os lanzamos la pregunta: ¿qué haríais vosotros?

Mamá, ¿aunque tenga pene puedo ser una niña?

Así es como ayer tituló El Mundo la historia de esta familia, a través de esta frase que Luken le dijo a su madre cuando tenía tres años.

Siempre le había gustado todo lo que socialmente se relaciona con lo femenino: juguetes determinados, disfraces de personajes femeninos, vestidos... y lo que comenzó como un juego pronto se convirtió en algo más cuando empezó a hablar castellano (en euskera los artículos son neutros) para poder definirse a sí mismo en femenino: “Soy guapa, soy una niña...”.

A partir de ese punto, sus padres decidieron empezar a buscar información al respecto, porque una cosa es jugar con cosas que suelen gustar más a las niñas pero que perfectamente pueden ser usadas por los niños, y otra es que tu hijo te diga continuamente que no es un niño, sino una niña. Contactaron con la asociación Chrysallis, especializada en menores transexuales, y con otros especialistas, y tomaron la decisión de no contrariar a Luken. Así, cuando les preguntó si a pesar de tener pene podía ser una niña, le respondieron que sí, que tanto había niñas con vulva como niñas con pene.

Según la madre, en palabras a dicho diario: “La cara de alegría que puso con sólo tres años... Son de esos detalles que te hacen saber que no nos estamos equivocando”.

De Luken a Lucía

El pasado mes de septiembre los padres decidieron solicitar al juzgado de Tolosa el cambio de nombre en el Registro Civil. Un mes después, aún con cuatro años (cumplió cinco en diciembre), se lo concedieron, y Luken pasó a ser Lucía, un nombre que a ella le gustó mucho y que fue idea de un hermano mayor.

Desde ese momento todo su entorno empezó a tratarle oficialmente como niña y ahora es Lucía para todos, pero no todo acaba aquí, porque en su DNI sigue apareciendo una “M” que dice que es un niño.

Y es que el cambio de género solo se realiza cuando se es mayor de edad y se lleva al menos dos años de tratamiento con hormonas o se ha realizado la operación de cambio de sexo, aunque, todo hay que decirlo, esta norma lleva un tiempo estudiándose para modificar estos requisitos por otros menos restrictivos. Y es que si Lucía quisiera practicar deporte en un equipo femenino, por ejemplo, con otras niñas, no está claro que por ser considerada aún varón pueda hacerlo.

¿Y si vuestro hijo os dijera que es una niña con tres años?

Incomprensión. Eso es lo que recibiríais muy probablemente, si vuestro hijo os dijera que es una niña, se comportara como tal, y optarais por cambiarle el nombre y dejarle ser quien dice ser.

Incomprensión, porque en el mismo diario le preguntaron a la madre lo que mucha gente piensa: “¿Tan claro tenían que Lucía era una niña?, ¿no han pedido el cambio demasiado pronto?”. Y es que lo más fácil es considerar que un niño de tres o cuatro años no tiene la edad suficiente como para saber quién es, e incluso para saber quién quiere ser.

Lo habitual es pensar que es un capricho, que está imitando algún patrón familiar, a la madre quizás, a una profesora, o a cualquier mujer o personaje ficticio que admira, y que disfruta haciéndose pasar por niña, hasta el punto de hacer creer a los padres que de verdad lo es, que quiere serlo.

Pero para dar una opinión, claro, tendríamos que conocer a Lucía y ver cómo es su día a día, y ver cuán segura está de que es una niña y no un niño, lo feliz que le hace que le llamen así y, por el contrario, saber cómo se sentía (o se siente) cuando aún alguien le dice o recuerda, de algún modo, que era un niño.

Y sabiendo esto, si se tiene claro que ella lo siente así, lo más lógico es apoyarle y estar ahí con ella para lo que haga falta. Vamos, es que yo lo veo tan claro que me cuesta creer que haya un debate alrededor de esto, a pesar de que soy consciente de que lo hay. Basta con ver los comentarios a dicho artículo para tenerlo claro.

Y ojo, que esto no quiere decir que no sea duro. Nosotros hemos querido titular esta entrada empezando por ello, precisamente porque aunque hacia tu hijo lo tengas clarísimo, de cara a la sociedad, de cara al “qué dirán”, es una decisión muy complicada que no es más que el principio de lo que está por venir y de lo que Lucía va a tener que vivir.

¿Y si luego de mayor vuelve a pensar que debería ser Luken?

Seguro que es la segunda pregunta que más se hace la gente... porque si por la edad que tiene podría ser un capricho y los padres atienden a esa demanda, la consecuencia puede ser esta, que Lucía de mayor cambie de opinión y quiera ser de nuevo Luken.

Pues si esto sucediera, los padres harían lo necesario para revertir la situación. Pero no tiene por qué suceder, y de suceder no tendrían nada que echarse en cara. Ellos han escuchado a su hija en todo momento y le han permitido que vaya definiéndose en base a lo que le hace sentir más cómoda, que no tiene por qué ser siempre lo mismo.

Hay personas transgénero que lo son porque no se sienten a gusto con el cuerpo que tienen y la identidad que se les asigna, que deciden cambiar para tener el otro género y que acaban por darse cuenta de que, aunque allí están más cómodas, tampoco se sienten completamente representadas. Y es que vivimos en una sociedad con unos roles a veces tan definidos, que lo que sale de ahí no es siempre bien aceptado y que puede no ser compartido por algunas personas.

Dicho de otro modo, puede ser que llegue un día en que Lucía sienta que no está a gusto siendo Lucía, pero siga siéndolo porque, ante la posibilidad de ser Luken de nuevo, lo prefiera. O no, es posible que no llegue ese día y que la niña sea feliz siempre siendo Lucía, y quizás entonces todos tengan que callarse y confirmar que lo mejor que pudieron hacer estos padres fue permitir a su hijo ser quien sentía que debía ser.

Foto | Francisco Orosio
En Bebés y más | El conmovedor vídeo de Ryland y de cómo sus padres aceptaron que era transexual, ¿Crees que tienes un hijo diferente a los demás y eso te da miedo? No te pierdas este excelente videoclip de HollySiz

Síndrome del niño rico: cada vez más frecuente entre nuestros pequeños

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Sindrome Nino Rico

Hace poco saltaba una noticia en Estados Unidos que le ha dado la vuelta al mundo por lo peculiar que ha sido: Ethan Couch, un joven que pertenece a una familia millonaria, se libró de la cárcel después de haber matado a 4 personas por conducir ebrio gracias a que un psiquiatra le diagnosticó affluenza o 'síndrome del niño rico'; tras lo sucedido, violó la libertad condicional y huyó del país. Aunque lo grave no es la huida sino toda la historia que hay detrás, ha removido un tema que al parecer cada vez se oye más: los desórdenes que provoca en un niño el tenerlo todo en exceso.

Otra epidemia social a la vista

Cuando he empezado a investigar sobre el tema me ha venido a la mente el tema de la obesidad infantil: este tipo de patologías se presentan en masa y se deben a corrientes que se van tornando normales, como lo es en Estados Unidos el hecho de desayunar, comer y cenar hamburguesas.

Al parecer los padres no somos conscientes de las consecuencias que pueden tener actos como darles a nuestros hijos todo lo que piden. Sin embargo poco a poco se ha ido convirtiendo en algo normal y cada día se presentan más casos de niños con desórdenes relacionados con este comportamiento, tanto que al final puede que lo terminen convirtiendo en epidemia... otra más de la avalancha de consumo que provoca nuestra sociedad día tras día.

¿Cómo podríamos identificar señales tempranas de un niño que puede verse afectado?

Existen señales que pueden alertarnos de forma temprana, desde escuchar decir al niño frecuentemente que se aburre a pesar de tener la habitación llena de juguetes y aparatos hasta verle estresado o con fobias repentinas. Según declaró Ralph Minear, el autor del libro 'El niño que tiene de todo en exceso' a la Revista Semana, existe una lìnea delgada línea entre los padres que saben còmo ayudar a sus hijos a desarrollar todo su potencial y aquellos que los presionan excesivamente:

Cuando se ha cruzado ese lìmite, el niño se vuelve desdichado, intranquilo, irritable o presenta síntomas físicos y emocionales. Con gran frecuencia incurre en comportamientos perjudiciales, como el consumo de alcohol o la utilización de drogas prohibidas

La presión que ejercemos sobre ellos, uno de los detonantes

Seguramente a todos los padres nos preocupa que nuestros hijos sean felices, pero también que reciban la mejor educación posible y que tengan todas las herramientas para que puedan llegar a ser unas personas de éxito. Sin embargo no todos nos paramos a pensar en la presión que podemos estar ejerciendo sobre ellos para que lleguen a todas las actividades a las que les hemos apuntado... el tener una agenda repleta de cosas para hacer todos los días de la semana puede llegar a ser muy contraproducente para ellos.

Preocuparse por meter al niño a cursos para que esté más avanzado que los otros de su entorno es una de las acciones más frecuentes hoy en día. Combinarlo con otras características como exceso de libertad, de información, de responsabilidades y de exigencias puede llegar a ser un cóctel demasiado peligroso para un niño.

Cuando el niño llega a estresarse, puede que termine manifestándolo en forma de rebeldía. Tengamos presente que son pequeños y que gestionar sus emociones es algo que irán aprendiendo poco a poco, así que debemos estar atentos a las señales que nos envían a través de su comportamiento.

¿Se necesita ser rico para sufrir de este síndrome?

Obviamente no. A veces los padres hacemos esfuerzos muy grandes para que nuestros hijos tengan la mejor educación, el último juguete o un viaje inolvidable... el problema llega cuando ellos no son conscientes de todo lo que tenemos que realizar y de lo que nos tenemos que privar para hacerlo posible.

Darles gusto en absolutamente todo lo que piden, ya sea porque queremos que ellos tengan todas las cosas con las que nosotros soñamos o porque queremos evitar una rabieta, es el error más frecuente que cometemos los padres... lo malo es que la mayoría de las veces pensamos que les estamos haciendo felices cuando en realidad estamos provocando el caldo de cultivo para que pase todo lo contrario.

¿Qué podemos hacer para evitarlo?

Yo recuerdo que de pequeña tenía claro que mis padres tenían que trabajar mucho para mantener a la familia. No recuerdo en qué momento lo entendí, pero si que me explicaron cómo funcionaba, que las cosas había que pagarlas y que para conseguir el dinero papá y mamá tenían que trabajar. Creo que lo importante es involucrar al niño con la vida real, explicarle el porqué de las rutinas, qué significa ahorrar, ir a la compra y por qué a veces podemos darnos gusto con un capricho y por qué a veces no.

También es importante ser conscientes de que premiarles a través de cosas materiales no siempre es una buena idea. Ellos deben entender que al igual que todos en casa, tienen responsabilidades que deben cumplir (por ejemplo, recoger los juguetes cuando han terminado, ayudar a mamá a poner la mesa o simplemente hacer los deberes). Está bien darles una sorpresa de vez en cuando, pero creo que debe ser una cosa esporádica y no lo habitual.

En definitiva, es vital enseñarles a nuestros hijos a valorar lo que tienen y lo que con tanto cariño les damos. No solamente porque es una parte fundamental de la crianza, sino porque es algo que les va a servir para el resto de la vida.

En Bebés y Más | Diez consejos para hacer de su hijo un delincuente (I), El 17% de los niños y adolescentes tienen trastornos de conducta

Siete libros para mejorar la autoestima de los niños

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Los libros son una gran herramienta para ayudar a los niños a superar situaciones que les preocupen de la vida cotidiana. A través de los relatos se sienten identificados como parte de la historia, contribuyendo así a fortalecer ciertos aspectos de su personalidad.

Hoy hemos buscado libros para ayudar a los más pequeños en la búsqueda de sí mismos, una búsqueda en la que los padres debemos acompañarlos para se sientan siempre amados y escuchados. Os recomendamos entonces siete libros para mejorar la autoestima de los niños y la confianza en sí mismos.

Orejas de mariposa (libros para soñar)

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Un precioso cuento con moraleja en el que tener las orejas grandes, el pelo rebelde, ser alto o bajo, flaco o regordete es lo de menos. Mara es una niña con gran autoestima a pesar de que el resto de niños se meten con ella. Las ilustraciones son geniales.

Puedes conseguirlo en Amazon por 12,34 euros

La vaca que puso un huevo

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No es nuevo, pero es un libro que a mis hijas les gustaba mucho de pequeñas. Es una historia muy sencilla de una vaca, Macarena, que no sabe montar en bici ni andar en dos patas como las otras vacas, pero se convierten en la protagonista de la granja porque ha puesto un huevo. Muy recomendable para los niños más pequeños, de 3-4 años que se divertirán con las rimas y las ilustraciones.

Puedes adquirirlo en Amazon por 13,30 euros

La niña que no quería cepillarse el cabello

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Es la historia de una niña que se niega a cepillarse el pelo y su cabeza empieza a ser invadida por ratoncitos que se quedan a vivir en su cabellera. Reivindica el ser genuino, defender la propia personalidad por encima de todo, y las ilustraciones son bellísimas, de la galardonada Nicoletta Ceccoli. En Amazon por 11,40 euros

Malena ballena

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Malena es una niña que va a la piscina y los demás niños se meten con ella por su sobrepeso, pero descubre un truco que hace que todo cambie. Una realidad que viven muchos niños hoy en día, y que viene bien para reforzar su autoestima y confianza en sí mismos. Es una lectura recomendada para menores de 6 años.

Lo encuentras en Amazon por 12,25 euros

Comino

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Lo primero que me gusta de este libro es su título: "Comino". Es un niño que se siente minúsculo frente al universo de estrellas, pero aunque pueda parecer pequeño e insignificante, descubre algo que lo hace sentir especial.

También en Amazon por 15,20 euros

El elefante encadenado

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Un libro de Jorge Bucay ideal para trabajar la autoestima en los más pequeños. Y también muy interesante para que los padres reflexionemos sobre cómo queremos criar a nuestros hijos.

Una fábula tradicional que nos habla de la importancia de conocer nuestras capacidades y posibilidades, con ilustraciones de Gusti. Puedes encontrarlo en Amazon por 13,30 euros.

Yo

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'Yo', de Philip Waechter es también un libro ilustrado, ideal para los más pequeños. Cuenta la historia de un oso que a pesar de ser fantástico, enorme y grandioso, también tiene momentos en los que se siente pequeñito. Muy bonito para hablar de autoestima con los más pequeños y la relación con los demás. Recomendado para menores de 6 años.

Puedes encontrarlo en Amazon por 24,54 euros

En Bebés y más | Cinco libros para niños inquietos

Los 14 consejos sobre crianza que todos los padres saben pero pocos cumplen

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Estoy bastante cansado de oír a los padres decir que "los niños vienen sin manual de instrucciones", como si en realidad fuera necesario algo así y no fueran capaces de educar a sus hijos sin dicho manual. Si hablan en broma no me importa, claro, pero es que veo a padre realmente afligidos, como sin rumbo, sin tener muy claro si están haciendo lo correcto, cuando en realidad ya saben cómo educar a los hijos.

Por falta de confianza, porque se los han contado y no han creído que es el modo más lógico de educarles, porque prefieren hacerlo como lo hicieron con ellos sus padres, etc., el caso es que hay un montón de consejos sobre crianza que todos conocen pero que luego, por la razón que sea, no llevan a cabo. Pues os los contamos hoy: los 14 consejos sobre crianza que todos los padres saben pero pocos cumplen.

1. Trata a tu hijo con el mismo respeto con que a ti te gustaría que te trataran

Si no lo has oído nunca como consejo seguro que lo has oído como mandamiento de la iglesia: no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti, o ama a tu prójimo como a ti mismo. Es una manera de decir que a tu hijo debes tratarle con el mismo respeto con el que tratas a cualquier adulto, y con el mismo respeto con el que te gustaría que te trataran, tanto ahora como cuando eras niño.

2. Comunícate con él para explicarle lo que vas a hacer

Y no solo porque cuanto más le hables antes hablará él, sino sobre todo porque una buena relación se basa en la confianza y en la comunicación. Empieza desde que es pequeño explicándole lo que vas a hacer en cada momento, si le vas a vestir, si le vas a bañar, si luego vais a jugar, si vais a dar un paseo, si toca ir a comprar. Así se acostumbra a oírte y tú te acostumbras a comunicarte con tu bebé, que luego será niño y que necesitará igualmente de tu diálogo para seguir aprendiendo a vivir.

3. Ponte en su lugar

Tanto cuando es un bebé como cuando ya es más mayor. Una de las causas de que muchos padres se distancien emocionalmente de sus hijos, y les hagan sentir mal, es que no logran entenderles. Quizás esperan más de ellos, quizás les exigen lo que no son capaces de hacer, o quizás se enfadan porque ven en ellos los mismos defectos que ellos tienen. El caso es que la reacción de los padres puede no ser justa y se darían cuenta de ello si lograran empatizar con su hijo, ponerse en su lugar y tratar de entender lo que sienten, cómo lo sienten y por qué. A veces basta con hacer ese ejercicio y hablarlo para acercar posturas y tratar de encontrar soluciones constructivas.

4. Dile que le quieres

Que parece una obviedad para ellos, pero no lo es. A todos nos gusta sentirnos queridos, y seguro que muchas veces necesitan que les digas lo que sientes. "Soy muy feliz de tenerte aquí", "me encanta que seas mi hijo", "te quiero mucho" y cosas así les ayudará a sentirse amados y parte importante de la familia.

5. Pídele que haga lo que tú haces, no lo que no haces

Sé coherente y no le pidas que haga aquello que tú no haces. Sólo tienes autoridad moral para pedirle que haga lo que sí haces, porque al final es más importante el ejemplo que las palabras. De ese modo es mucho más fácil que interiorice los valores como propios y haga las cosas porque considere que deben ser así, más que porque "papá me ha dicho que lo haga porque sí, y punto".

6. Pasa tiempo con él

15 consejos de crianza

Para que una relación sea adecuada, para que fluya, para que haya confianza y amor, debe haber comunicación y debe haber tiempo juntos. Disfruta de su presencia, haz que disfrute de la tuya: jugad juntos, reíros, explicaros historias, cuentos, anécdotas.

7. Pídele perdón si te has equivocado

¿Qué? ¿Pedir perdón a tu hijo? Por supuesto. Si quieres enseñar a tu hijo a pedir perdón cuando se equivoque tienes que ser capaz de pedir perdón cuando tú te equivocas. Si no, correrás el riesgo de que su orgullo y su necesidad de evitar una posible reprimenda convierta sus disculpas en una mentira: "yo no he sido", "es que él me ha dicho que lo hiciera", "es que...".

8. Escúchale cuando tenga algo que decirte

No todo lo que se aprende de una relación padre-hijo es lo que aprende de nosotros, pues mucho lo aprende solo, y no es él el único. Tú tienes que aprender con él a vivir la vida de otro modo, desde su ilusión, su inocencia, su mente pura, su bondad. Cosas que ya has olvidado pero él aún mantiene intactas, de modo que puede darte lecciones de vida increíbles.

Por eso es importante que le escuches, que le prestes atención. A veces te dirá algo increíble, a veces solo querrá resolver alguna duda, a veces será algo intrascendente y a veces quizás te esté queriendo decir algo importante, dando rodeos por no saber cómo expresarlo, y no te des cuenta por estar por otra cosa.

Si nota que no le escuchas lo suficiente dejará de explicarte cosas banales, pero quizás también lo que le preocupa de verdad.

9. No le etiquetes

Todos somos muy dados a etiquetar a las personas para hacerlos encajar en nuestra clasificación personal y ayudarnos a saber cómo proceder con cada cuál, a determinar si queremos mantener o no una conversación, a sentir más o menos admiración, más o menos cariño, más o menos lo que sea. Con los niños lo hacemos también: el pesado, el que no calla, el que habla poco, el tímido, el inseguro, el chulito, el vivaz, el maleducado, el envidioso, el espabilado... y con nuestros hijos podemos caer en el mismo error, que se acrecienta si encima lo verbalizamos: "qué malo eres", "qué desastre", "qué pesado"... No lo hagas. Si algo no te gusta de su comportamiento háblale sobre ello, pero no generalices. Vale más la pena decirle "intenta tener más cuidado la próxima vez, que esta semana se te ha caído dos veces el vaso de agua" que "eres un desastre, no sé ni para qué te dejo beber agua en vaso...".

10. No tengas miedo a decirle que no

Que llevamos un rato diciendo que hay que respetarles, escucharles, dialogar, y parece que al final es el niño el que tiene que tener el mango por la sartén. En realidad, lo que hay que tener en cuenta es que no hay sartén, sino dos vidas que confluyen en el tiempo, con diferentes pasados, diferentes futuros, pero un mismo presente. Digamos que tenemos que ser capaces de ayudarles el tiempo en que estamos juntos para promover que su futuro sea mejor, o al menos para ayudarles a ser quienes quieran ser.

Y en esa función entra el decirles que no cuando creamos que debemos hacerlo. ¿Cuánto? ¿Cuántas veces no? Aquellas en que haga falta, pero teniendo en cuenta que no es mejor padre el que dice más veces "no", sino el que sabe cuándo tiene que decirlo. Porque decirlo demasiado hace que pierda valor y corremos el riesgo de acabar en la absurda escena de decir que no un montón de veces y los niños no hacer caso, acabando por un "si es que no me hacen ni puñetero caso".

El "No" tiene que servir para que sepan que no estamos de acuerdo con lo que están haciendo o van a hacer, y para explicarles el porqué y ofrecer alternativas.

11. No le grites

Va ligado con lo del respeto. Gritarles no es un recurso adecuado porque, o bien se sienten humillados y no aprenden de lo que les estás diciendo, o bien acaban por acostumbrarse a los gritos (como cuando vas al cole y te toca una profesora que grita todo el rato y al final solo obtiene resultados gritando cada vez más), o bien acaban por aprender que es un modo normal y correcto de relacionarse, gritando también a otras personas (a ti) para tratar de obtener la razón.

12. No te conviertas en su mayordomo

Aprovecha que es capaz de hacer muchas cosas, cada vez más, para que las haga. Eso le dará autonomía en su autocuidado y autonomía como persona, ayudándole a crecer y a hacerse responsable de sus cosas. Claro que si lo haces tú vais todos más rápido, pero de ese modo siempre tendrás que hacerlo tú.

13. No le niegues tu consuelo

15 consejos de crianza

Cuando llore, cuando te necesite, cuando pida ayuda. Tú eres quien puede proporcionarle consuelo y no deberías caer en el error de pensar que "ya es mayor para llorar", "ya es mayor para pedir brazos", "ya es mayor para enfadarse de ese modo"... quizás lo sientas al compararlo con otros niños de su edad, pero entonces el error será compararlo, porque quizás sea porque es un niño más sensible o tenga un mayor sentido de justicia que otros niños, y esto puede ser positivo en realidad.

Dicho de otro modo, no todos somos iguales y lo que es importante para nosotros puede no serlo para ellos, y viceversa. Por eso cuando tu hijo pida tu presencia, tus brazos, tu consuelo, no debes negárselo. Poco a poco irá aprendiendo a gestionar esos momentos, pero lo ideal es que ante un problema exterioricen lo que sienten, y no que se lo guarden.

14. Da validez a sus sentimientos

Siguiendo con el punto anterior, hemos de dar validez a lo que sienten, a lo que nos dicen, a lo que expresan. La sociedad está empecinada en dejar llorar a los bebés y en no dejar llorar a los niños, cuando lo lógico es que hagamos lo contrario, que atendamos a los bebés y que permitamos que los mayores lloren, si sienten que deben hacerlo.

Obligarle a guardarse sus sentimientos, negárselos, les hará sentir inseguros consigo mismos, porque pensarán que lo que sienten no es correcto, que está mal sentirse dolido, que no es bueno mostrar dolor e indignación. Si esto sucede, nuestro hijo se convertirá en otra persona relativamente insensibilizada, parte del gran rebaño social que calla aun cuando le están quitando hasta la dignidad.

¿Por qué digo que muchos padres no los cumplen?

Pues porque no tienen tiempo, porque no tienen ganas, porque no pueden controlarse, porque pierden la paciencia. Pierden el respeto a sus hijos porque prefieren controlarles con un grito o una amenaza en vez de explicarles las cosas. No se ponen en el lugar de sus hijos porque no les apetece sufrir, ni que sea en su imaginación, lo que ya vivieron de niños. Les piden que hagan cosas que ellos no hicieron de pequeños y que, en muchos casos, ni siquiera hacen ahora. No pasan el tiempo suficiente juntos, por no decir que no pasan tiempo con ellos. Les dicen demasiado que no, o absolutamente nada por miedo a traumatizarles, se convierten en sus mayordomos para ir más rápido y consideran que el mejor modo de ayudarles a crecer es dejándoles llorar cuando son pequeños, y diciéndoles que no se quejen cuando son mayores.

Y sin embargo, seguro que en más de una ocasión han leído estos consejos, se los han oído a alguien o su sentido común les ha dicho que tiene lógica hacerlo así.

¿Son los mejores consejos? Yo creo que sí, pero cada uno debe decidir si seguirlos o no, claro.

Fotos | iStock
En Bebés y más | Cinco pasos básicos para criar en positivo y sin castigos, ¿Es posible criar con apego cuando tienes tres hijos (o más)?, Cómo criar a los niños para que crezcan felices y no sientan celos por sus hermanos


Babocush: el polémico cojín que sustituye a mamá y papá con un falso latido del corazón

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Babocush

Cada vez que sale un nuevo invento con la intención de ayudar a cuidar y criar de nuestros hijos saltan las alarmas y aparecen los defensores y los detractores. Unos se quejan de despersonalizar la crianza y los otros apoyan el aparato por dejarles un poco de tiempo para poder dedicar a la casa, a algún hermano, o a lo que haga falta.

Según leemos en Cuatro, esto es precisamente lo que pasó hace unos días en Facebook cuando se compartió el vídeo que veréis a continuación, del cojín Babocush: más de 10 millones de visualizaciones y un debate con más de 25.000 comentarios entre los que defendían y atacaban este polémico cojín cuyo objetivo es sustituir a mamá y papá con un falso latido del corazón.

Un cojín para los bebés con reflujo y cólicos

Tal y como explica su creadora en la página del producto, la idea de inventarlo surgió a partir del cuidado de su hijo Harry, que padecía un reflujo que hacía que solo se calmara en brazos, y que solo durmiera sobre su pecho. Como solución intermedia, ponía al bebé encima de ella, sobre un cojín, y cuando se dormía se iba apartando poco a poco, dejando al bebé sobre el cojín los minutos que aguantara, que a veces no pasaban de cinco.

Esto le dio la idea de crear un cojín que, puesto sobre una hamaca, hiciera un poco de mamá o papá, para suplir su presencia en algunos momentos. Un cojín como Babocush, que es suavecito, mullido y que incorpora un latido del corazón para hacerle creer al bebé que de verdad está con alguien que le cuida.

Originalmente está orientado a bebés con este tipo de problema, esos que lloran a todas horas por reflujo, sin embargo, se habla también de bebés con gases, cólicos, y aquí yo diría que entran prácticamente todos los bebés, porque todos lloran un poco más o un poco menos, todos necesitan unos brazos y muchos padres tienen que acabar poniéndoselos en el pecho para recordarles un poco cómo era la vida en el útero, encogiditos y escuchando el corazón de mamá.

¿El invento del siglo o otro intento de desnaturalizar a los padres?

Pues aquí ya que juzgue cada padre y madre. A mí no me gusta en absoluto, sobre todo si se utiliza para procesos normales. Una cosa es que un bebé tenga reflujo severo y llore muchísimo (para lo que hay ciertos tratamientos que les ayudan, tras el diagnóstico), y otra que sea un bebé normal que pide cariño y contacto.

En este segundo caso, lo ideal es que eso se lo proporcione un humano, su padre o su madre. No sólo porque es una persona de carne y hueso, sino porque además de un corazón y un tórax tiene manos que acarician, una respiración y un olor particular, que seguro que envuelven más al bebé que un cojín (¿os he contado alguna vez que muchos adultos sienten calma y paz cuando huelen de nuevo el aroma que desprendía su madre cuando eran pequeños?).

Y ya no hablamos solo del bebé, sino también de los padres. Los procesos normales son eso, normales, y la normalidad hay que intentar no solucionarla en base a ayudar externas. Si no vas siendo tú quien pone remedio, si no vas ofreciendo tu ayuda y tu cariño a tu bebé y todo lo dejas a terceras personas, o a aparatos, pastillas y jarabes, correrás el riesgo de buscar siempre soluciones a cualquier cosa que suceda, aun cuando no sea patológica.

Hablo de las infusiones para los gases, o un cojín enorme como este, de algo para cuando parece que no hace caca, algo para cuando parece que hace mucha caca, algo para cuando duerme poco, algo para cuando no juega solo, algo para cuando no tolera la frustración, algo para cuando no quiere ir al colegio, algo para cuando es muy movido,... el psicólogo para cuando tiene celos, la profesora para educarle, el entrenador para que le haga hacer deporte y la abuela para que le cuide durante el día.

No sé, ¿cuándo hacemos nosotros de padres? ¿Cuándo les damos cariño si no es a través de nuestros brazos cuando son pequeños? ¿Cuándo tomamos las riendas de la crianza de nuestros hijos? A esto me refiero, a que yo nunca compraría nada así porque soy yo, o Miriam, quienes queremos cuidar de ellos, y no lo demás ni los demás, y mucho menos si hablamos de algo que es normal.

Además, ¿esto no es peligroso?

Sí, en la misma página del producto hablan de la muerte súbita, porque como todos sabéis, le mejor posición al dormir para evitar la muerte súbita es boca arriba, que es precisamente la contraria a la que se promueve con este cojín.

Por eso explican que no debe usarse como sustituto de la cuna, sino como un descanso al momento en que el bebé estaría en nuestros brazos. O sea, un liberador de padres para que el niño duerma tranquilo en el cojín solo por el día, y mientras tú lo estés viendo por si acaso.

Vídeo | Babocush
En Bebés y más | Cojín de lactancia, ¿sí o no?‏, Lovenest: cojín anatómico para la cabeza del bebé, Almohada de cuerpo entero para dormir como una reina

Las rutinas que te recomiendan para que los niños se duerman y lo que acaba pasando cuando las pones en práctica

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Lo que pasa por las noches

Una de las cosas que más agota físicamente a los padres es el tema de las noches, del sueño, del lograr que se duerman pronto y te dejen tiempo de cenar y de dormirte a una hora decente para descansar unas cuantas horas antes de ponerte en marcha para un nuevo día. Por eso los padres tienden a escuchar cualquier consejo que pueda ofrecerse al respecto y por eso suelen tratar de seguir las recomendaciones acerca de pautas y rutinas para que los niños duerman mejor.

Hablo de hacer las cosas siempre en el mismo orden, del momento del baño para que se relajen, de una cena tranquila, el cuento y finalmente arroparlos. Sí, esto lo sabemos todos pero ¿qué es lo que acaba pasando realmente?

Haz las cosas siempre en el mismo orden

El consejo tiene lógica. Si siempre haces lo mismo, y en el mismo orden, el niño aprende qué viene después de cada acto y así va preparándose para el momento final, que es el del sueño. Sin embargo, esto lo haces unos días y luego la cosa se estropea porque mamá llega de trabajar a saludar a los niños siempre en un momento diferente. A veces después del baño, a veces durante la cena, a veces durante el cuento... y no sabes qué pasa, ni por qué, pero es llegar mamá, o papá, y desmadrarse todo.

No es que haga nada en concreto, que a veces sí es culpa suya porque los pone como motos con sus bromas, es que su sola presencia ya hace que empiece a reinar el caos en casa.

Súmale eso a que a veces tienen tanta hambre que no te da para bañarles primero, o que van tan sucios que es imposible que coman así, o que uno tiene deberes y pasas más tiempo ayudándole y se te desmonta el invento: imposible hacerlo siempre igual.

El baño para que se relajen

Te lo dicen hasta cuando es bebé, que es ideal hacerlo todos los días, porque se relajan y así se duermen enseguida. Pero oye, que a veces te toca el que en vez de relajarse, se pone a jugar, o a llorar, y resulta que entraba al baño con un poco de sueño y sale con los ojos como platos.

Baño de los niños

Cuando son más mayores, pues la pelea constante: una lucha para que se bañen, porque la frase "¡A la ducha!" es una de esas que no son capaces de descifrar, o bien una de las que no tienes muy claro si la dices o si todo es fruto de tu imaginación. Que lo dices 10 veces y es como si no lo hubieras dicho, o como si oyeran llover. Pasando olímpicamente de ti.

Así acabas por inventarte juegos para que vayan a la ducha, aprovecharlos para ir desnudando al uno, al otro. Metes a uno a la ducha, vas a por el otro y cuando llegas el primero se ha ido no sabes dónde. Entonces lo recuperas y vas con los dos desnudos, uno en cada brazo, y p'adentro. Suspiras porque por fin lo has conseguido y te das cuenta del ratazo que llevas para conseguir que se bañen. Algo que son segundos en tu caso, parece un cuarto de hora... y los cinco o diez minutos del baño se convierten en interminables, porque ¡no quieren salir!

No se querían bañar, pero ahora están jugando y no quieren que les saques, y vas mirando el reloj y ves que un día más, una semana más, un mes más, no vas a conseguir que se duerman pronto. Y oye, que de relajarse nada... que tienen más energía que vosotros dos juntos.

Salen, te lo mojan todo, el suelo perdido de agua porque han hecho no sé qué batalla o ha caído no sé qué tormenta. Los secas, secas el suelo con la toalla, los mandas a ponerse el pijama y acabas de secar el suelo con la ropa sucia, si es que no necesitas ir a por la fregona.

La cena

Ya los tienes con el pijama, toca cenar, y uno que no quiere no sé qué, el otro que quiere comer no sé cuántos, y tú que venga, que a cenar, que es tarde, que se pongan las pilas que "mañana a ver con qué cara os levantáis para ir al cole", y que como no estén por la cena igual no da tiempo ni de leer el cuento.

"A ver si así sentados, comiendo, se relajan un poco ya, porque yo ya no sé...", piensas. Pero a uno se le cae el agua (otra vez, por octava vez esa semana), se moja y moja al hermano, que llora. Entonces se gira y le grita, uno pone una mano por medio, el otro la otra, intentan arrancarse el pelo o pegarse y el otro se defiende y mientras dices ¡Ya vale! ¡No os peguéis! Vas a por dos pijamas más, uno para cada uno (tres, si tienes tres hijos) y los cambias, mientras te das cuenta de que llevas no sé cuántos minutos cenando con ellos, pero de pie.

Cuando por fin han acabado de cenar (o eso crees, porque en los platos parece haber la misma comida que les pusiste), se lavan los dientes, o les lavas los dientes, y en el proceso de escupir pasta o lavarse las manos porque consideran que las tienen sucias, uno vuelve a mojarse el pijama. Pero no llora... solo se ha mojado hasta el hombro, pero parece que le está bien. Entonces le dices eso de "madre mía, cómo vas a dormir así", y optas por cambiarle el pijama. Pero ¡no quiere! ¡Ese le encanta! Le explicas por qué no es ni medio normal dormir con un pijama mojado y le ofreces los súperdivertidos otros pijamas que tiene (si es que tiene más), o uno del hermano, o una camiseta de manga larga, o... hasta que acepta. Se lo cambias, pero oye, "estos pantalones ahora no pegan, mamá" (o papá). Así que busca el pantalón del pijama nuevo, o agrega una pieza de ropa que sí pegue, mientras suspiras de nuevo y te dices "a ver si con el cuento...".

La hora del cuento

Hora del cuento

Y les dices que cojan el cuento que quieren, que ahora vas, mientras tratas de dar un poco de sentido en 30 segundos a tu casa, dando ya por perdido el día (hoy me acuesto tarde, una noche más), y que empiecen ellos (por si en una de esas el mayor le contara el cuento al pequeño), porque total siempre cogen el mismo, que estás hartico ya de explicarlo.

Pero no, están esperando a que empieces tú, porque ya es una tradición. Y te pones a ello. Te interrumpen porque hoy lo estás contando diferente. Te vuelven a interrumpir porque se han dado cuenta de que te has saltado partes del cuento deliberadamente. Te interrumpen de nuevo porque quieren preguntarte algo sobre el cuento. Te vuelven a interrumpir porque quieren preguntarte qué quiere decir "sexual", y cuando por fin cierras la tapa te dicen "queremos otro". Que quieren otro cuento, que no tienen sueño.

Y te pones, qué remedio, a riesgo de acabar durmiéndote tú antes que ellos, que esa posición de semitumbado no veas lo relajante que es, y se dan cuenta de que por momentos cierras la boca porque se te cierran los ojos y te arrancan de ese estado de paz gritando: "¡Papá! ¿Qué pasa ahora? ¡Sigue con el cuento!".

La hora de dormir

Lo que pasa por las noches

Así que lo acabas y les dices que apagas la luz, que a dormir todos, que les quieres mucho y que un besito. Y uno dice "qué hambre, creo que no he cenado". El otro que "quiero agua". Y el de más allá que "creo que mañana tenía que llevar al cole una camiseta naranja", que te espabila de golpe porque a ver de dónde coño vas a sacar tú una camiseta naranja a las once de la noche... Vas al móvil, grupo de WhattsApp "Clase de los delfines", y preguntas por la camiseta naranja. Que sí, que es para mañana.

Vas a por algo de comer para el que no ha cenado y preparas el cepillo para re-lavarle los dientes. Vas a por agua para el otro y rezas por que de entre las sombras o en casa de tu madre, aparezca una camiseta naranja que puedas recoger al día siguiente, bien temprano, de camino al cole, para que el niño la lleve. O eso, o pasando oye, dile que se te ha olvidado...

Y en esas, al final de todo, te acuestas en la cama, agotado, con tu pareja, también agotada, y te sientes un absoluto desastre, con una vida que es un desastre y unos niños que, al menos en el cole, dirán que son un desastre, como sus padres.

Pues esto, más o menos, es la diferencia entre lo que los expertos aconsejan y lo que luego acaba sucediendo en el día a día de una familia más o menos normal, digo yo.

Fotos | iStock, Flickr (Rafiq Sarlie), Flickr (Barney Moss) En Bebés y más | Una rutina antes de acostarlo mejora el sueño del bebé, El método para dormir de Tracy Hogg: una alternativa a tener en cuenta si estás a punto de hacer el método Estivill, Lo que aprendí en un "taller del sueño" para bebés y niños

"Lo mejor no es el pecho, ni tampoco el biberón": el cartel visto en el pediatra que se está haciendo famoso

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Lomejor

¿Cómo se hace esto de ser padre o ser madre? ¿Qué es lo mejor para mi bebé? ¿Dónde puedo leer consejos al respecto? ¿Lo hago bien? Son algunas de las preguntas que muchas madres y padres se hacen en torno a lo que están haciendo con sus bebés, sobre cómo les educan, crían y alimentan.

Con la intención de acabar un poco con todo el tema de los consejos contradictorios y para dar fuerza y valor a las madres, una pediatra colgó un escrito en un tablón que empieza diciendo "Lo mejor no es el pecho; Lo mejor tampoco es el biberón", una madre le hizo una foto y el escrito está haciéndose famoso en las redes.

La autora es Jaione, del blog Más allá del Rosa o Azul, y dice así:

Lo mejor no es el pecho.
Lo mejor tampoco es el biberón.
Lo mejor no es que lo cojas.
Lo mejor tampoco es que lo dejes de coger.
Lo mejor no es que lo tumbes así.
Lo mejor tampoco es que lo tumbes del otro modo.
Lo mejor no es que lo tapes de una forma.
Lo mejor tampoco es que lo tapes de la otra forma.
Lo mejor no es que lo abrigues con esto.
Lo mejor tampoco es que lo abrigues con aquello.
Lo mejor no es que le des purés.
Lo mejor tampoco es que le des trozos.
Lo mejor no es lo que te dice tu madre.
Lo mejor tampoco es lo que te dice tu amiga.
Lo mejor no es que esté con una niñera.
Lo mejor tampoco es que vaya a la guardería o esté con abuelos.
Lo mejor no es que siga ese tipo de crianza.
Lo mejor tampoco es que siga ese otro estilo de crianza.

¿Sabes lo que realmente es lo mejor?
LO MEJOR ERES TÚ.
Lo mejor es lo que a ti te hace sentir mejor.
Lo mejor es lo que tu instinto te dice que es mejor.
Lo mejor es lo que a ti te ayuda a estar bien también.
Lo mejor es lo que te permite a ti ser feliz con tu familia.
Porque si tú estás bien, ellos reciben lo mejor. Porque lo mejor eres tú.
Porque si tú te sientes segura, ellos también se sienten seguros.
Porque si tú crees que lo estás haciendo bien, tu tranquilidad y felicidad les llega a ellos.
PORQUE LO MEJOR ERES TÚ.

Dejemos de intentar decir a cada madre / padre qué es lo mejor.
PORQUE LO MEJOR REALMENTE PARA TUS HIJOS ERES TÚ.

Un escrito genial para mostrar que como padres debemos respetar a los demás

Lo dije hace unas semanas: las madres que dan biberón también merecen respeto, como lo merecen todas las madres que toman diferentes decisiones con el fin de cuidar de sus bebés del mejor modo que pueden o saben. No hace falta estar de acuerdo con su modo de hacer, está claro que todos tenemos una opinión y que todos escogemos nuestro camino, pero sí debemos respetar todas las opciones y eso quiere decir que, en realidad, si no nos preguntan, no somos nadie para dar consejos a los demás.

Además, es genial para todos aquellos padres que andan ya a la deriva, perdidos por tanto consejo contradictorio y sin saber qué camino tomar, pues les dará un poco de paz y tranquilidad en ese sentido, el "tranquila, que lo estás haciendo bien".

Pero un escrito que necesita matices, porque lo mejor no es siempre la madre

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Ni el padre. Claro que cada madre y padre debe hacer lo que considere mejor, pero lo de "si tú estás bien, mamá, él estará bien", no es siempre un consejo adecuado. Yo esa retahíla la he oído en muchas situaciones, y a veces no me han gustado demasiado. Desde el "déjalo en la guardería aunque no trabajes, porque así tendrás tiempo para ti, que lo más importante es que tú estés bien" a "vete el fin de semana con tu pareja y deja a tu bebé con alguien que le cuide, que estará bien... porque lo más importante es que tú estés bien", pasando por el "no te preocupes si llora un poco por las noches, porque le estás enseñando a descansar, para que tú también puedas descansar... porque lo más importante es que tú estés bien".

¿Que vuestro sentido común os dice que eso de dejar a un bebé el fin de semana, o llorar por la noche, no está bien? Pues perfecto. ¿Que vuestro sentido común os dice que sí, que no pasa nada, que lo más importante es que los padres estén bien? Pues perfecto también, pero en este caso el bebé no sé si tendrá tan claro que el que sus padres estén bien suponga un beneficio claro para él.

Dicho de otro modo, el mejor y único consejo que yo daría a los padres que acaban de tener un hijo es: cuando dudes, escucha a tu bebé. Si lo que haces le sirve para estar bien, estás acertando, si le hace llorar, te está diciendo que quizás deberías intentar otra cosa. Él sabe cuáles son sus necesidades y pide en base a lo que considera mejor para su supervivencia y su salud... pues eso es lo que tenemos que intentar hacer. No lo que opine nadie más, ni será siempre lo que a mamá y papá le haga sentir mejor, me temo.

En Bebés y más | Consejos para papás primerizos: busca tu grupo de apoyo a la lactancia, Consejos para papás primerizos: dando el pecho sin interferencias, 12 consejos que como padre le daría a otros padres

Las 7 mejores charlas TED para padres sobre la crianza de los hijos

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Las charlas Ted son conferencias que se organizan alrededor del mundo sobre temas muy variados, desde tecnología, arte, ciencia, economía o educación hasta maternidad y paternidad.

He recopilado las que son para mí las 7 mejores charlas TED para padres sobre la crianza de los hijos. Lo sinceras y cercanas que son estas charlas, con su característico toque de humor, conseguirán que nos veamos totalmente identificados, y rescatemos lecciones que nos tocarán muy hondo y nos harán reflexionar sobre nuestro papel como padres.

Para los padres, la felicidad es una vara demasiado alta. Por Jennifer Senior

¿Por qué ser padres genera tanta ansiedad? **¿Porque la meta de los padres modernos de criar hijos felices es tan difícil de conseguir hoy en día? ** Según la escritora Jennifer Senior, "los niños no son el problema, algo relacionado con la crianza, en este momento, es el problema". En esta sincera charla, nos propone algunas metas más amables y más fáciles de alcanzar como padres.

La enfermedad de nuestro hijo, una lección de vida. Por Roberto D'Angelo y Francesca Fedeli

Una preciosa charla de unos padres con un hijo enfermo. Mario sufrió un ACV (accidente cerebrovascular) perinatal a los 10 días de nacer. Esto ha cambiado profundamente sus vidas. Al conocer la noticia se sintieron frustrados y deprimidos, pero luego reaccionaron para darse cuenta que su hijo les estaba regalado una lección de vida, una oportunidad de ser mejores.

Estoy segura que su experiencia será de gran utilidad para padres que estén atravesando situaciones similares.

Hablemos de tabúes de la crianza de los hijos. Por Rufus Griscom y Alisa Volkman

Son matrimonio y co-fundadores de la web para padres Babble, que probablemente conoceréis. Vienen a hablarnos en una divertida charla sobre los cuatro tabúes más importantes en torno a la crianza de los hijos.

De cómo las expectativas que tenemos como padres luego no se corresponden en nada con la realidad del día a día. Por lo que tener unas expectativas correctas y saber manejarlas, hace de la paternidad una experiencia gratificante.

Criando para cooperar. Cooperando para criar. Por José Luis "Pato" Díaz

Es pediatra neonatólogo y nos habla de la importancia de los primeros meses de vida en el desarrollo del potencial humano. Lleva los conceptos del cooperativismo al complejo universo de la crianza y la paternidad.

Alimentación infantil. Por Carlos González

En el año 2011, en Valencia, Carlos González habló sobre la alimentación de los más pequeños, algo que preocupa muchísimo a los padres, y que el pediatra trata con mucha naturalidad.

Habló sobre lactancia maerna, alimentación complementaria y especialmente sobre la alimentaicón libre de papillas, que incluso cinco años después puede sonar rarísimo a muchos padres.

Cada niño necesita un campeón, por Rita Pierson

Rita Pierson es una profesora con 40 años de experiencia que nos habla de la importancia de creer en los hijos, animarles a correr riesgos y a convertirse en la mejor versión de sí mismos.

Una charla muy inspiradora para tenerla siempre presente en la difícil pero emocionante tarea de criar a nuestros hijos.

Las escuelas matan la creatividad. Por Sir Ken Robinson

Es una gran charla que no podemos dejar fuera cuando hablamos de la crianza de los hijos. Sir Ken Robinson, reconocido a nivel mundial como un experto en creatividad y educación, sostiene que los niños son creativos por naturaleza, y somos los padres con nuestra manera de criarlos y la escuela, quienes los alejamos de esa creatividad.

Los niños no temen correr riesgos ni equivocarse, es el sistema educativo y los padres quienes, sin quererlo, vamos moldeándolos hasta que acaban haciendo lo que nosotros consideramos que está bien hecho. Una charla estupenda, que ha sido vista por muchísimas personas, y que es imprescindible ver si eres padre o madre.

Las ocho cosas que puedes hacer para que tu bebé duerma fatal y te conviertas en una mombie

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Hace unos meses os explicamos qué es una mombie, con un montón de características que la definen, en lo que es un estado al que muchas madres llegan sin querer y, muchas otras, por no saber muy bien cómo evitarlo.

Si aún no tienes unas ojeras como la chica de la foto y quieres conseguirlo no te pierdas los consejos de hoy. Y si quieres evitarlo, también, porque es posible que los estés llevando a cabo: Las ocho cosas que podrías hacer para que tu bebé duerma fatal y te conviertas en una mombie.

1. Cánsalo mucho por el día

No le dejes dormir por el día, que esté cansado, que llegue a la noche cayéndose de sueño, que haya dormido poco... seguro que mucha gente ya te ha dado este consejo, que es perfecto para lograr que duerma cada vez peor.

Quizás te lo dicen con otra intención, para que duerma mejor, pero es poco probable que funcione así, por lo que si quieres ser una mombie vas por el buen camino haciendo esto, y ahora te digo el porqué: ¿Alguna vez has hecho ejercicio antes de dormir? Porque si lo has hecho sabrás que luego cuesta conciliar el sueño. ¿Qué tal duermes los días que llegas agotada a la cama? Te duermes enseguida pero luego tienes un sueño bastante intranquilo, ¿verdad? Pues en los bebés es igual. Si llegan pasados de rosca porque los acuestas tarde, o cansados porque has intentado que lleguen en ese estado, es muy probable que duerman bastante mal.

2. Deja que llore

De igual modo, un gran método para conseguir que el bebé duerma mal es dejar que llore por el día, o lo que se conoce más comúnmente como "no lo cojas, que se acostumbra". Dejándole llorar logramos que pase más tiempo nervioso, que empiece a activar los centros cerebrales que se encargan de provocar los mecanismos de lucha o huida y que en vez de sentirse tranquilo, confiado y seguro, se sienta amenazado.

Esta intranquilidad por el día sucede también por la noche y el bebé se despierta más a menudo porque considera que debe estar alerta. Dicho de otro modo: en ausencia de un cuidador que le haga sentir seguro (llora y no se le atiende), el bebé toma la iniciativa y decide ser él mismo quien esté atento a posibles peligros.

3. Estimúlale antes de dormir

Esto lo hacen muy bien los papás que trabajan hasta la tarde y cuando llegan quieren saludar a su bebé. Lo cogen, le dicen lo precioso que es, lo alzan en el aire, le dicen cosas que le hacen activarse y, en definitiva, le estimulan cuando podría estar quizás cogiendo el sueño.

Yo he pecado siempre de esto, cuando llegaba quería estar con mis hijos, así que la liaba parda... luego el bebé no se quería dormir. Y claro, lo que pasa es que acaban "pasados de rosca", que queremos entonces que se duerman cuando ya se han vuelto a espabilar, están todavía más cansados y entonces no solo cuesta el doble que se duerman sino que encima duermen peor.

4. Invita a la familia para que lo cojan por el día

Cómo hacer que duerman peor

Que te vengan a visitar por el día, y como en la foto, que se apelotonen a verle, tocarle y hablarle como si fuera una atracción de feria o similar. Que lo cojan, que vaya de brazos en brazos, que haya calor, ruido y mucha felicidad en el ambiente. Todo esto el bebé lo retorna a sus padres por la noche en forma de llantos y nervios, como consecuencia de lo que ha recibido durante el día.

5. Dale un baño (si no le gusta)

Que no hacen más que decirte que lo ideal es darles un baño para que se relajen y hay bebés que lo que hacen es ponerse aún más nerviosos. Porque no les gusta bañarse y lloran, o porque les gusta tanto que se ponen como motos, los hay que salen de la bañera con los ojos mucho más abiertos que como entraron. Si la intención es esa, no dudes en bañarlo cuanto más tarde, mejor.

6. Deja que se duerma llorando

Un gran consejo para lograr que duerma mal. Si se duerme llorando se duerme estresado, cansado, y cae rendido por agotamiento, por no haber sido atendido, porque no se puede llorar eternamente... Viene a ser lo mismo de lo que hemos hablado en los anteriores consejos: cuanto más agobiado, ansioso y preocupado se duerma, peor dormirá. Pero ojo... si lo haces cada noche, y con cierta asiduidad, tu hijo puede entrar en un estado de "vale, ya me he dado cuenta de que no me vais a hacer caso, que estoy solo en esto y que no me vais a atender", y que lo que pase es lo contrario, que aprenda que aunque pide ayuda, no la va a obtener (aquí cada madre y padre debe decidir si quiere que su hijo se sienta atendido o no).

7. Pon la calefacción como si fuera verano

"Es que he leído que la casa tiene que estar a 24 grados". Bueno, pues depende. Si estar a 24 grados supone que paséis todos mucho calor, está claro que no es la temperatura ideal. Y menos si luego vas y le pones un pijama bien gordo y encima le plantas una manta. Pero como lo que buscamos no es el ideal, déjale que pase calor, que sude, que esté incómodo, que sienta que va a empezar a hacer la fotosíntesis y tendrás mucho ganado: ojeras seguras al día siguiente, y de las que llegan a la barbilla.

8. Dale de comer para que esté lleno hasta la bandera

Como si no hubiera un mañana, como si su vida dependiera de que tomara unos ml más de leche, como si fuera a pasar dos semanas sin volver a comer. Haz lo posible y lo imposible por lograr que llegue a la noche con el estómago lleno y el diafragma bien arriba. Que casi no pueda ni respirar. Como si fuera la cena de Navidad.

Cuanto más lleno esté peor será su digestión, más intranquilo dormirá y lo mismo hasta consigues que vaya vomitando leche... si en una de esas te da por salir a la calle haréis un dueto magnífico: la mombie y el bebé vomitador. Seguro que la gente corre al veros.

En Bebés y más | Qué duro es ser padre cuando el entorno no te apoya (I) y (II), Ser papá: nadie dijo que tener un hijo fuera fácil, ¿Por qué es tan duro esto de tener hijos?

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