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Cómo enseñar a nuestros hijos que no importan los castigos, sino las consecuencias de sus actos

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Madre Abrazando A Su Hijo

En Bebés y más te hemos hablado en diversas ocasiones de que los castigos no son la mejor manera de educar a los niños. Incluso hace un año Lola nos compartía un artículo donde comentaba que después de 50 años de investigación concluían que los azotes no funcionan y son perjudiciales para los niños.

Por eso es bueno considerar dejar atrás ese tipo de métodos correctivos y busquemos alternativas respetuosas que sí sean efectivas para educar a nuestros hijos. En esta ocasión quiero hablarte de cómo enseñarle a nuestros hijos que lo que importan no son los castigos, sino las consecuencias de sus actos.

Personalmente nunca he estado a favor de los castigos físicos para educar o corregir a un niño, incluso desde antes de ser madre ya pensaba así y cuando nació mi hija lo reafirmé. ¿Cómo sería capaz de golpear a esta personita que yo misma concebí y traje al mundo?

Mi experiencia personal con los castigos físicos

Mujer Pegandole A Nina

Nunca antes había hablado de esto en un lugar tan público pero considero importante mencionarlo. Cuando yo era pequeña sí hubo ocasiones en las que mis padres me corrigieron con golpes o me azotaban con el cinto. De solo escribirlo siento que comienzo a temblar.

¿Realmente funcionó esto para enseñarme a distinguir el bien del mal? Yo estoy segura que no. Lo único que logró fue que yo sintiera miedo de mis padres y tuviéramos una relación alejada y dañada. Afortunadamente con el paso de los años pude sanar esa herida y ahora tenemos una mejor relación y ellos han comprendido que ese tipo de crianza no es la que quiero para mi hija.

¿Por qué no importan los castigos?

Principalmente, porque no funcionan. Cuando se castiga a un niño no le estás enseñando qué fue lo que hizo mal, simplemente le enseñas a que si hace ciertas cosas, se le castigará de alguna manera. Pero además de que en realidad no logran comprender el por qué no deben hacerlas, el efecto del castigo es solamente temporal.

Hay una frase que me encanta de un artículo de Armando donde nos da consejos de cómo responder a quienes nos sugieren que pegar a los niños es positivo y necesario: Hacer mal a alguien no puede ser una buena manera de enseñarle a hacer el bien.

Explicar y mostrarle las consecuencias de sus actos

Madre E Hija

Aunque a mí me castigaron ocasionalmente con golpes y tiempo fuera, estoy segura que eso no me sirvió de nada porque recuerdo que al recibir los castigos, yo no comprendía qué había hecho mal. Un simple "te dije que no tocaras eso" o un "obedece" no son suficientes para un niño. Si queremos que verdaderamente entienda hay que explicarle el por qué y las consecuencias de lo que hace o deja de hacer.

Para ello, te comparto algunas sugerencias o ideas que creo podrían ayudar a que nuestros hijos entiendan el por qué hay ciertas conductas que deben seguir.

Demuéstrale la importancia de los valores

Yo aprendí a diferenciar lo bueno y lo malo a base de una educación enfocada en valores. Honestidad, amabilidad, respeto, generosidad, son algunas de las lecciones de vida que están muy presentes en mi manera de actuar.

¿Cómo les hacemos entender cuáles son y por qué debemos respetarlos? Primeramente, dando el ejemplo. Los niños son imitadores por naturaleza y muchas de las cosas que nosotros hagamos, ellos también las harán.

Por ejemplo, podemos explicarles que cuando nos dirigimos a los demás de manera amable y respetuosa, no sólo generas una sensación positiva en el otro, sino que además es más probable que esa amabilidad y respeto regrese a ti. En cambio, si nos portamos altaneros o le exigimos al otro, no solo les incomodaremos, hasta podríamos hacerles sentir mal y que nos rechacen o devuelvan el mal trato.

Explícale la Ley de causa y efecto

Es algo que todos conocemos muy bien: para cada acción corresponde una reacción. Todo lo que hacemos tiene consecuencias, positivas o negativas. Aquí lo importante es explicarles cuáles son las consecuencias de sus actos, para que comprendan la razón e importancia de hacer o no hacer ciertas cosas. Por ejemplo:

  • Si golpeas a otro niño lo lastimas y le haces sentir mal.
  • Si te subes a un lugar alto debes tener cuidado pues podrías caerte.
  • Si le gritas a alguien lo hieres y puede sentirse triste u ofendido.
  • Si no recoges tus juguetes del piso, alguien podría tropezar y lastimarse.
  • Si no comes tus alimentos podrías sentirte débil o sin energía.

Recordemos que la mayoría de los niños que "se portan mal" no saben que lo que hacen está mal. Nuestra responsabilidad es enseñarle entonces el por qué no deben hacer tal o cual cosa, y qué es lo que sucede si actuamos de cierta manera.

Muéstrales que ellos son responsables de sus actos

Así como les enseñamos que toda acción tiene una reacción, debemos enseñarles que ellos son los responsables de lo que ocurra a causa de sus actos. Por ejemplo, si nuestro hijo toma un bote de pintura y lo tira al piso, la consecuencia es que hace un desastre. Ahora su responsabilidad es limpiarlo (acompañado de nosotros pues son muy pequeños aún) y mostrarle que ese tiempo que "perdimos" limpiando algo que pudo haberse evitado, fue tiempo que no pasamos juntos haciendo algo divertido como leer o jugar.

Creo que estos tres puntos nos pueden ayudar a enseñarle a nuestros hijos la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. Así mismo les enseñará a comprender que todo lo que ellos hagan tendrá una consecuencia y de sus acciones dependerá que ésta sea buena o sea mala.

¿Cómo le explicas a tus hijos que lo que importan son las consecuencias de sus actos?

Fotos | iStock
En Bebés y más | "Las consecuencias naturales no son castigos": entrevista a la psicóloga Teresa García (II), Cinco pasos básicos para criar en positivo y sin castigos


¿Te cuesta ser paciente con tus hijos? Una madre comparte un truco para practicar la crianza positiva

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Truco Paciencia Gomas Como padres siempre hacemos lo posible por darle lo mejor a nuestros hijos. Sabemos que de nosotros depende su formación en los primeros años de vida, por lo que intentamos educarlos para que sean personas de bien y con buen corazón. Sin duda no es un trabajo fácil, pero lo hacemos con mucho amor.

Sin embargo, en ocasiones hay situaciones que sentimos que nos sobrepasan y podemos llegar a perder la paciencia, actuando de una manera de la que inmediatamente nos arrepentimos. Sin duda todos sabemos que practicar la paciencia a veces puede ser complicado, así que por eso el truco que comparte una mamá para desarrollarla ha sido recibido con entusiasmo por muchas madres.

Hay días en los que nos sentimos agobiados y en los que problemas ajenos a nuestra familia, terminan afectándonos. A veces, quien recibe inmerecidamente una mala cara o un grito porque estamos enojados o cansados, son nuestros hijos. Pero el truco de esta madre podría ayudarnos a muchos a ejercitar la paciencia y la crianza positiva.

Angel Camden es una mamá de Virginia, Estados Unidos, que al igual que otras mamás de niños pequeños, a veces siente perder la paciencia cuando su hijo de 4 años aparenta no escucharla ni hacer lo que se le pide. Por eso al encontrar un truco que le ayuda a practicar la paciencia y ser más consciente de sus acciones, decidió compartirlo en su cuenta de Facebook.

Hoy probé algo nuevo.

Algo que requería que yo ejercitara mi paciencia con mi irritable hijo de cuatro años. Me puse 5 coleteros (gomas para el pelo) en la muñeca desde que desperté, hasta ahora, justo después de acostarlo para dormir. Estos 5 coleteros representan cada vez que pierdes la calma o le dices algo poco amable a tu hijo. Cada vez que sucede, debes mover un coletero a tu otra muñeca. Para "recuperar" el coletero, debes hacer 5 cosas amables o positivas con tu hijo (bailar, cantar un canción juntos, leer juntos, etc). Leí que la ciencia dice que por cada reacción negativa, se necesitan CINCO reacciones positivas para recuperar una relación positiva. Voy a utilizar este método hasta que se convierta en un hábito y básicamente se convierta en un ritual que haga de manera automática. Me he encontrado muy estresada, golpeando mi cabeza contra la pared todos los días porque no entiendo por qué mi hijo de cuatro años insiste en ser irrespetuoso e ignorarme cuando le hablo. He llegado al punto de llorar al menos en días alternos. Hoy he terminado mi día con los 5 coleteros en la muñeca donde estaban al principio. Estoy muy orgullosa de mí misma por practicar la paciencia con él. Sé que es solo el primer día pero tengo la esperanza de que esto ayude a mejorar nuestra comunicación y nuestra relación. Si te encuentras siendo una "mamá enojada", ¡prueba esto!

La publicación en donde comparte este truco ha sido compartida más de 46.000 veces y muchas madres le han dejado comentarios agradeciéndole que compartiera este truco que pondrán a prueba.

Como madre de una pequeña de casi 3 años sé que estos primeros años suelen ser algo pesados pues nuestros hijos apenas están entendiendo cómo convivir con otras personas, aprendiendo valores e intentando comprender la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal.

Creo que este es un buen truco (y además fácil) para tener presentes esos momentos en lo que sentimos que perdemos la razón y podamos trabajar en ser mejores padres para nuestros hijos.

¿Qué haces tú para ejercitar la paciencia con tus hijos?

Vía | Parents
En Bebés y más | Cómo enseñar a nuestros hijos que no importan los castigos, sino las consecuencias de sus actos, El reto de la paciencia, ¿te sumas?, La etapa de los "Por qué": cómo responder a las constantes preguntas de los niños

El truco de la patata de un padre que consiguió cambiar de humor a su hijo de tres años

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patatas

Es frecuente que los niños pequeños demuestren sus frustraciones con quejas y berrinches. A menudo los padres no sabemos cómo abordar estos momentos en los que nuestros hijos se ponen quejosos o hacen alguna rabieta, pero no lo hacen para molestarnos, simplemente es que todavía son pequeños y aún están aprendiendo a gestionar sus emociones.

Un padre compartió en Reddit un método muy curioso que se le ocurrió a un padre basado en un truco culinario para cambiar el humor de su hijo de tres años: el truco de la patata.

¿En qué consiste el truco de la patata?

Es un truco muy simple. El padre lo ha explicado más o menos así:

"Cuando una sopa o un guiso está muy salado, si le añades una patata, esta absorberá el exceso de sal. Así cuando mi hijo de tres años rezongaba y se quejaba por todo, desde el almuerzo hasta tener que limpiar el suelo para el show que su hermano quería ver, le dije que tenía que dejar de ser tan "salado". Entonces hizo click mi cerebro de padre sarcástico.

Encontré la patata más grande que había y le dije que debía sostenerla hasta que cambiara su actitud. Está muy "salado" y cuando se calme y esté listo para decir cosas agradables, puede soltarla y unirse a nosotros de nuevo.

Y funcionó. Pensó que el truco era tan tonto que su estado de ánimo cambió enseguida. Al principio estaba confundido y quería dejarlo, pero le dije que en ningún caso bajaría la patata hasta que él estuviera de mejor humor para componerse".

Por un lado, el padre utiliza la fórmula de distracción. En lugar de decirle, "no te quejes más", gritarle o regañarle, ha cambiado totalmente el foco de la situación hacia una simple patata. Podemos explicarle que la patata absorbe el exceso de sal y que lo ayudará a eliminar la ira o el mal humor que pueda sentir en un momento dado.

Por otro lado, es un método de autocontrol, una manera de hacerlo reflexionar sobre una actitud que no está siendo correcta y pactar con él un acuerdo: "Cuando cambies tu actitud, puedes soltar la patata".

Aunque puede resultar efectivo para que el niño cambie su estado de ánimo rápidamente, es un método que no funcionará siempre. Cuando suceda fuera de casa y no tenga un patata a mano, ya el truco no tendría sentido. En ese caso habría que buscar otra manera de ayudar al niño a salir de su estado de enfado o de queja.

Igualmente, siempre que se pretenda que el niño modifique de alguna manera su estado de ánimo, una vez que se haya tranquilizado es muy importante que habléis sobre el conflicto o sobre el motivo de su enfado y buscar juntos una solución.

Si simplemente se le hace sostener una patata no servirá de nada. La comunicación, empatizar con él, entender sus emociones y ayudarle a identificarlas es la manera más efectiva de ayudar a tu hijo.

En Bebés y más | ¿Tu hijo explota por todo? Diez consejos para empatizar y ayudarle, La respiración es un método infalible para calmar a un niño cuando está ansioso

"Es el momento, mi pequeña": tras pelarle la fruta cada mañana su padre le explica cómo hacerlo el último día de instituto

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Naranjas

Hace una semana Meg Sullivan, una joven de 18 años natural de Tacoma, en Washington, compartió un tuit en el que fotografiaba una bolsa con su desayuno: dos naranjas y una nota que le había dejado su padre. Lo que no esperaba es que esas dos fotos y las pocas palabras que caben en un tuit tuvieran tanta trascendencia, y es que a día de hoy tiene más de 497 mil "Me gusta" y más de 110 mil retuits.

¿Y por qué tanto revuelo? Pues porque compartió un momento realmente trascendente en la vida de una hija, en la vida de un padre, y en su relación. Ese instante en el que ambos se dan cuenta de que papá ya no estará ahí, ni siquiera para lo cotidiano, como prepararle la fruta para el desayuno cada mañana.

"Es el momento, mi pequeña"

Al parecer, su padre le había preparado el desayuno todos los días desde que iba al parvulario. Y los días que le ponía naranjas se las pelaba para que ella no tuviera que hacerlo. Es cierto que siempre hay un momento en el que un padre dice "Quizás ya sea capaz de pelarlas", y se las pone enteras, pero en el caso de Meg y su padre, ese momento no llegó nunca. Él siempre se las dejaba preparadas para que las pudiera comer sin perder tiempo en pelarlas.

Naranjas2

Así, hasta que llegó el último día de instituto. El último día antes de ir a la universidad. Según leemos en Today, su padre pensó que era un buen momento para hacer algo diferente y enviarle así el mensaje de que ahora era ella la que tenía que hacer las cosas por sí misma. Por supuesto, Meg es muy capaz de pelarse sus propias naranjas, y obviamente muy capaz de hacer muchas cosas sin ayuda, pero su padre, Tom, siempre había estado ahí para simplificar algunas cosas cotidianas, como el desayuno.

En un primer momento barajó la posibilidad de ponerle en la bolsa una nota con dinero dentro. Algo así como "Ya eres mayor, puedes comprarte tu propio desayuno", pero pronto desechó la idea al acordarse de las naranjas. Junto a ellas podría agregar una nota en tono de humor (la que veis en la foto) explicando lo que hay que hacer para pelar una naranja. Así ella se daría cuenta de que tenía que dar ese paso, y a la vez sentiría que su padre aún le prepararía el desayuno si fuera posible.

Junto a las instrucciones, una frase constata que ya es el momento de que lo haga ella y el dibujo de un una cara llorando; un emoticono con lágrimas que dice mucho: "Te echaré de menos", "Ojalá pudiera ir contigo a la universidad, pero ahora te toca a ti", "Crece, pequeña"... No sé, cada uno sacaréis vuestras propias conclusiones.

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Meg, por su parte, explica que simplemente le pareció un gesto gracioso de su padre, pero que tras hacer las fotos se quedó un rato pensativa mirando el detalle y todo lo que representaba, y fue entonces cuando sintió la misma tristeza por esa "obligación" de su padre que ya no podría llevar a cabo por más tiempo. Ella se perderá el momento de cariño de quien te prepara el almuerzo pensando en ti, y él se perderá el preparar algo pensando en su hija.

Los dos pierden, pero es ley de vida. Llega un momento en el que se abre la puerta de casa y los hijos echan a volar. Ese momento en el que solo te queda la confianza de saber que has hecho las cosas bien, o como mínimo del mejor modo que has podido y sabido, y el dolor de no poder sujetarlos un poco más.

En Bebés y más | 27 cosas que han de saber los niños a los 12 años (y mejor que las conozcan por ti), 27 enseñanzas para que tu hija se convierta en una mujer fuerte y feliz, ¿Por qué estoy triste? Saber lo que sienten y por qué lo sienten, las emociones también nos enseñan a vivir

Madre e hija recrean la tierna foto del primer día de preescolar 13 años después, en su graduación del instituto

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Madre Hija Escuela El primer día de clases de nuestros hijos es uno de esos que jamás olvidamos. Para algunos puede ser el primer día de guardería, para otros el primer día que van a preescolar. Independientemente de la edad que tengan nuestros hijos, es el primer día en el que nos separamos de ellos para que comiencen su educación fuera de casa.

Para muchos este día es muy emocional y elegimos plasmarlo para siempre en una fotografía que mantenga siempre vivo ese momento único. Pero hay otro día igual de importante para padres e hijos: el día en que se gradúan del instituto.

Una joven y su madre, decidieron recrear justamente el día de su graduación la fotografía que les habían tomado el primer día de clases cuando era una niña, haciéndose viral la publicación de las fotos lado a lado.

Gabrielle es una chica de 18 años que recientemente se graduó del instituto y comenzará la universidad en agosto. Hace unos días compartió en su cuenta de Twitter dos fotos muy importantes en las que aparece con su madre Lizzette: su primer día de clases y el día de su graduación.

En ambas imágenes podemos ver a su madre abrazando a Gabrielle llena de orgullo y sobre todo, de amor. En entrevista para Buzzfeed Gabrielle comentó que ella y su mamá siempre han tenido una relación muy estrecha. El día de su graduación fue aún más especial pues su madre luchó contra el cáncer de mama el año pasado y logró verla graduarse hace unos días.

La publicación de Gabrielle muestra un momento tan especial en la vida de muchas personas, que miles se han sentido identificados con sus fotografías. La publicación lleva más de 70.000 retuiteos y 276.000 me gusta.

Vía | Buzzfeed
En Bebés y más | "Es el momento, mi pequeña": tras pelarle la fruta cada mañana su padre le explica cómo hacerlo el último día de instituto, Imprimibles gratis para hacerles la foto del primer día de clases

Proponen llamar a los niños "criaturas" para evitar un lenguaje sexista

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ninos-sexismo

La Conselleria de Sanidad del Gobierno de Valencia ha elaborado una guía breve para el uso no sexista del lenguaje con indicaciones para que los trabajadores se dirijan a los pacientes en el ámbito sanitario.

Proponen que en lugar de niños, término que suele usarse para dirigirse indistintamente a niños y niñas, se utilice "criaturas, infancia, menores o niñez" para evitar un lenguaje sexista.

La introducción del tríptico de seis páginas repartido entre el personal de hospitales y centros de salud de toda la autonomía, explica el motivo de la iniciativa:

"Se suele justificar un uso del masculino diciendo que es genérico y abarca ambos géneros, pero el principio de "economía lingüística" y por razones de estilo, pues se suele relacionar un lenguaje no sexista con las dobles formas (por ej. ciudadanos y ciudadanas) pero eso es un tópico falso.

Por este motivo es necesario realizar cambios en el lenguaje que utilizamos de forma habitual para que pueda nombrar a las mujeres que son atendidas en los servicios sanitarios o en el entorno laboral para que se hagan visibles y contribuya a definirlas como personas con identidad propia y no supeditada al genérico masculino, evitando así adjudicarles estereotipos de género".

Entre las palabras y expresiones que propone sean modificados para evitar sus connotaciones sexistas está eliminar el artículo femenino seguido de un sustantivo masculino, como por ejemplo "la médico" o "la presidente", que es un error gramatical. En cambio, sugiere dirigirse a ellas como "la jefa de servicio" o "la directora médica", por ejemplo.

También propone referirse como "personas mayores" en lugar de decir "los ancianos", o "las personas enfermas" en lugar de "los enfermos" para evitar el masculino genérico. Así, sugiere también referirse a "doctores" y "enfermeros" como "personal médico" o de "enfermería", respectivamente.

Una guía que levanta polémica

manual

El escritor Arturo Pérez-Reverte fue uno de los más críticos con los promotores del manual, a quienes llamó "tontos y tontas".

Por su parte, la socialista Carmen Montón, impulsora del manual surgido de la Unidad de Igualdad de la Conselleria de Sanidad, respondió al escritor con estas palabras:

También Javier Fumero, desde su blog en El Confidencial Digital, criticó la inicitaiva recordando una propuesta similar impulsada por la Asociación Médica Británica.

Esta recomendaba a los médicos no referirse a las embarazadas utilizando la expresión “expectant mothers” sino la de “pregnant people” con el objetivo de incluir también a los transexuales que podrían quedar embarazados.

La igualdad no pasa por dejar de llamarlos niños

Los mismo sucede con innumerables términos que utilizamos a diario en nuestra vida cotidiana. Si tenemos hijos de ambos sexos, para referirnos a todos (da igual el número que sean), decimos "mis hijos", pero según el manual deberían llamarse "descendencia".

Para referirnos al padre y a la madre de Juancito, decimos los padres de Juancito, y nos referiríamos de la misma manera si se tratase de dos hombres. Si fueran dos mujeres, diríamos las madres de Juancito. Y lo mismo sucede cuando hablamos de niños de forma genérica. Queremos decir niños y niñas.

¿Creéis que es necesario realizar esta distinción lingüística para referirse a los niños? ¿Llamarías "criaturas" o "menores" a los niños para evitar terminología sexista? Creo que evitar el sexismo no pasa por cómo llamemos a los niños, sino en cómo les eduquemos en igualdad para que sean libres, abiertos, respetuosos y tolerantes.

Foto | Pixabay
Vía | El Confidencial
En Bebés y más | ¿Puede un niño de cuatro años ser sexista?, Separar a niños y niñas en los colegios: el sexismo llevado a las aulas

Los 'Walking Dead' sí existen en la vida real: son los padres

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Mombies

En más de una ocasión mis hijos me han preguntado qué sería lo primero que tendríamos que hacer en caso de que hubiera un apocalipsis zombi, cosa que ha llegado a preocupar al pequeño que aún no tiene claro si los zombis pueden llegar a existir.

Siempre les digo que podemos jugar a que pudiera pasar, pero que en realidad jamás sucederá porque los muertos vivientes no existen. Sin embargo, sí hay personas que caminan un poco parecido y a simple vista podrían engañar un poco. Vamos, que en cierto modo los 'Walking Dead' sí existen: son los padres y madres.

Lo que más importancia tiene para los padres: el sueño

Según leemos en Babycenter, que ha llevado a cabo una encuesta junto al Dr. Harvey Karp, los padres dan más importancia al sueño que al tiempo libre, el dinero o el sexo. Y es que como necesidad básica que es el dormir, en ausencia de descanso lo demás pasa a un segundo plano.

Al preguntarles qué es lo que echaban más de menos de su vida sin hijos, el 34% dijo que era dormir, el 25% expresó que era el tiempo para sí mismo/a, el 17% dijo que era el tiempo romántico con la pareja, el 12% querría recuperar su cuerpo de antes, el 4% el tiempo con los amigos y un 9% era un "nada" o bien "otras cosas".

Y al pedirles que dijeran qué era lo que más les estaba costando como nuevos padres, el 62% mencionó el tema del sueño, el 48% de las parejas habló de la falta de tiempo libre, el 34% expresó que el dinero también era un problema y el 26% dijo que el sexo.

Es decir, varios padres hablaron de más de una cosa, y la que más les estaba trastocando sus vidas era el tema del sueño.

Una media de 5,7 horas de sueño diario

Y es que las cifras revelan que los padres están consiguiendo dormir una media de 5,7 horas de sueño nocturno, que es claramente poco con respecto a lo que necesitaríamos dormir, con un agravante: no es algo de una noche, que luego puedes recuperar a la noche siguiente; es algo que pasa noche tras noche, de manera que la carencia se cronifica de tal modo que acaba afectando en el día a día, y todo porque, como he comentado en más de una ocasión, las parejas estamos teniendo hijos en una época en que la sociedad ya no los espera.

Me explico: claro que "lo normal" hoy en día es tener hijos, que si no los tienes te pueden tildar de egoísta o incluso peor. Me refiero a que el funcionamiento social, el engranaje capitalista, al menos en nuestro país, no prevé ningún tipo de protección o ayuda válida a las parejas por tener hijos (tenemos las bajas maternal y paternal, demasiado cortas; y una reducción de impuestos el año del nacimiento del bebé, totalmente insuficiente), de manera que los padres y madres tienen que seguir cumpliendo con su horario al día siguiente. estén o no muertos de sueño y cansancio.

Esto hace que haya que elegir entre tener comida en el plato o cuidar de tu hijo (porque con un solo sueldo medio ya me dirás cómo vas a vivir), y que sea casi imposible que los padres se adapten a los ritmos del bebé.

Así, aparecen métodos y soluciones mágicas para que sea el niño quien se adapte a nuestros horarios, dejándolos llorar de noche o logrando que, cuando se despierten, no nos busquen. Que no es que no nos necesiten, todo consiste en enseñarles a no llamarnos.

Sin saber qué es dormir 8 horas seguidas en meses

Mombie2

Otra consecuencia es esta, que los padres llegan a pasar meses sin saber qué es dormir ocho horas seguidas una noche. Y en muchos casos hablamos de años. Yo que tengo tres he pasado varios años sin saberlo, al juntar la crianza de los tres, que se iban solapando del uno al otro. Y ella, mi pareja, ni os cuento, que muchas noches les enchufaba la teta y yo ni me daba cuenta de algunos despertares.

Así que creo que seréis muchos los que coincidiréis con esta afirmación, que los padres son los nuevos zombis, a la vista de lo mal que llegan a dormir muchos.

Malas noches que provocan malos días. Días de ansiedad, días de estrés, de cansancio, de darte cuenta de que no puedes dar todo lo que tienes, de discutir con tu pareja por ver cuál de los dos está más cansado para decidir a cuál le toca hacer la cena, planchar o recoger los platos, de darte cuenta de que tu vida está desapareciendo poco a poco en eso de ser madre y ser padre, y que aunque sabes que en algún momento volverás a ser tú, no esperabas que pudiera ser tan absorbente.

Pero al fin y al cabo, o así al menos lo he vivido yo, días de mucho cansancio que acabas dando por buenos a cambio de sus risas, de verlos disfrutar, jugar, dormir y respirar, tan perfectos y maravillosos, de verlos crecer y aprender, caminar y relacionarse con otras personas, con otros niños,...

Verlos en el día a día sintiendo el amor más inmenso que se puede sentir por alguien, a pesar de las duras noches y la falta de sueño.

Por eso somos muchos los que, pese a todo, repetimos. Por algo será, ¿no?

Foto | Vídeo de Vintage Marquee Lights
En Bebés y más | ¿Sueñas con dormir una noche entera? Descubre aquí si ya te has convertido en una "Mombie", Tener un hijo sería algo maravilloso y perfecto si durmieran toda la noche

Los "terribles dos años" no fueron tan terribles en realidad

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Madre Hija

Sé que al leer el título de este post algunos padre coincidirán conmigo y otros dirán "qué bueno que ya quedaron atrás". Lo cierto es que quienes ya vivimos los famosos "terribles dos" sabemos que no suele ser una etapa fácil.

Sin embargo, creo que es hora de que dejemos de llamarles así. Ahora que mi hija está a dos días de cumplir tres años, quiero contarte por qué los terribles dos años resultaron no ser tan terribles como pensaba.

¿Por qué tienen esa fama de terribles?

Nina Desorden En Cocina

Si eres madre o padre seguro alguna vez en la vida has escuchado sobre ellos. Hay quienes creen que solo es una exageración llamarles terribles, mientras otros aseguran que ha sido la peor etapa en la vida de sus hijos. ¿Pero por qué ocurre esto a esa edad en particular?

Porque los dos años marcan un antes y un después en la vida de nuestros hijos. Es la edad en la que se dan cuenta por primera vez en sus cortas vidas, que son seres independientes de mamá y papá.

Ya no nos necesitan tanto como antes y llegan a la conclusión de que son capaces de elegir por ellos mismos lo que pueden o no hacer. En esta edad muchos ya comen solos, pueden vestirse sin ayuda y aparece algo que les encanta y comienzan a poner a prueba: el poder de tomar decisiones.

Y es justamente el descubrimiento de esa capacidad lo que hace principalmente que los dos años obtengan esa fama de terribles. Antes la decisión estaba en manos de mamá y papá. Ahora ellos pasan por una etapa de rebeldía en la que comienzan a experimentar su independencia para hacer o no las cosas. Aparece también el temible "no", que en ocasiones pareciera la única palabra que conocen.

Con la presencia de las travesuras y los berrinches, indudablemente los dos años ponen a prueba nuestra paciencia como padres, pero también hay cosas positivas en esta etapa.

Cómo son en realidad

Nina Sonriendo

Como he comentado en ocasiones anteriores, soy madre de una niña de dos años, que en tan solo un par de días pasará a cumplir tres. Debo ser sincera: los dos años no fueron color de rosa. Pero definitivamente no fueron tan terribles como me lo hicieron ver todos esos titulares donde nos advertían sobre ellos.

Desde luego esta es mi experiencia y cada madre, padre y niño vivirá sus dos años de manera única y especial. Pero para mí, los terribles dos años resultaron ser más maravillosos que terribles.

En realidad, los dos años han sido una etapa de crecimiento para todos en casa. Incluyo a papá porque él ha estado involucrado al 100% en el cuidado y crianza de Lucía. Los tres hemos aprendido grandes cosas uno del otro en este último año.

Por nuestro lado, aprendimos a ser más pacientes y que ahora tiene voz propia, tomando en cuenta sus opiniones y decisiones. Que no todos los días estará de humor, pero que cuando estamos todos en sintonía podemos tener el mejor día del mundo.

Ella aprendió que su opinión cuenta y que es escuchada por sus padres. Aprendió a experimentar y al mismo tiempo pudo conocer que también existen los límites. Me gusta pensar que hemos ayudado a que ella identifique sus emociones al hablar con ella y abrazarla cuando se siente frustrada o enojada.

Quedémonos con lo bueno de cada etapa

Mama Hija

En la maternidad siempre habrá días buenos y días malos. Pero está en nosotros elegir con cuáles nos quedamos. He descubierto que nuestra experiencia maternal dependerá en gran parte de nuestra actitud. Cada etapa tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.

Cuando son recién nacidos casi no dormimos,pero tenemos la fortuna de ver y cargar todos los días a un ser humano pequeñito y asombroso. Cuando tienen un año es posible que no nos dejen hacer muchas cosas y lloren al separarse de nosotros, pero sabemos lo que es el amor puro y sincero. Cuando tienen dos años aparecen los berrinches, pero también tenemos más besos, más abrazos y probablemente un "te quiero".

Elijamos quedarnos con lo bueno siempre, y así podremos darnos cuenta, que en realidad ninguna etapa es tan terrible como se piensa.

¿Cómo viviste los dos años de tus hijos?

Fotos | iStock
En Bebés y más | Sí que hay cosas buenas en los terribles dos años, 11 cosas positivas de los terribles dos años


Emilio Calatayud, juez de menores, vuelve a defender el autoritarismo como método educativo (y a la gente le parece bien)

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Mujer Pegandole A Nina

Una de las mejores cosas que tienen las redes sociales es que poco a poco te vas rodeando de personas que tienen cosas en común contigo, y que comparten incluso creencias y principios. Una de las peores es que acabas por creer que el mundo está yendo a mejor, cuando resulta que fuera de tu red de amigos y conocidos hay toda una realidad que se resiste a cambiar.

Sentí que esto se corroboraba hace unos días cuando me empezó a llegar, por diversos frentes, un vídeo del juez Emilio Calatayud que me generó bastante malestar, una vez más. Un vídeo de menos de 4 minutos en el que defiende el cachete, los castigos y el sometimiento de los niños a los deseos, órdenes y mando de sus padres. Vamos, la defensa del autoritarismo que precedió a nuestra generación, el de nuestros padres y abuelos, que (salta a la vista, fijaos en la sociedad en que vivimos), fracasó como modelo educativo.

El juez Calatayud, en su salsa

Y digo en su salsa porque a él ya le he oído decir todas estas cosas en diversas ocasiones, pero la respuesta del público que lo escucha es lo que me desconcierta. Un juez que en su trabajo destaca por poner "penas educativas" a los niños, diferenciándose de jueces que imponen castigos que poco o nada tienen que ver con el delito. Penas como dibujar un cómic, dar clases o patrullar, que ayudan al menor a ver, sobre todo, las consecuencias de sus actos.

Ahora bien, cuando se pasa de juez a consejero pedagógico la cuestión no se sostiene, porque es como oír hablar a un profesor de los años 50 ó 60, aquellos que decían que "Con sangre la letra entra", que los niños lo que necesitan es "Jarabe de palo" y que lograban sus objetivos a costa de tener a los alumnos amedrentados, asustados, y con la casi única motivación de aprender para evitar todos los males que les podrían venir impuestos si no lo hacían.

¿Qué dice que esté tan fuera de lugar?

Si eres madre o padre y has leído un poco sobre educación, o si simplemente tuviste unos padres autoritarios y te diste cuenta de que sobreviviste a su estilo de crianza, te consideras una persona de bien, pero crees que pudieron haberlo hecho mejor, verás el vídeo y tendrás claro que los tiros, actualmente, deben ir por otro lado.

Si en cambio ves el vídeo y no sabes muy bien cuál es el problema, pero quieres leer más sobre ello, a continuación os dejo con lo que yo como padre, y como hijo, veo que está fuera de lugar:

"Deberán educar a sus hijos sin atentar contra su integridad física o psíquica"

Todas las personas tienen derecho al respeto por su integridad física o psíquica, y el mero hecho de ser padre o madre no nos da potestad para saltarnos esta ley. "Pero, es que le estoy educando", pensará mucha gente. Sí, los profesores también educan a nuestros hijos y no por eso les pegan.

Hace unas décadas era relativamente normal: a mí me pegó una profesora a los 4 años (me giró la cara, de hecho), otra cuando tenía 8 me dio un tirón de orejas que pensé que me iba a quedar solo con una y presencié bastantes actos de violencia de profesores a compañeros, sin que a ninguno nos pareciera fuera de lugar, porque estábamos habituados a ello.

Ahora es impensable que esto suceda en los colegios, sobre todo porque un experto en educación debería tener muchas más herramientas que el dolor o la humillación para sacar lo mejor de cada niño.

Los padres no somos expertos en educación, pero somos los guías de nuestros hijos, sus referentes, y a la vez sus educadores, sobre todo en los primeros años, cuando la parte más emocional de su cerebro está absorbiendo el cómo nos relacionamos con ellos, cómo nos relacionamos con los adultos, cómo se relacionan con ellos otros niños, etc.

Dicho de otro modo, de cómo sea nuestra relación con ellos dependerá en gran medida cómo se relacionen ellos con el resto de la sociedad, así que sí, por supuesto, debemos educarles sin atentar contra su integridad física o psíquica, y no tiene sentido caer en lo fácil: castigarles, pegarles, gritarles y el "porque lo digo yo y punto".

"Le pregunto al legislador cómo podemos evitar que un niño de 3 años meta los dedos en un enchufe"

Y entonces da dos opciones, o decirle al niño, que apenas te entiende, que no debe meter los dedos en el enchufe porque puede provocar un cortocircuito de consecuencias irremediables (en claro intento de desprestigiar el diálogo como medio educativo), o pegarle en la mano cuando vaya a tocar el enchufe, y así a la tercera aprende que no lo tiene que tocar.

¿Y ya está? ¿Hasta aquí llega su sabiduría pedagógica? ¿Por frases como esta la gente dice que es un crack? Porque tengo una tercera solución: tapas los enchufes y listo. Y una cuarta: además de taparlos le dices el mismo "pupa nene" sin pegarle en la mano. Haces como que lo tocas, simulas hacerte mucho daño, y así es como le enseñas a un niño, con el ejemplo, que si él hace lo propio se puede hacer mucho daño.

Y a medida que va creciendo le vas explicando lo peligrosos que son los enchufes, según sea su capacidad de comprensión, hasta que llegue un momento en el que ya no hagan falta protecciones, porque sea consciente de que no se tienen que tocar. Si yo lo he logrado con tres niños, que solo soy un padre, lo puede hacer cualquiera.

"No me toques, que te denuncio"

Y de repente salta del enchufe a unos niños ya mayores, probablemente adolescentes, que le dicen a sus padres "no me toques, que te denuncio" y "no entres en mi habitación, que te denuncio". Esos niños con los que él trabaja, y a los que conoce. ¿Y qué pasa, que son niños cuyos padres no castigaron? ¿Son niños que merecían algún cachete que no recibieron?

Seguro que no hay correlación. Seguro que la mayoría recibieron cachetes y castigos. Seguro que, en realidad, lo que tuvieron no es falta de mano dura, sino falta de acompañamiento, de cariño, de tiempo de madre y de tiempo de padre. Seguro que crecieron sintiendo que para sus padres no eran lo más importante, y que, de hecho, siempre tenían cosas más importantes que hacer que pasar tiempo con ellos.

O eso, o crecieron junto a unos padres que en todo momento les dejaron hacer lo que ellos querían, aun cuando hacían daño a los demás o a sus mismos padres, faltaban al respeto a los demás y también a sus padres, y todo porque, probablemente, eran niños que estaban pidiendo a gritos, de ese modo, que actuaran, que cogieran las riendas de su paternidad y que, por primera vez, empezaran a actuar como guías y acompañantes de vida. Lo que toda madre y padre debe ser en realidad.

El resto es humor del de "mejor no ser padre"

No sigo porque no hace falta. El resto del vídeo es un monólogo de humor en el que todo se resume en "mejor no tener hijos, porque todo son problemas". Se entiende que es humor, y aquí ya depende de cada uno el que le guste más o menos ese estilo de humor. Pero el resto, desde su posición de juez de menores, al que la gente considera "experto en niños" por ese motivo, es muy mejorable.

Mucho, porque es volver al autoritarismo que ya estábamos dejando atrás y que, como digo, no ha demostrado ser útil ni válido. Y a la realidad me remito: la sociedad actual es el resultado de ese tipo de educación. Si cada día veis las noticias y estás contentos con cómo va el mundo, adelante, educad a vuestros hijos igual que nuestros padres lo hicieron con nosotros. Claro que no todos acabamos tan mal, pero muchos sí.

Y es que el autoritarismo es el resultado de la pérdida de autoridad, o lo que es lo mismo, el abuso de la autoridad: es el daño que tiene que acabar haciendo un adulto a un niño porque no ha sido capaz de lograr que el pequeño lo considere una persona justa, una persona a la que seguir y en la que confiar. Y es que, aunque no lo creáis, muchos padres no llegan a ser esa persona jamás, porque no logran crear una relación de confianza con sus hijos, y viceversa.

Y ahí, mucho me temo, estás perdido. Y la culpa no será del niño.

En Bebés y más | Cuidado con las recomendaciones de los expertos: "jamás se deben frustrar las necesidades afectivas de los niños", Diez consejos para hacer de su hijo un delincuente (I) y (II), La segunda educación: madres que dejan de trabajar para reeducar a sus hijos adolescentes

No me di cuenta de lo fuerte que era mi mujer hasta que la vi parir (y criar)

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Hace dos días encontré un artículo en inglés que se titulaba bastante parecido a este, y sin leerlo, solo con el título, ya me provocó un "es cierto". Tras una pequeña reflexión evocando muchos de los momentos vividos decidí que tenía que escribir yo también sobre eso, y para no "contaminarme" de las palabras de ese padre decidí no leerlo. Así yo tendría mis propios motivos para explicar al mundo lo fuerte e increíble que es mi mujer y, por extensión, todas las mujeres (o la gran mayoría, imagino).

Que uno va recibiendo desde la infancia el mensaje de que ellas son el sexo débil porque "pegas como una niña", "corres como una niña" o "lloras como una niña", "nenaza", pero cuando creces y ves que la niña ya es mujer, y la ves gestar, la ves parir y la ves criar, te ves obligado a rendirte a la evidencia y preguntarte que quién sabe cuántos hombres serían capaces de hacer lo mismo. Y es que no me di cuenta de lo fuerte que era mi mujer hasta que la vi parir (y criar).

Ese primer parto que acabó en cesárea

Fue el parto de Jon, hace algo más de 11 años. Ella tenía 24 años y yo 26, y apenas sabíamos de qué iba la película, pero teníamos bastante claro que siendo jóvenes lo más probable es que todo fuera rodado. Pero no. Después de una dilatación que iba demasiado despacio decidieron poner la epidural para ayudar un poco con oxitocina. No estuve presente, y me sorprendió cómo me contaba ella después ese momento de "No te muevas, cariño, que te estoy clavando una aguja en la médula", a punto de tener una contracción.

Tras la epidural vino la oxitocina, el bebé empezó a hacer bradicardias (el corazón bajaba de frecuencia) y decidieron hacer cesárea. En ese momento estaba sola. Me avisaron de que le harían cesárea y que tenía que esperar en una sala, solo.

Ella sola, y yo solo. ¿Lo pasé mal? Relativamente. Nada comparado con lo que ella estaba viviendo: ¿Cesárea? ¿Qué implica? ¿Duele? ¿Está bien mi bebé? ¿Dónde está Armando? ¿Sabe que estoy aquí? ¿Va todo bien? ¿Voy a morir? ¿Va a morir?

Dos horas después subió y le temblaba todo el cuerpo por la analgesia. Quería coger a Jon, pero no se atrevía porque tenía frío y temblaba. Estaba contenta, pero pálida. Estaba animada, pero asustada. Y yo no era más que un "hombre" joven con un bebé en brazos y una mujer tumbada en una camilla, con un abdomen recién abierto hasta las entrañas y un impresionante montón de gasas escondiendo lo evidente.

Recuerdo los días posteriores, pidiéndome ayuda para curarle la herida. "Mira a ver, Armando, que creo que alguna se está infectando". Su abdomen hinchado, amoratado, unido de arriba a abajo como quien cierra un sobre, casi como una solapa, y todo anclado con un número infinito de grapas, o eso parecía. Ahí donde yo había puesto caricias y besos solo había una tremenda herida y un montón de grapas. Grapas. De pequeños nos decían que nos alejáramos de las grapadoras porque nos podíamos clavar una en el dedo; y Miriam llevaba casi diez. Y en vez de decirme: "Mira mi abdomen, qué me han hecho", me pedía que le curara por si alguna estaba infectada, y "venga, no sea que el niño empiece a llorar".

Porque a ella todo eso no le importaba. ¿Quieres hablar de lo que pasó?, era una pregunta que sobrevolaba mi mente y nunca le hice. Claro que con el tiempo lo hemos hablado, pero por entonces no. Solo de manera superficial. Porque no hacía falta. Para ella era solo un detalle más del camino que la llevó a ser madre. Y eso era lo importante para ella.

Llorando, por las grietas en los pezones

El primer día le preguntaron qué quería hacer, si dar el pecho o no. Y ella dijo que el pecho, pero que no se lo había planteado. Y una vez tomó la decisión, no la soltó en ningún momento. Recuerdo llegar a casa por la tarde y verla con la casa desordenada, sentada en el sofá, con el niño en brazos y llorando. Llorando por ver que no podía hacer nada más que cuidar de Jon. Llorando de dolor por las grietas que le estaba provocando. Llorando por ver que a pesar del dolor, de su dedicación, de estar a todas horas por y para él, su bebé seguía llorando. Llorando por verlo llorar.

No llegué a sugerirle la opción de darle algún biberón, o no recuerdo haberlo hecho, pero si se lo hubiera dicho me habría dicho que no. ¿Por qué sigues si sufres? ¿Por qué sigues si él tampoco está bien? No habría respuesta. Ella había decidido hacerlo así y yo no iba a ser capaz de cambiar su opinión, dijera lo que dijera.

Y así nos plantamos en el mes de vida, cuando nos dimos cuenta de que había ganado poco para todo lo que había mamado. Cerca de 800 gramos desde el alta para un bebé que vivía enganchado a los pechos de una mujer que temblaba cada vez que lo oía gemir, porque sabía que segundos después le iba a tener que ofrecer el pecho entre lágrimas de dolor.

Me di cuenta de que lo que una madre puede llegar a hacer por un hijo, nadie lo hará jamás por otra persona.

Días después un cirujano le cortó un frenillo sublingual que llegaba hasta la punta de la lengua (menos mal que esto ahora ha cambiado mucho y no solo se detecta antes, sino que se actúa antes) tras preguntarle: ¿Me estás diciendo, de verdad, que este niño está mamando, que no le das nada más y que está ganando peso?

Huelga decir que esa misma tarde Miriam vio un claro entre las nubes, suspiró y juraría que soltó alguna lágrima de emoción al darse cuenta de que estaba haciendo, por fin, una toma de pecho sin que le doliera apenas.

El segundo parto, de siete días

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Si le preguntas a ella si se siente más mujer, más madre, mejor mujer o mejor madre que las demás, es posible que se pregunte que por qué le preguntas algo así, que por supuesto que no, a todo. Pero yo sí la veo así. Como mínimo es más mujer que cualquier hombre (sea lo que sea que quiera decir eso).

El segundo embarazo nos trajo una sorpresa inesperada. En la semana 34 empezaron las contracciones y en el hospital decidieron intentar detener el parto. Cada día que pasara en el útero serían menos días en la incubadora. Para lograrlo le recetaron unas pastillas que debía tomar cada día para evitar que el bebé naciera ya.

Y esta frase se le quedó grabada: "Cada día dentro son varios días menos en la incubadora". Tan grabada que soportó una semana entera de contracciones cada 10 minutos, que es lo que lograron las pastillas, que no fueran efectivas, que no hubiera dilatación, pero sin eliminarlas por completo. Y cuando digo cada 10 minutos me refiero a por el día y por la noche. Una semana. Siete días con sus siete días y sus siete noches. Con un niño de casi tres años que aún la necesitaba para dormirse.

"¿Te duelen?". "Claro que me duelen. Pero mucho. Yo creo que duelen tanto como las contracciones de parto" (luego me confirmó, el día del parto, que le dolían lo mismo). Cerraba los ojos, dormía un rato y empezaba a encogerse en la cama, gimiendo, hasta que se iba la contracción. Dormía unos minutos, volvía a encogerse, a quejarse, y de nuevo el mismo ciclo. Así hasta que a las dos o las tres de la mañana se iba al sofá o se sentaba en la pelota un rato.

"Armando, hazme un masaje por favor, que tengo la espalda destrozada". Y eran las tres de la mañana. Con lo faltos de sueño que íbamos desde hacía tres años, a esas horas sentados en el comedor mientras el niño dormía. Y yo deseando volver a la cama... pero ¿qué le decía, que tenía un sueño que me moría? Si ella también lo tenía, pero encima no podía dormir porque su cuerpo le estaba diciendo que el bebé quería salir y la química no le dejaba hacerlo (Cada día dentro son varios días menos en la incubadora).

Una semana después llegó el momento en el que no podía más (aún no me explico cómo aguantó tanto) y fuimos al hospital, donde aún estuvo doce horas más para dar a luz, tras dejar de tomar el medicamento. Nació Aran, que necesitó seis días de incubadora. Y ella aún se preguntaba si no podría haber aguantado un poco más.

Incubadora era ir al hospital continuamente para darle el pecho, volver a casa, de nuevo al hospital, sacarse leche para que yo se la diera en la toma de la noche, discutir con las enfermeras por no dejarle dar el pecho a demanda, sino cada tres horas, llorar por decirle ellas que se estaba obsesionando y que lo estaba haciendo mal, y entre tanto intentar seguir siendo una madre para Jon, que el pobre ya no entendía por qué pasábamos tanto tiempo en ese sitio, e intentar ser una madre para Aran, con el dolor de sentir que estuviera donde estuviera, dejaba a uno de sus hijos sin su presencia.

Y las noches de Aran

Y así llegaron las noches de Aran, que los primeros meses, quizás por la inercia de haber estado una semana intentando nacer sin conseguirlo, decidió que para dormir necesitaba teta, pero no en la cama, sino en brazos. Y no en los brazos sentada, sino de pie. "Como cuando te movías en la pelota, mamá, y me decías que esperara un poco para nacer. Méceme, mamá, y cálmame con tu pecho". Y ella lo hacía. Se iba al comedor con él para no despertar a Jon, cada noche, a pasearlo en su pecho. Porque de hecho así era como mamaba por el día: en el pecho, en movimiento. Si no, lloraba. Y no había consuelo posible.

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Y luego vino el embarazo de Guim, con unas náuseas y un mareo (como estar en un barco a todas horas) que pensábamos que acabarían a los tres meses, luego quizás a los cuatro, posiblemente a los seis, y que finalmente entendimos, y entendió, que seguirían hasta el momento del parto. Sola en casa mientras yo trabajaba fuera, con dos hijos y todo el día tambaleándose o tumbada en el sofá tratando de evitar desmayarse.

¿El día del parto? Se le fueron todos los males y volvió a ser persona.

No me di cuenta hasta que te vi hacer todo eso y mucho más

Y solo os he contado una parte, que es la que mejor recuerdo porque son los momentos más trascendentales. Pero a ellos van asociados todos los demás: la semana que estuvo ingresada con el pequeño por una infección de orina, que apenas durmió y al llegar a casa se despertaba totalmente desorientada, soñando que se llevaban a su hijo, buscándolo entre las sábanas cuando lo tenía a su lado; las noches que pasaba con la teta fuera y un niño pegado en todo momento; los largos paseos con el niño en brazos cuando aún no había descubierto los portabebés... y todos los momentos que no me ha contado, que yo no he visto, que me he perdido, o que ya no recuerdo. Porque si todo esto, que a mí me parece tan increíble, a ella le parece algo así como lo normal, lo demás será para ella nada, un mal ratito y ya está.

Por eso cuando veo a mujeres dando el pecho a sus hijos mientras los mecen de pie para que se duerman, cuando veo que los portean y van cargadas hasta los dientes, probablemente con el peso de todo el día sobre sus espaldas, cuando aún me preguntan si eso de despertarse cada hora por la noche puede ser un problema para el bebé, porque si es por ellas están dispuestas a seguir así porque no quieren dejar de estar ahí para sus hijos, no puedo evitar emocionarme un poco. Porque veo a grandes madres. Porque veo que conectamos en eso de amar a los hijos sobre todas las cosas. Porque imagino que yo fuera un bebé, y desearía una madre así.

Y ojo, que no lo digo porque piense que todas las mujeres tengan que cuidar así y las que no lo hagan lo hacen mal. Lo digo porque soy consciente de que, aunque les dijera lo contrario, lo harían igual. Porque antes de preguntármelo, o antes de yo verlas, estoy seguro de que ya han sido varias las personas que, pesando en su comodidad, les han querido enseñar a criar de otra manera, sin éxito.

Y Miriam fue (es) una de ellas. Ni en cien vidas viviría yo lo mismo que ella ha vivido en los últimos once años, así que no puedo más que rendirme ante la evidencia de que las que merecen toda la admiración y el respeto de la sociedad por ser madres son ellas.

Ellas, con sus ojeras, sus horas de sueño desvanecidas, sus dolores de muñeca, de espalda, de cuello... sus cicatrices físicas y sus cicatrices psicológicas, esas que quedan después de que alguien las trate como a niñas pequeñas, cuando están haciendo lo más grande que hay, que es traer una vida al mundo.

Ellas, con sus días y sus noches pensando primero en sus bebés, quizás en nosotros y después, ya si eso, en ellas mismas. Y muchas, encima, tratando de convencernos a nosotros (¡A NOSOTROS, que no hemos hecho NADA!), que dediquemos un poco más de tiempo a sus hijos, que también son nuestros, porque solo desean que les queramos y cuidemos como ellas sienten que deben hacerlo, porque les sale de dentro.

Nunca me di cuenta de lo fuerte que es Miriam, y de lo fuertes que son todas, y de todo lo que hacen, hasta que trajo al mundo a nuestros hijos y los cuidó como yo no habría sabido, seguro, en esas cien vidas.

Fotos | Kelly Sue DeConnick en Flickr, iStock
En Bebés y más | Las mujeres que cuidan de sus hijos también son madres trabajadoras, Por qué ninguna madre reciente debería pasar mucho tiempo sola (o sentirse sola), ¿Cómo se sienten las madres modernas acerca de su maternidad?

'Soy papá, cómo criar a tus hijos con sentido común': por fin, el primer libro de nuestro Armando

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Muchos de los que conocemos a Armando desde hace unos cuantos años, le hemos dicho que tenía que escribir un libro alguna vez. Con esa sensibilidad que tiene y por su forma de comunicar tan cercana, tenía que compartir con el mundo sus experiencias como padre y su particular visión de la crianza. Pues nos ha hecho caso: es todo un placer anunciar que por fin, acaba de salir su primer libro 'Soy papá, cómo criar a tus hijos con sentido común'.

Es un libro cocinado a fuego lento con mucho cariño, repleto de sentido, de sentimiento, y con mucho de lo que ha contado aquí en Bebés y más. Pero además es un libro con sorpresa, porque como uno solo no le alcanzaba para todo lo que tenía guardado, pronto vendrán dos libros más.

Armando

Para quienes no lo conocéis, Armando Bastida es editor de Bebés y más desde hace casi diez años, pero también es enfermero de pediatría y, primero y principal, padre de tres niños (de 11, 8 y 4 años) que le cambiaron la vida y su concepción de la crianza.

Es un poco raro entrevistar a un compañero que está cada día con nosotros, pero queríamos que nos contase algo más sobre su proyecto. Cuando le preguntamos por qué se decidió a escribir un libro, Armando nos cuenta:

De esto hace ya unos años (hablo de 2011). Llevaba tres años escribiendo en Bebés y más cuando una seguidora, que pronto se convirtió en amiga, me dijo que tenía que escribir un libro, que muchas de las cosas que decía en el blog tenían que acabar de algún modo plasmadas en papel.

Por entonces le dije que no, que era pronto, que aún no sentía que pudiera dirigirme a otros padres y que necesitaba que mis hijos crecieran más, que fueran más mayores, para yo verme con más problemas, más experiencias, más soluciones. Pensé que "cuando tienes todas las respuestas, aparecen nuevas preguntas".

Así llegó un momento, dos o tres años después, en el que empecé a recabar artículos. Tras un montón de palabras escritas aquí y en otros sitios, vi que muchas de las cosas escritas podrían por fin ser un libro (de hecho, serán tres). ¿Por qué? Sobre todo las ganas de guardar en papel un montón de horas dedicadas a enviar un mensaje de respeto y cariño hacia los niños, pero también hacer posible que otras madres y padres puedan contar con ello en papel, más palpable, más cerca, más a mano.

¿Qué encontraremos en tu primer libro?

La primera parte de un proyecto más grande, que pasó de ser un libro, a luego dos y finalmente tres. Cinco capítulos en los que hablo del principio, un poco del embarazo, un poco de la llegada del bebé, y luego navego por el mundo de las emociones al ser padres (y madres), de las relaciones con otras personas, de cómo la maternidad y la paternidad nos transforma y cómo lo vive el resto de la sociedad, y de los niños. Sobre todo de ellos, para intentar explicar cómo los veo yo, cómo creo que son, para que los padres tengan una opinión más, una visión más con la que tomar decisiones a la hora de criar.

¿Cómo ves la paternidad hoy?

En un momento muy extraño. Ilusionante cuando veo a padres con ganas de formar parte de la educación y la crianza de los hijos, desde el respeto y el cariño, abrazando y besando a sus hijos, contando con ellos y haciéndoles partícipes de muchas decisiones, siempre con la responsabilidad de transmitir normas y valores (esto no debe perderse nunca).

Pero con cierta tristeza cuando veo que se siguen repitiendo muchos patrones de los padres de antaño: con padres poco implicados, que piensan que a los niños hay que educarles a través de la falta, de la soledad, de la exigencia continua, porque creen que a más pruebas les sometan, mejor para ellos, cuando muchos pueden llegar a sentir precisamente lo contrario, que les exigen algo inalcanzable, y nunca serán suficiente... y no debemos olvidar que la sociedad actual es la formada por los hijos del autoritarismo.

¿Hay personas maravillosas? Por supuesto, pero el inmovilismo ante las injusticias constantes no hace sino demostrarnos que nos enseñaron demasiado bien a ser obedientes y a no levantar la voz ante las injusticias. Esto debe cambiar, y cada generación tiene la oportunidad de hacerlo. De los padres y de los educadores depende.

¿En qué ha cambiado la crianza de los hijos en los últimos años?

En un punto de pérdida y de búsqueda de nuevos referentes. Muchos copian patrones, simplemente: lo que me hicieron (aunque de pequeño me pareciera fatal), lo repito; muchos han decidido no hacerlo, romper, y hacerlo muy diferente: algunos se han ido hacia la permisividad, no siendo adecuado en el momento social actual; y otros se han ido hacia un tipo de crianza en el que los padres actúan como ejemplo y como guía, dejando libertad para que el niño pueda escoger, pensar, crear y aprender según sus motivaciones, pero poniendo normas para que puedan formar parte de nuestra sociedad siendo respetuosos con el resto de integrantes.

Está claro que muchas cosas han cambiado para mejor en la crianza, pero ¿qué crees que deberíamos rescatar de la crianza de nuestros padres?

Teniendo en cuenta que lo que imperaba era el castigo, el chancletazo, el "cuando venga papá te enteras" y tantas y tantas frases y acciones poco educativas, no veo qué podríamos rescatar. Más allá del amor que todo padre y toda madre tuvo por sus hijos, no salvo prácticamente nada. Quizás el tema de ser responsables a la hora de regalar y valorar las cosas materiales. Por entonces los padres apenas nos regalaban más que en fechas señaladas, heredábamos cosas de nuestros hermanos y todo se cuidaba mucho más.

Ahora muchos niños tienen demasiados regalos, si algo se rompe, se compra otro, y si he pasado poco tiempo contigo y quiero un abrazo tuyo, te compro algo y conseguido. Pero esto, claro, es un error educativo de tantos que se llevan a cabo en muchos círculos. Un cambio a peor. Y el juego exterior... es una pena que los niños de hoy lo hayan perdido en muchos casos. Pero esto es un problema social: antes pasábamos las horas en la calle, y ahora es casi impensable, porque sentimos que las ciudades son mucho más inseguras, y muchos acaban pasando las horas muertas delante de las pantallas... tooooda la sociedad debería volver a considerar a los niños parte del engranaje: modificar los horarios de trabajo para que pudiéramos pasar más tiempo con ellos, que las ciudades fueran más seguras, que los padres no tuviéramos que trabajar tanto para poder tener un lugar donde vivir y llevar un plato a la mesa, etc. Pero esto claro, en un país como el nuestro, es una auténtica utopía.

Esperemos que nuestros hijos decidan dar el golpe en la mesa que nosotros no estamos dando, y seamos nosotros los que les agradezcamos a ellos haber sido capaces de hacerlo.

Además de los más de 3.700 artículos que ha escrito en Bebés y más, ya podéis leer el primer libro de Armando, que se puede comprar aquí dedicado, en Amazon y también en librerías. ¡Enhorabuena, compañero!

¿Tienes un hijo favorito? La ciencia asegura que sí, que es natural y que no debes sentirte culpable

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Los padres aseguramos que queremos y tratamos a nuestros hijos por igual, sin predilección por ninguno en especial, pero la ciencia asegura que mentimos. Varios estudios científicos se han ocupado de hurgar en las entrañas de las relaciones familiares y han conseguido rebatir esta máxima repetida incansablemente por los padres.

Los investigadores aseguran que la mayoría de los padres sí tienen un hijo favorito, por lo general el mayor, y además lo ven como algo natural que los padres deben aceptar sin culpa. Si es tu caso, te damos algunas claves para mantener un equilibrio sano en la familia.

Qué dice la ciencia sobre el hijo favorito

Uno de los estudios más importantes sobre la preferencia de los hijos fue realizado en 2005 por la Universidad de California-Davis y dirigido por la socióloga Katherine Conger. Durante tres años, se observaron los comportamientos de 384 familias formadas por un matrimonio (no había divorciados) y dos hijos adolescentes que habían nacido con cuatro años de diferencia.

Se les preguntó a los hijos cómo sentían que eran tratados por sus padres, si notaban algún trato diferenciado con respecto a sus hermanos y si esto había afectado de alguna manera a su autoestima. En general, el hijo mayor sí notaba ese trato de favoritismo.

La investigación reveló además que hay un índice más elevado de baja autoestima entre los hermanos menores, causada por el favoritismo de los padres por el primogénito. En cambio, el trato diferencial apenas parece afectar a la autoestima del mayor.

El 70% de los padres y el 74% de las madres admitieron tener un trato preferencial hacia alguno de sus hijos.

En base a este estudio, años más tarde (en octubre de 2011) se publicó un reportaje en la revista 'Time' titulado 'Por qué a mamá le gustas más tú', firmado por Jeffrey Kluger, autor del libro 'El efecto de los hermanos: lo que los vínculos entre hermanos y hermanas revelan de nosotros' (The sibling effect: what the bonds among brothers and sisters reveal about us).

El autor afirmaba que "el 95% de los padres tienen un hijo preferido y el 5% restante miente". Justificaba esta preferencia en el principio de supervivencia de la especie:

"El acto biológico y narcisista de replicarse a uno mismo a través de las generaciones venideras impulsa a los padres a inclinarse en favor del hijo mayor o del más saludable, ya que tendrá más éxito reproductivo", afirma Kluger.

Otro estudio salido a la luz el año pasado con datos recolectados de 725 hijos adultos provenientes de 309 familias, asegura que un 75% de las madres mayores admitió estar más cerca de un hijo adulto.

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Ser el hijo favorito no es tan bueno

El coste de ser el hijo favorito es alto. Quienes se percibe emocionalmente más cerca de sus padres son quienes reportan tener síntomas depresivos más fuertes, según la investigadora Megan Gilligan de la Universidad Estatal de Iowa.

Esto se debe a la presión y a la responsabilidad que supone tener que estar siempre a la altura y el miedo a no decepcionar a los padres.

¿Tenemos un hijo favorito y nos da culpa aceptarlo?

Aceptar que tenemos un hijo favorito puede verse como una propia traición a nuestro rol de padres. Queremos dar a nuestros hijos un trato igualitario para que ninguno se sienta más o menos que el otro, por lo que aceptar la preferencia por alguno de ellos acarrea un inevitable sentimiento de culpa.

Yo sinceramente no creo tener una hija favorita, al menos no conscientemente. Sí hay etapas en las que pongo más el foco en alguna porque está atravesando una situación particular y en ese momento necesita mayor atención, pero en ningún caso significa que quiera más a una o tenga favoritismo por alguna por encima de sus dos hermanas.

El favoritismo es algo normal

De cualquier modo, según los expertos, reconocer que se tiene un hijo favorito no tiene nada de malo. La psicóloga Ellen Weber Libby, autora de “El niño favorito”, dice que los padres deben saber que el favoritismo es normal y que sucede en todas las familias en algún grado.

Algunos padres pueden preferir a un niño que es más como ellos, con el que sienten más identificado por sus gustos o porque le recuerdan a ellos cuando eran pequeños. El favorito también puede cambiar con el tiempo; un padre puede preferir un niño en una etapa determinada, como un bebé o un adolescente.

El problema viene cuando "el tratamiento preferencial se centra constantemente en un solo niño o se utiliza para aumentar la autoestima de los padres y alimentar su propio ego, entonces se puede cruzar fácilmente la línea a ser poco saludable", añade.

Si tienes favoritismo por un hijo, la Dra. Libby asegura que negarlo es lo peor que puedes hacer. Debes abrir los ojos a la realidad, no culpabilizarte y actuar de la mejor manera para mantener un equilibrio sano en la familia.

Cómo mantener un equilibrio sano en la familia

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  • Evita comparaciones: ahórrate frases como "¿Por qué no puedes ser más como tu hermano?” o "aprende de tu hermano", que solo conduce a fomentar las comparaciones dañinas entre ellos.

  • Dedica el mismo tiempo a todos tus hijos: asegúrate de prestar atención a todos tus hijos de forma igualitaria. Si la actividad de uno de tus hijos acapara demasiado tiempo, intenta equilibrarlo buscando tiempo en exclusiva para tus otros hijos.

  • Evita gestos y palabras que fomenten el favoritismo: no hables de tu hijo como "mi favorito". Incluso aunque sea una broma, los niños van asumiendo estos roles haciéndolos propios.

  • Escucha a tus hijos: puede que a ti no te lo parezca, pero los niños suelen ser muy directos en estas cuestiones. Si alguno de ellos señala un trato de favor hacia su hermano, no lo niegues y reflexiona sobre ello.

Vía | The Wall Street Journal
En Bebés y más | ¿Tratas y educas por igual a tus hijos? Podría no ser la mejor estrategia, Cuando con tu segundo embarazo te sientes culpable porque dejarás de estar en exclusiva para tu primer hijo

15 cosas que tienes que dejar de decir a tus hijos

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Frases que debemos evitar con los hijos

Dice una conocida frase que "La pluma es más fuerte que la espada", que es una manera de decir que la inteligencia tiene más poder que la fuerza. Si esta frase la llevamos al terreno de la educación, de igual modo que una relación de diálogo bien llevada puede ayudarnos a criar a un hijo sin utilizar la fuerza, las palabras más hirientes pueden hacer más daño que cualquier cachete.

Para este post no vamos a utilizar esas, las que hacen más daño, porque no hay que ser muy listo para saber que los insultos o humillaciones no sirven para educar, pero sí vamos a mencionar aquellas que de tanto que las hemos oído, por habituales, podemos llegar a pensar que no son dañinas para nuestros hijos. Estas son las 15 cosas que tienes que dejar de decir a tus hijos.

Doce de las frases han sido extraídas de PopSugar, y en la traducción las hemos adaptado a nuestro lenguaje habitual para hacerlas más reconocibles. Para completar el post hemos añadido tres frases más que mucha gente utiliza y que también deberíamos intentar evitar.

"Anda, dame, ya lo hago yo"

Los niños, por ser niños, no tienen las habilidades ni la experiencia que tenemos los adultos; es decir, están aprendiendo a hacer las cosas, están intentando ganar autonomía y ser cada día más hábiles e independientes. Para ello tienen que probar a hacer cosas, tienen que intentarlas, y en ese proceso, que puede ser lento, cometerán probablemente errores de los que tendrán que aprender.

Si aparecemos siempre nosotros para acabar lo que empiezan porque así vamos más rápido, pueden llegar a un momento en el que no solo ya no quieran intentar hacer algo, sino que directamente nos pidan que lo hagamos nosotros, o nos lo exijan, convencidos de que ellos lo harán mal.

"No llores"

El llanto es la expresión de un sentimiento de frustración, tristeza, rabia, ira..., que son emociones intensas que, por negativas, tendemos a evitar, anular o enmascarar en lo que es un error que como sociedad llevamos años cometiendo.

Igual que la alegría es una emoción a la que damos mucha validez, todas esas emociones deben ser también tenidas en cuenta, sobre todo cuando los niños son pequeños, para que las conozcan, para que sepan cómo se presentan, las razones, y para que puedan trabajarlas.

Dicen que una crisis es una oportunidad para cambiar, para modificar algo que se ha hecho mal, o que está yendo mal, y emprender un camino más positivo. Pues el llanto de los niños es importante porque desde ahí pueden aprender a gestionar las emociones asociadas y encontrar un camino que sea más constructivo que las ganas de venganza, la sumisión o la rendición, por poner algunos ejemplos.

"¿Es que no puedes hacer lo mismo que hace Fulanito?"

Cada niño es único e irrepetible, y enviar el mensaje de que alguien tiene que tomar como ejemplo a otro niño es dañino para ambos, porque se da a entender que uno es mejor que el otro.

Los cambios de comportamiento y aprendizaje deberían venir desde lo positivo, trabajando aquellas cosas que un niño sabe hacer bien, desde sus puntos fuertes, potenciando esas cosas que lo hacen único.

Y cuando haga algo mal, decírselo, pero no porque otro niño no lo haga, sino porque él no debería hacerlo.

¿Estás seguro de que quieres comer eso?

Cuando un niño lleva una dieta que podría ser poco saludable, o si empieza a tener algo de sobrepeso, muchos padres intentan modificar hábitos atacando a las elecciones que consideran erróneas, sin tener en cuenta que probablemente esas elecciones son las que a ellos no les han parecido mal durante tantos años.

Ellos comen de lo que hay en casa, así que, en realidad, la responsabilidad de que coman un alimento que no queremos que coman es nuestra, por comprarlo, y porque en realidad somos quienes tenemos que transmitir la importancia de una dieta diversificada y saludable.

Ya verás cuando venga papá (o mamá)

Cosas que no hay que decir a los niños

Una frase muy típica de nuestra infancia, cuando nuestra madre dejaba que el que pusiera orden en casa fuera "papá". El problema es que se cometían dos errores: acabábamos sintiendo verdadero pánico por papá, que llevaba a cabo un castigo sobre una acción que había pasado horas atrás y que no había presenciado, y nos dábamos cuenta de la poca autoridad que tenía nuestra madre, que nos demostraba que no era capaz de controlar la situación.

No pasa nada, no ha sido nada

Similar al "no llores", cuando un niño se hace daño y llora es habitual que enseguida le digan (de nuevo para que no llore), que no pasa nada, que no ha sido nada, lo limpien rápido y lo pongan a jugar cuanto antes.

Pero a veces sí ha sido algo, y sí ha pasado algo. A veces les duele de verdad, han pasado miedo, se han asustado, y no nos cuesta nada cambiar al "¿Estás bien?" o al "¿Te has hecho daño?", que demuestra que sí nos preocupa lo que le pasa, mientras le pedimos que nos cuente lo que siente en ese momento, si quiere.

Te lo prometo

No es que esté mal de por sí. Dar nuestra palabra de que haremos algo y cumplirlo enseña a los niños lo que es el compromiso. El problema viene cuando prometemos algo que luego no cumplimos. El mensaje que recibe el niño es nefasto, porque rompemos su confianza completamente, y damos a entender que los compromisos, o una promesa, no tienen validez.

Ese niño es un idiota

Cosas que no hay que decir a los niños

A menudo, cuando algún niño le hace algo al nuestro, tendemos a emitir nosotros el juicio sobre ese niño para mostrarle cuál es el buen comportamiento y cuál es el mal comportamiento. Entonces decimos que es "idiota" o que "no está bien de la cabeza".

Así, le estamos enseñando a insultar y a emitir los mismos juicios sobre aquellos niños que puedan hacer algo con lo que no estén de acuerdo. Considerando que son sus compañeros y/o amigos, lo ideal es que sea él mismo el que llegue a las conclusiones oportunas. Mejor que decir "ese niño es un idiota" es decirle "¿Y qué te parece que haya hecho eso?", y a partir de ahí construir posibles soluciones: "¿Y qué crees que podríamos o podrías hacer?".

Pero, ¿cómo puede darte miedo?

El miedo puede ser limitante y totalmente irracional, tanto que por más que le expliques por qué no debe temer algo, no atienda a razones. El que a nosotros no nos dé miedo algo que a otra persona sí, no hace que ese miedo no tenga cierto sentido. De igual modo, nosotros podemos tener mucho miedo a algo que a otra persona le parezca ridículo (a las agujas, a las alturas, a...), y no por eso debemos ser ridiculizados o nuestro sufrimiento minusvalorado.

Pues con los niños pasa lo mismo. Si tiene miedo a algo, podemos trabajarlo día a día, poco a poco, buscando la manera de que lo haga racional, de que reflexione y se convenza de que no hay razón para temer.

Ridiculizar su miedo, o decirle que el comportamiento es incoherente le ayudará mucho menos a superarlo, y peor, le hará sentir que es débil, que nos está decepcionando y que sus problemas no son importantes para nosotros.

Yo también te odio

Los niños son capaces de decirnos cosas horribles cuando están enfadados con nosotros. El problema es que muchas veces no son conscientes del daño que puede alcanzar sus palabras, porque están probando, y somos nosotros los que añadimos toda la carga emocional a sus palabras, haciéndonos a menudo reaccionar poniéndonos a su nivel.

Al hacerlo, nos convertimos en dos niños que discuten como niños, cuando lo lógico sería intentar elevar su nivel hacia el nuestro para que expresen las cosas centrándose en la emoción concreta: "Te quiero, pero esto que has hecho, papá, no me ha gustado".

Así, lo lógico es responder algo así como "pues yo te quiero un montón y nunca te dejaré de querer", y entonces explicar por qué no puede ser lo que sea que quieran conseguir, y ofrecer alguna alternativa para que no se obcequen con ello en una espiral de la que difícilmente salen por sí mismos.

Porque lo digo yo

Cuando saltamos de la autoridad al autoritarismo perdemos la capacidad de ser justos y de merecer ser respetados por nuestra capacidad para educarles.

Aunque nos lo decían muy a menudo: "Porque lo digo yo, y punto", lo que provoca aprendizaje es la explicación, los argumentos y la reflexión posterior del niño que, estando o no de acuerdo, al menos tendrá una justificación al "Sí" o al "No".

¡Que te calles!

De igual modo que no es una frase que decimos a ningún adulto con el que queremos tener una buena relación, nuestros hijos tampoco merecen tal imperativo.

Si es que no das una

O "mira que llegas a ser inútil", que es otra opción, son dos frases que hacen mucho daño porque acabas haciendo creer al niño que de verdad no es capaz de hacer lo que debería saber hacer. De nuevo, como hemos comentado más arriba, los niños acaban sintiendo que por más que lo intenten, no serán capaces de hacer nada, y se rendirán fácilmente cuando deban hacer algo, en un camino que puede dañar su autoestima para el resto de su vida, o como mínimo durante mucho tiempo.

Pues yo a tu edad...

Nosotros a su edad hacíamos cosas mejor que ellos y otras peor. Lo que pasa es que tendemos a recordar lo mejor de nuestras vidas y a olvidar aquellos sucesos que nos parecen poco relevantes, pero que podrían decir muchas cosas de nosotros.

A menudo, una visita a la abuela es suficiente para que le explique que en realidad nosotros, a su edad, hacíamos las cosas igual, o quizás peor.

No me avergüences

Avisar de algo es una manera de decir a un niño que no confías en sus posibilidades de hacer bien las cosas, o de tener un comportamiento adecuado. En vez de explicar dónde vais y qué esperas de él, en positivo: "Vamos a un sitio en el que tenemos que estar bastante callados, sin levantar la voz y sin molestar. Sé que puedes hacerlo, por eso te lo explico", mucha gente dice lo contrario: "Como te portes mal, te enteras", "No me avergüences" o "Que no tenga que castigarte".

Digamos que es mejor educar desde la confianza que desde las amenazas, básicamente porque es mejor crecer pensando que tus padres confían y creen en ti, que pensando que para tus padres lo raro es que puedas llegar a comportarte de manera adecuada.

Fotos | iStock
En Bebés y más | Los niños presionados tienen menos confianza en sí mismos, Nueve maneras de decir "no" a tus hijos de forma constructiva, Por qué no me gustan frases como "¿has sido bueno?", "los Reyes Magos lo ven todo", "si te portas mal, no te traerán regalos"

La química de las emociones (o por qué hay que criar con cariño y respeto)

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Química y crianza

Aunque mucha gente no lo crea, seguimos siendo animales. Y si bien los adultos hemos desarrollado un raciocinio y una inteligencia que nos diferencia cada vez más de ellos (la mayoría, claro), nuestros bebés humanos nacen siendo auténticos "cachorros" cuya dependencia es, de hecho, mucho mayor que la de la mayoría del resto de animales.

¿Qué quiero decir con esto? Que mientras muchos adultos piensan que nuestros bebés ya no necesitan que los sigamos tratando como animalitos, porque esperan de ellos comportamientos y habilidades que no tienen (que se calmen por sí mismos, que no lloriqueen porque es signo, dicen, de que nos están manipulando, etc.), muchos otros tenemos claro que en este sentido, tenemos que aprender mucho de otras especies, que saben instintivamente que sus crías necesitan mucho contacto físico para que crezcan con seguridad en sí mismas.

¿Y qué tiene que ver una cosa con otra? Mucho, porque las hormonas que segregan los bebés son muy diferentes según sean los cuidados que reciben. Por eso se habla de la química de las emociones, o de por qué hay que criar a los bebés con cariño y respeto.

Los animales saben...

Que cuanto más contacto tienen con la madre, mayor es la seguridad con la que crece la cría, y en consecuencia mayor la valentía. Así, cuanto más cercana es ella, menos temerosos son los cachorros, más capaz se siente la madre al cuidar de ellos, más tranquila en su relación, y más tranquilos son los hijos en consecuencia.

Química y crianza2

Si esto lo extrapolamos a nuestros bebés, los resultados son similares (o esto es al menos lo que dicen los psicólogos de Harvard), y todo tiene una explicación química: el cerebro de los bebés segrega diferentes hormonas según sea el entorno en el que vive.

Si predomina la oxitocina

Dicen que la oxitocina es la hormona del amor porque es la que se segrega cuando nos enamoramos, cuando estamos bien con alguien, cuando estamos a gusto, cuando vamos a hacer el amor incluso... y es la que el cerebro de los bebés segrega cuando están a gusto con su cuidador.

Los bebés se comunican con los padres mediante el llanto o mediante la calma, algo que podríamos traducir por el "No" o el "Sí". Con el llanto nos están diciendo que "No", que algo va mal, y con la calma nos dicen que "Sí", que así vamos bien. Así, si cuando un bebé llora los padres actúan buscando su confort, aportándole tranquilidad, contención, amor y sosiego, el bebé cambiará las hormonas del estrés por las hormonas de la calma y la tranquilidad: la oxitocina y los opioides.

La química de las emociones

En ese punto, cuando los bebés crecen sintiéndose seguros, con unos padres tranquilos que les aportan también esa calma, los niños crecen menos temerosos y más atrevidos a la hora de explorar, de disfrutar de los momentos, deseoso de aprender, y cuando llegue el momento, de relacionarse también con otros niños y personas. Además, serán también más capaces de afrontar las diferentes situaciones complejas, o los retos que la vida les vaya poniendo por el camino.

Si predomina el cortisol

La hormona del estrés es el cortisol. Esta hormona tiene la misión de poner al cerebro del bebé en alerta, en situación de amenaza, para que valore si debe huir de las situaciones, o luchar contra ellas (aunque no sea capaz por ser un bebé). Un estilo de crianza en el que los momentos en brazos sean limitados, el bebé llore sin encontrar consuelo, e incluso reciba gritos o muecas de desagrado hará que el cerebro del bebé mantenga siempre unos niveles de cortisol elevados, y que el niño se sienta siempre en amenaza.

Son bebés que crecen pensando que el mundo en el que viven es un lugar hostil, y que están en relativo peligro en todo momento. Así, se convierten en niños más temerosos, desconfiados y asustadizos; niños que tienen menos seguridad en sí mismos, y que ante una misma situación, donde unos no ven mayor problema o riesgo, ellos pueden percibir lo contrario.

Es decir, son niños que pueden encontrar amenazantes a personas, comportamientos, sucesos, etc., que a otros niños más tranquilos y seguros apenas les afecten.

Cuando los niños crecen...

Entonces sucede que estos niños, los que crecen con el predominio de la oxitocina y los que crecen con el predominio del cortisol, se hacen adolescentes y luego adultos. Está claro que al final serán la suma de todas las vivencias que les han hecho llegar hasta donde estén, y que el entorno escolar, las amistades, etc., tendrán muchísimo que decir también. Pero se sabe que el estrés infantil es un indicador de ciertos desórdenes mentales en la edad adulta, y son muchos los que llegan a ese momento, a la adultez, aún arrastrando ese estado de alerta, de desconfianza en las demás personas, y de desconfianza en sí mismos... demasiado presos de su zona de confort, incluso, viviendo simplemente a la deriva de los acontecimientos, sin ser parte activa por el temor a sufrir de nuevo.

La química de las emociones

Por eso interesa que nuestros hijos crezcan felices, y sintiéndose queridos y respetados. Y que esos abrazos y esa contención llegue también incluso cuando son más mayores, cuando algo les sobrepasa y lloran y tenemos dos opciones: decirles que lo superen, que no es para tanto y que espabilen, o ayudarles a recobrar la calma con un abrazo, cariño y diálogo cercano que les ayude a ver los problemas desde otra perspectiva, y a elaborar soluciones.

Que no, no estamos hablando en ningún momento de vivir sus vidas y evitarles todos los males, sino de enseñarles a vivir sus propias vidas afrontando lo que venga con seguridad, firmeza y confianza en sí mismos. Y esto, dicen los expertos, se consigue con cariño, respeto y amor. Y no como creían nuestros padres y abuelos, que pensaban que debían dejarnos llorar para hacernos más fuertes.

Fotos | iStock
En Bebés y más | El cerebro del bebé, ¿Cómo ayudar al desarrollo del cerebro de nuestro bebé?, Documental: El cerebro del bebé por Eduardo Punset (tercera parte)

Las princesas también tienen rabietas: y nos encanta cómo lo manejan sus padres

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Charlotte

Es habitual que los niños pequeños lleven relativamente mal, porque se cansan y aburren, esas temporadas en que tienen que ir al ritmo que marcan sus padres, o directamente, la sociedad. En esas épocas en las que tienen poco tiempo libre, no pueden correr a sus anchas, estimularse, desarrollar su creatividad y quemar energía, acaban por estallar de diferentes maneras y por diferentes motivos, a menudo sin demasiada relación entre sí: que de repente todo le parezca mal, y que cuando ayer decían sí, hoy dicen no.

Esto es lo que probablemente le pasó hace unos días a la princesa Charlotte, de dos años, que tuvo una pequeña rabieta cuando iba en compañía de su madre y su padre, los Duques de Cambridge, y con su hermano George, de 4 años.

Pero ojo, esta no es la noticia... lo que nos llama la atención es el vídeo completo en el que se observa cómo los padres de la niña gestionan las diferente situaciones, cómo enseñan a sus dos hijos a saludar a cada persona con la que se cruzan y, en definitiva, cómo llegan incluso a ponerse al nivel de los pequeños para hacerlos partícipes de la vida en sociedad.

Una pequeña rabieta antes de subir al helicóptero

El vídeo dura unos 4 minutos, y empieza con la familia, todos de la mano, caminando hacia un helicóptero. Catalina de Cambridge se queda un poco atrás con su hija Charlotte, y así aprovecha para explicarle un poco lo que van a hacer. Incluso, sin pensar en que su vestido pueda tocar el suelo, se agacha para ponerse a su nivel y hablarle mirándole a los ojos a su mismo nivel.

Entonces saludan a un operario (quizás sea un piloto, no soy docto en estas cosas), e insta a su hijo a saludar también; después hace lo propio con la niña, que ya da muestras de cansancio.

Al parecer, se trata de una visita en la que les muestran algunos helicópteros, así que suben por un sitio y se bajan por el otro (imagino que esto, en los esquemas de una niña de 2 años, no tiene ningún sentido, y puede agravar la situación). Su madre, consciente, la coge en brazos para seguir hablando con ella al mismo nivel.

Se acercan a un nuevo helicóptero, y vuelta a empezar. Se lo muestran, la niña se sube, se baja, y vuelve a los brazos de su madre. Les entregan lo que parece un dossier de hojas (¿recortables? ¿para pintar?), y al cogérselo, dice (la niña) que ya está cansada de esta historia.

Como decimos, no es más que una pequeña rabieta, un "me tenéis cansada de ir de un lado para otro", pero lo increíble es que en todo momento la madre ha estado ahí, incluyéndola en sus actividades, y haciendo lo posible por explicarle lo que acontece en cada momento, haciéndola sentir acompañada.

Quizás seáis muchos los que sigáis pensando que no están demostrando nada del otro mundo. Si es vuestro caso, enhorabuena: tenéis claro lo que necesitan los niños pequeños y entendéis los motivos por los que tienen rabietas, y cómo actuar.

Si en cambio no lo veis claro, si no actuaríais así, solo explicaros cuál es la diferencia con la tendencia educativa "de toda la vida". Catalina podría haberla ignorado en su rabieta, como sugieren algunos "expertos", o haber hecho eso que nos hacían nuestros padres de "cuando lleguemos a casa te enteras" o "esta noche te has quedado sin postre". O incluso pegarle un cachete en el culo para hacerle saber que "ya está bien de comportarse de ese modo".

Podría haber hecho muchas cosas, pero decidió ser consciente de que no es una actividad divertida para una niña pequeña, pero que en ese momento toca hacer esto en familia (los niños también tienen que descubrir y entender que a menudo hay que hacer cosas que no apetecen, como esta), y optó por ofrecer su mejor versión (de madre).

No es la primera vez que hablamos de ellos

Charlotte2

Hace un año, por ejemplo, comentamos que el método Montessori se estaba extendiendo en muchos sitios, en parte gracias a que los Duques de Cambridge siguieron este estilo educativo con su primer hijo.

Además, os contamos qué es la escucha activa, que es el modo de poner nombre a lo que hace la pareja: agacharse siempre que pueden tanto para escuchar como para hablar con el pequeño, algo que es muy útil y válido para hacer sentir al niño que se le tiene en cuenta, y que se valora el que se comunique con los demás.

Vía | DailyMail
En Bebés y más | Agáchate y vuélvete a agachar‏, 15 cosas que tienes que dejar de decir a tus hijos, Nueve maneras de decir "no" a tus hijos de forma constructiva


Le tiñe a su hija el pelo de rosa y le llueven las críticas

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Felicity2

Se llama Charity Grace y es una conocida Instagramer que destaca por sus imágenes haciendo ejercicio, por su pelo azulado y por ser una madre que, de vez en cuando, comparte imágenes de su bonita familia.

Tiene más de 280 mil seguidores a los que les encanta todo lo que comparte, hasta que hace unos días dijo que le había teñido el pelo de rosa a su hija porque se lo había pedido. No tardaron en saltar las críticas diciéndole lo horrible que era lo que acababa de hacer.

Una niña de 2 años con el pelo rosa

Según leemos en CafeMom, cuando Charity le dijo a su hija Felicity si quería teñirse, no se lo pensó dos veces. Por primera vez tenía la oportunidad de tener el pelo de un color diferente, como su madre, así que lo hicieron.

Al parecer, la niña llevaba tiempo pidiéndole cambiarse el pelo de color, para tenerlo rosa, y ella siempre le decía que aún no. Pero ese día la historia fue al revés: mamá se lo ofreció y ella no dudó en decir que sí.

Felicity

Charity compartió un vídeo de YouTube con el proceso, y algunas personas criticaron que hiciera algo así con su hija solo para ganar unos pocos Likes:

Es muy irresponsable por tu parte. Claro que ella quería hacerlo... ¡Es una niña! ¡No sabe qué necesita! Y tú como madre deberías saberlo mejor que nadie. Se va a quedar calva antes de los 20.

¿Estás loca? ¡Lo has hecho para conseguir likes! Lo siento mucho por ti, ¿quién le tiñe el pelo a una niña pequeña? Estoy enfadada contigo...

Mi madre me obligó a esperar a los 18 años para teñirme el pelo. Por diferentes razones, voy a hacer lo mismo con mis hijas. Dejarles hacer cosas de mayores les hace creer que son mayores y que pueden hacerlas cuando quieran. Deberíamos dejar que los niños fueran niños!! No hay razones para acelerar esto. Spray para el pelo, vale. Semi, o no, no deja de ser algo permanente.

Poco más que un baño de color

Y es que su madre aclaró que se trataba de un tinte Manic Panic, que destacan por ser libres de amoníaco, semipermanentes y con ingredientes 100% naturales. Pero esto no fue suficiente, y mucha gente se quejó igualmente tanto por el tinte, como por dar a la niña una libertad de escoger sobre su look, que no debería haberle otorgado.

Charity

Yo no me voy a pronunciar, porque simplemente no conozco el contexto, ni la relación de la madre con la hija, ni cómo lleva la niña el tema de su propia apariencia. En Halloween les pintamos el pelo (a saber si con productos de peor calidad) y a todos nos parece divertido. Y si los niños nos dicen que lo hagamos otro día, les decimos que no, que no hay motivo, y no hay mayor problema. Quién sabe si Charity no le haya dicho algo parecido a su hija Felicity: esta vez sí, durará unos días, pero no lo volveremos a hacer en un tiempo.

O quizás no hayan hablado de ello y sí le teñirá el pelo de vez en cuando. Pues no veo el problema si los ingredientes son naturales. Vemos niños pequeños consumiendo bebidas con gas en fotos cada día, y no parece que haya gran revuelo. O chupando piruletas y comiendo caramelos como si no hubiera un mañana. O recibiendo decenas de regalos en cada cumpleaños, cuando la vida no es eso.

Hasta hay gente diciendo que lo normal es castigar y corregir a los niños dándoles cachetes y a muchísima gente le parece una manera lógica de educar.

Pues eso... por supuesto, que le pinten el pelo a una niña con algo que se va a los pocos días y que no le perjudica en absoluto no parece para tanto, cuando hay cosas mucho peores que se consideran válidas por habituales.

En Bebés y más | Aclararle el pelo a los niños, ¿Por qué los niños se cortan el pelo?, ¿Permitirías a tu hija o a tu hijo llevar el pelo como un unicornio?

No te quejes, ayuda: una pasajera calma al bebé de una madre que viajaba en avión con sus tres hijos

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Viajar en avión con bebés no es bien visto por algunas personas que parece que olvidaron que alguna vez fueron pequeños. Los menores tienen el mismo derecho que cualquier persona, pero es inevitable tener que soportar malas caras o incluso a veces comentarios desagradables cuando viajas con niños.

Kesha Bernard, fotógrafa de Seattle y madre de dos hijos viajaba sola en avión cuando se encontró con una situación que no le gustó nada. Oyó el llanto de un bebé y a algunos pasajeros molestos por el comportamiento de tres niños que viajaban con su madre. Ella, en lugar de quejarse, se acercó y le ofreció su ayuda. Decidió colaborar para calmar al bebé que lloraba, que acabó durmiéndose en sus brazos, así la madre podía encargarse de sus otros dos hijos.

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Kesha compartió en su perfil de Facebook la historia junto a la foto del bebé durmiendo encima de ella. En su mensaje escribe:

Todo el mundo está sentado en este avión lleno lleno. Un bebé empieza a llorar. No hay problema ... Yo tengo poderes de mamá y puedo ignorarlo, pero lo que no puedo ignorar es esto:

Oigo a una mujer quejándose a esta madre porque su hija de tres años le estaba pateando el asiento (la mujer había agarrado la pierna de la niña). Mientras esto sucede, el azafata está de pie ... escuchando. Ni siquiera hace nada. Y los hombres mayores a mi lado hacen observaciones como "obviamente su forma de disciplina no está funcionando".

Me doy la vuelta y veo a la gente murmurando y mirando a esta madre con sus tres hijos sola. Siendo un ser humano decente no podía dejar a esta madre ahogándose allí .... (y déjame decirte que ella estaba manteniendo la calma, yo ya habría estado llorando, pero ella estaba haciéndolo tan bien). Me levanto de mi asiento para ir unas cuantas filas atrás a pregúntele si necesita ayuda (al parecer eso es tan difícil de hacer), e inmediatamente me dio a su bebé.

Luego tuve que ir a sentarme para despegar, el bebé había parado de llorar y casualmente se quedó dormido.

¿Mi punto? Sea amable y considerado. Si alguien necesita ayuda por el amor de Dios, AYÚDELO. Quejarse y murmurar no hace una maldita cosa, excepto hacer que la persona que necesita ayuda se sienta peor.

¿Te molestan los niños en los aviones? Colabora

La primera reacción de la mayoría de la gente ante una situación que le molesta es la queja y la crítica: "Qué niños maleducados", "los padres no saben dominarlos", "no deberían viajar en avión"... Pero, ¿por qué no damos la vuelta a la tortilla y nos ofrecemos a ayudar?

Evidentemente la madre de los tres no lo estaría pasando bien en ese momento con un bebé llorando, otro pateando el asiento delantero y los pasajeros haciendo comentarios sobre lo mala madre que es.

Pero la otra madre, que viajaba unas filas más adelante, demostró su calidad humana al poner en práctica la empatía, un valor que cada vez nos cuesta más ejercer. Se sintió identificada al ser también madre de dos niños (de tres y cuatro años), se puso en su piel y en vez de agravar la situación, tuvo el precioso detalle de echar una mano.

Cuando se dice que se necesita una tribu para criar a los hijos, este es un ejemplo de lo que significa. Proteger la maternidad y ayudarnos entre todos para que la crianza de los hijos sea más llevadera.

Vía | Littlethings
En Bebés y más | Los niños no molestan: carta abierta a quienes creen que los niños no deberían viajar en avión, El precioso detalle de un piloto: ayudó a una madre que viajaba con sus cuatro hijos

Los roles de género han cambiado el significado de “ser papá”

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Vivimos en unos tiempos en los que la idea de la figura paterna que trabaja, es emocionalmente distante y muchas veces está ausente, parece formar parte del pasado. Durante las últimas décadas, hemos pasado de ver cómo la principal preocupación del padre era ganar el pan a tener que “involucrarse”, “ser activo” o “comprometerse” con los cuidados de los niños.

Estos cambios se deben en parte a la incorporación de muchas mujeres al mercado laboral y al aumento de familias con dos sueldos, pero también ha habido un cambio en las expectativas y ahora un “buen” padre juega un papel activo en la familia a la hora de compartir las responsabilidades en el cuidado de los niños y en la toma de decisiones. Los beneficios de una buena paternidad para el bienestar de los niños están ampliamente demostrados.

Pero a pesar de este cambio, sigue habiendo evidencias de que la imagen de la madre tradicional como principal cuidadora es todavía un referente común en todos los aspectos de la educación para padres y en los libros al respecto. De hecho, las políticas para conciliar la vida laboral y familiar siguen reflejando la dualidad de género de las mujeres y hombres que trabajan y que son padres.

En los últimos años, se ha prestado más atención a las formas en las que se pueden mejorar las condiciones de los hombres de las familias. Por ejemplo, se introdujo la baja por paternidad pagada de dos semanas en el Reino Unido en abril de 2003 y en abril de 2015 se ha mejorado con la introducción del permiso parental compartido, lo que significa que cuando la madre termina su baja por maternidad y se reincorpora al trabajo, el padre o su pareja puede utilizar un tiempo restante de hasta 52 semanas.

Padres

En la práctica, los informes sugieren que la aceptación de un permiso parental compartido por ambos padres ha sido muy baja, por razones que van desde la falta de concienciación sobre el sistema al hecho de que para muchas familias no sea rentable la reducción de sueldo en comparación con el tiempo libre disponible y solamente reciben unos 700 euros mensuales.

El coste de ser padres

Es un hecho que el Reino Unido está muy por detrás de otros países en cuanto a las políticas que apoyan la paternidad: en Suecia y Noruega existe la baja por maternidad compartida, llegando a percibir un alto porcentaje del sueldo que llega a ser del 100% las primeras 10 semanas en el caso de Noruega.

Hace poco que se ha introducido la baja compartida en el Reino Unido y por eso todavía existe poca investigación al respecto. Lo que sí se ha confirmado es que cada vez hay más formas de entender la masculinidad y de lo que significa ser papá hoy en día (incluyendo los cambios en las responsabilidades a la hora de tener hijos).

Los padres están más abiertos a la idea de que pueden involucrarse más en el cuidado de los niños, pero aquellos que deciden serlo a tiempo completo y quedarse en casa siguen siendo una rareza.

Para obtener más información podemos fijarnos en los padres que han adoptado el papel de cuidadores principales en la familia. Estos “padres que se quedan en casa” eran algo raro hasta hace casi 10 años cuando tuvo lugar la crisis económica mundial. Se acuñó el término “mancession” (una combinación de las palabras “hombre” y “recesión”) para aludir al hecho de que muchos hombres asumieron el papel de “ama de casa” tras perder su puesto de trabajo por la crisis. El Instituto Nacional de Estadística del Reino Unido informaba en 2016 que había 225.000 padres en el Reino Unido que se podían clasificar como “económicamente inactivos”, debido a las responsabilidades familiares.

La masculinidad y las tareas de casa

Existe un poco de investigación sobre padres que no trabajan y se quedan en casa. Comenzando con el trabajo de Andrea Doucet en Canadá, esta línea de investigación ha sido adoptada por los investigadores en el Reino Unido. Tras examinar la forma en la que estos padres están representados en los medios de comunicación y recopilar información de primera mano, es evidente que la masculinidad en este caso está determinada por la forma en la que los medios de comunicación representan a los padres que deciden quedarse en casa.

Por ejemplo, para explicar el papel de los padres que se quedan en casa, algunos autores nombran diferentes modelos de masculinidad, mientras que otros hablan de advertencias o incluso transmiten la idea de que dichos padres no lo son por elección, sino que se han visto obligados a tomar esa decisión.

Padres

El deseo de cuidar de sus hijos a tiempo completo pasó a ser parte de su identidad personal y les llevó a procesar mejor el hecho de aplicar su papel como cuidadores a la idea tradicional de masculinidad.

A pesar de algunos de estos comentarios negativos, lo que me quedó claro hablando con algunos de estos padres es que el deseo de cuidar de sus hijos a tiempo completo pasó a ser parte de su identidad personal y les llevó a procesar mejor el hecho de aplicar su papel como cuidadores a la idea tradicional de masculinidad. Esto encaja con algunos de los últimos estudios que sugieren que existen varias ideas sobre el significado de masculinidad y no un ideal hegemónico único de la masculinidad basado en trabajar duro y ganarse el pan para la familia. Es algo que se ve en la forma en la que los padres combinan el trabajo remunerado con la vida familiar.

Es cierto que cada vez los padres están más abiertos a la idea de que pueden involucrarse más en el cuidado de los niños, pero aquellos que deciden serlo a tiempo completo y quedarse en casa siguen siendo una rareza. Algunos informes como el estudio que afirmaba que los hombres “con testículos más pequeños eran más propensos a involucrarse en tareas como el cambio de pañales, alimentar a sus hijos o bañarlos” nos indican que todavía queda mucho por hacer en cuanto a la preocupación social sobre la masculinidad y el cuidado de los niños.

Autor: Abigail Locke, profesora de Psicología de la Universidad de Bradford

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

"La vida es muy corta para decir "No" todo el tiempo", la publicación de una madre que se ha hecho viral

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Nina Cabello Rosa

Como padres, nuestras principales responsabilidades son las de cuidar, guiar, educar y formar a nuestros hijos. De las enseñanzas que reciban en esos primeros años de vida dependerá muchísimo la clase de adultos en los que se convertirán.

Una palabra que suele salir frecuentemente de nuestras bocas durante la formación y cuidado de nuestros hijos, es el famoso "no". Obviamente nuestro trabajo además de cuidarlos es indicarles cuáles cosas sí pueden o no hacer, de acuerdo a su edad, madurez o capacidades.

Pero una madre nos ha puesto a todos a pensar que quizás es buena idea ceder un poco de vez en cuando y comenzar a decir "sí" a algunas cosas. ¿La razón? La vida es demasiado corta e impredecible para negarle todo a nuestros hijos todo el tiempo.

Rachel Ann Carpenter es madre de Nevaeh, una pequeña de 10 años de edad, y la responsable de habernos hecho considerar usar el "sí" de vez en cuando con nuestros hijos, al contar en una publicación en Facebook una experiencia aterradora que tuvo con su hija.

La vida es muy corta para decir NO todo el tiempo. En éstas épocas el año pasado ella me preguntó si podía teñirse el cabello de rosa y le dije que no. Unos días después en un campamento, estaban haciendo una demostración que involucraba fuego, pero algo salió mal y ella se encendió en llamas. Terminó con quemaduras terribles en el 70% de su cuerpo. En éstas épocas el año pasado estábamos en el hospital con ella, sin saber si sobreviviría o no. Así que esta vez cuando ella preguntó que si podía tener el cabello rosa, le dije que sí. Esa experiencia me enseñó que nunca sabes cuánto tiempo te queda, con cualquiera. Así que di sí más seguido, ¡y no te preocupes si alguien piensa que tu hija con el cabello rosa es algo ridículo!

La experiencia de Rachel Ann hizo que pusiéramos las cosas en perspectiva. Hay algo que es completamente cierto en lo que dice: ninguno de nosotros sabe cuánto tiempo más tendremos de vida al lado de quienes queremos. ¿Cuántas cosas vamos a dejar de hacer o negarle a nuestros hijos? ¿Acaso es realmente malo permiterles teñirse el cabello de colores de fantasía?

Me recuerda una frase de Armando, quien nos compartía la historia de otra madre, a la que le llovieron críticas al teñirle el cabello de color rosa a su hija: hay cosas mucho peores que se consideran válidas por habituales.

Desde luego que no estoy en lo absoluto sugiriendo que les digamos que sí a todo, pues esto puede ser contraproducente, pero sólo serán niños una vez. Cumplir sus ilusiones, dejarlos experimentar un poco y ceder ante alguno de sus deseos de manera ocasional, sin duda será algo que recordarán para toda la vida y dibujará una enorme sonrisa en su rostro.

Disfrutemos el tiempo que tenemos junto a ellos, sin esperar a que nos pase algo como a Rachel Ann y Nevaeh. La vida es muy corta para no disfrutarla y soltarnos un poco -claro, dentro de los límites- con nuestros hijos.

Vía | Scary Mommy
En Bebés y más | Queremos que nuestros hijos experimenten pero sin mancharse, Un niño de dos años recibe hasta 400 órdenes al día, ¿no son demasiadas?, Nueve maneras de decir "no" a tus hijos de forma constructiva

Por qué tener "mamitis" es en realidad lo normal

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Mamitis

Es posible que en más de una ocasión hayas oído el término "mamitis" asociado a un niño o niña pequeños a los que se considera muy mimados, consentidos y que son poco capaces de valerse por sí mismos, cuando otros adultos esperarían un comportamiento más autónomo e independiente.

Tras el "diagnóstico" llegan los consejos: "No le hagas tanto caso cuando llore", "Déjalo solo/a aunque te llame", "Déjanoslo una tarde y te vas un rato para que aprenda a estar sin ti", etc. Consejos que tienen como finalidad solucionar un problema que no es tal, a menos que el menor tenga, pongamos, 5 o 6 años, y entonces pueda ser necesaria ayuda profesional.

Y digo que no es tal, porque si hablamos de bebés o niños pequeños, tener "mamitis" no solo es normal, sino que es lo deseable.

¿Cómo va a ser lo deseable que dependa tanto de su madre?

Quizás es la pregunta que se os ha pasado por la mente tras leer la frase anterior. Lo que quiero decir, en realidad, es que lo deseable es que todo niño y toda niña tenga un vínculo sólido y firme con la madre, que puede ser también con el padre o con otro adulto.

Este vínculo será con una u otra persona según sea quien le haya cuidado durante más tiempo, aunque dicen las cifras que en el 93% de las ocasiones, la cuidadora principal es la madre.

Por eso se suele hablar de "mamitis" y no de "papitis" ni "abuelitis", aunque el concepto sería el mismo: es muy positivo que los bebés tengan una de estas "adultitis" con una persona en concreto, porque esa relación de apego es la que le ayuda, en realidad, a ser más independiente.

Para ser independiente, hay que ser primero dependiente

Un niño pequeño sabe muchas cosas, pero desconoce la mayoría y, en realidad, las más importantes. Aún tiene que aprenderlas porque alguien se las enseñe, o aprenderlas por sí mismo, y es mucho más fácil para ellos hacerlo al lado de quien se las puede enseñar, que en la soledad de la exploración.

Dicen que son como esponjas, y que en los primeros años aprenden a un ritmo vertiginoso. Es así, precisamente para que puedan adaptarse cuanto antes al mundo en el que viven, y aun así, no es una cuestión de meses, sino de años.

En ese proceso, necesitan tener al lado a las personas en quien más confía para que le den la seguridad necesaria para poder afrontar los aprendizajes desde la confianza y no desde el miedo.

Así, en contacto con las personas que le cuidan, puede fijarse, puede imitar y puede así aprender para, poco a poco, hacerse cada vez más independiente, desde la dependencia.

Si un bebé o niño no quisiera estar con su madre o su padre todo el día, ¡qué poco aprendería de ellos! (y qué difícil tendría la adaptación a la sociedad, porque en realidad aprendería muy pocas cosas).

Y es que por más que mucha gente espera que los niños jueguen solos (incluso se le dice a los padres que tienen que acostumbrar a sus hijos a jugar solos, porque si no los necesitará siempre), es todo lo contrario: lo esperable y lo ideal es que no quieran jugar solos.

Recordad, lo importante no es el juguete, sino el juego. Y es mucho más estimulante y divertido jugar con alguien (haya juguete de por medio o no), que jugar solo.

Por qué un vínculo sólido ayuda a los niños a desarrollarse mejor

Mamitis

Como expliqué hace unas semanas, los bebés y niños necesitan vivir en un ambiente cariñoso y confortable, con padres atentos y dispuestos a reaccionar ante sus demandas, para que su máxima preocupación sea crecer, desarrollarse y aprender.

Si la respuesta de su cuidador principal (normalmente la madre) no es adecuada: a veces responde a las demandas, a veces lo deja llorar, a veces lo atiende pero sin dar muestras de afecto, a veces simplemente no está... el bebé puede perder el control de la situación y no llegar a crear un vínculo adecuado con la madre, por no saber bien cómo conseguir lo que necesita, que ella esté por él (repito que digo madre por ser la que se convierte con mayor frecuencia en la referente principal del bebé), y puede empezar a mostrar rasgos de una relación de apego inseguro.

El apego seguro, que es lo deseable, lo definimos como una relación en que el bebé se siente querido, seguro y con confianza, y desde ahí se atreve a aprender y explorar, porque sabe que tiene una red de seguridad, que es su madre (en caso de que algo vaya mal y se haga daño, en caso de que tenga miedo, en caso de que se sienta solo, sabe que llorando obtiene sus cuidados, su atención y su cariño).

El apego inseguro, en consecuencia, es la relación en la que el bebé o niño no tiene claro que su referente vaya a responder correctamente a sus necesidades. En esa situación, puede no atreverse a intentar aprender algo por propia iniciativa ("como no sé si mi madre me va a ayudar en caso de tener problemas, prefiero no intentarlo"), a hacerse cada vez más dependiente (y no menos), e incluso a seguir a la madre allí donde vaya desde el temor y la ansiedad de creer que estando solo, corre peligro.

Pero si sigue a mamá, ¿no es "mamitis"?

Un niño que desde pequeñito sigue a mamá, y que poco a poco la va necesitando cada vez menos, pero que la busca en situaciones no cotidianas (hay gente desconocida, mucho ruido, situaciones nuevas que no comprende), hace algo totalmente lógico: hacerse independiente en los momentos en que se siente seguro, y buscar la fuente de seguridad (mamá) en los momentos en que se siente inseguro. Esto no es "mamitis", esto es tener un vínculo sólido y deseable.

Un niño que, en cambio, la sigue necesitando mucho incluso en situaciones cotidianas y que, como hemos dicho, la sigue en todo momento para estar a su lado, sin sentirse capaz de explorar o jugar sin separarse, puede estar mostrando un apego inseguro, y habría que preguntarse si las respuestas de la madre a sus demandas son las que el niño necesita.

En este vídeo podéis ver una explicación breve de apego inseguro, y de una "mamitis" que debería solucionarse:

Si os fijáis en el vídeo, el niño busca a la madre, pero cuando ya está con ella no se siente tampoco bien, porque sabe que ella no siempre responde como realmente necesita.

Como digo, es una "mamitis" que tiene que solucionarse, y no como todo el mundo espera: "Déjalo solo para que vaya aprendiendo a necesitarte menos"; sino todo lo contrario: "Intenta pasar más tiempo con él y responder a sus demandas de afecto y de cariño, para que te necesite cada vez menos".

En resumen: la "mamitis" no es algo malo, y si para alguien supone un problema, la solución está clara, aumentar la dosis de mamá, para que se haga cada vez más autónomo e independiente.

Fotos | iStock
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